(Diatessaron)
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Habiendo muchos intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido certísimas, como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.
El Verbo de Dios
I 1. En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2.
Éste era en el principio con Dios.
3.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo
que es hecho fue hecho.
4.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5.
Y la luz en las tinieblas resplandece. Mas las tinieblas no la comprendieron.
El sacerdocio de Zacarías
II 1.
Hubo, en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado
Zacarías, de la suerte de Abdías, y su mujer, de las hijas
de Aarón, llamada Isabel.
2. Y eran ambos justos
delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos
y estatutos del Señor.
3. Y no tenían
hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en días.
4. Y aconteció
que, ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden
de su vez, conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte
a poner el incienso, entrando en el templo del Señor.
5. Y toda
la multitud del pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.
6. Y se le
apareció el ángel del Señor, puesto en pie, a la derecha
del altar del incienso.
7. Y se turbó
Zacarías al verlo y cayó temor sobre él.
8. Mas el
ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración
ha sido oída, y tu mujer Isabel te parirá un hijo, y llamarás
su nombre Juan.
9. Y tendrás
suma alegría y muchos gozarán de su nacimiento.
10. Porque
será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra, y
estará lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de
su madre.
11. Y a muchos
de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
12. Porque
él irá delante de Él con el espíritu y la virtud
de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos,
y los rebeldes a la prudencia de los justos, y para aparejar al Señor
un pueblo apercibido.
13. Y dijo
Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré
esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
14. Y, respondiendo,
el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y que
he sido enviado a hablarte, y a darte esa buena nueva.
15. Y he aquí
que estarás mudo, y que no podrás hablar, hasta el día
que lo por mí dicho sea hecho, por cuanto no creíste a mis
palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo debido.
16. Y el pueblo
estaba esperando a Zacarías, y todos se maravillaban de que se detuviese
en el templo.
17. Y, saliendo,
no les podía hablar. Y entendieron que había visto visión
en el templo. Y él les hablaba por señas, y quedó
mudo.
18. Y fue
que, cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa.
19. Y, después
de aquellos días, concibió su mujer Isabel, y se encubrió
por cinco meses, diciendo: Porque el Señor me ha hecho así
en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los
hombres.
El ángel Gabriel habla a María
III 1.
Y, al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad
de Galilea, llamada Nazareth, para que visitase a una virgen, desposada
con un varón que se llamaba José, de la casa de David. Y
el nombre de la virgen era María.
2. Y, entrando
el ángel adonde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida!
El Señor es contigo y bendita eres entre las mujeres.
3. Mas ella,
cuando lo vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación
fuese aquélla.
4. Entonces
el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
cerca de Dios.
5. Y he aquí
que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás
su nombre Jesús. este será grande, y será llamado
hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono
de David, su padre. Y reinará, en la casa de Jacob por siempre,
y de su reino no habrá fin.
6. Entonces
María preguntó al ángel: ¿Cómo ocurrirá
eso? Porque yo no conozco varón.
7. Y, respondiendo,
el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y la virtud del Altísimo te hará sombra, por lo cual lo que
de tu vientre nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí
que Isabel, tu parienta, también ha concebido hijo en su vejez,
y está en el sexto mes de su embarazo, ella, llamada la estéril,
porque nada es imposible para Dios.
8. Entonces
María dijo: He aquí la esclava del Señor. Hágase
en mí según tu palabra. Y el ángel partió de
ella.
9. En aquellos
días, levantándose María, fue a la montaña
con prisa, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías,
y saludó a Isabel.
10. Y aconteció
que, como oyó Isabel la salutación de María, la criatura
saltó en su vientre, y ella fue llena del Espíritu Santo.
11. Y exclamó
a gran voz: Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
¿Y de dónde que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque he aquí que apenas llegó la voz de tu salutación
a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas
que le fueron dichas de parte del Señor.
12. Entonces
María dijo: Engrandezca mi alma el Señor, y mi espíritu
se alegre en Dios, mi Salvador. Porque ha mirado a la bajeza de su sierva,
y he aquí que, desde ahora, me llamarán bienaventurada todas
las generaciones, por haberme hecho grandes cosas el Omnipotente. Y santo
es su nombre, y su misericordia va de generación en generación
a los que le temen. Él hizo valentía con su brazo, y esparció
a los soberbios del pensamiento de su corazón, y quitó a
los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes, y a los ricos
envió vacíos, y recibió a Israel su siervo, acordándose
de la misericordia, como habló a Abraham y a su simiente para siempre.
13. Y se quedó
María con Isabel como tres meses, y después se volvió
a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
IV 1. Y
a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, y dio a luz un hijo.
2. Y oyeron
los parientes y los vecinos que Dios había hecho con ella grande
misericordia, y se alegraron en grado sumo.
3. Y aconteció
que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo
llamaban por el nombre de su padre, Zacarías.
4. Y, respondiendo,
su madre dijo: No, sino Juan será llamado.
5. Y le advirtieron:
¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que tenga ese nombre.
6. Y hablaron
por señas a su padre, para que dijese cómo lo quería
llamar.
7. Y, pidiendo
la tablilla, escribió en ella: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
8. Y luego
fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
9. Y recayó
gran temor sobre los parientes y los vecinos de ellos, y en todas las montañas
de Judá fueron divulgadas aquellas cosas.
10. Y todos
los que las oían las conservaban en su corazón, diciendo:
¿Quién será este niño? Y la mano de Dios estaba
con él.
11. Y Zacarías,
su padre, fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido
a su pueblo, y que alzó un cuerpo de salvación en la casa
de su siervo David. Él habló por boca de sus santos profetas,
que fueron desde el principio, y nos salvó de nuestros enemigos,
y cargó su mano sobre todos los que nos aborrecieron. E hizo misericordia
con nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, del juramento
que juró a Abraham, que nos había de dar, y que, sin temor
y librados de nuestros enemigos, lo serviríamos en santidad y en
justicia, delante de él, todos los días nuestros. Y tú,
niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás
ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos, dando conocimiento
de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados, por las entrañas
de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el
Oriente, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte,
y para encaminar nuestros pies por camino de paz.
12. Y el niño
crecía, y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los
desiertos hasta el día que se mostró a Israel.
Genealogía y natividad de Jesús [No versículos 1 - 33]
V1.
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2. Abraham
engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró
a Judá y a sus hermanos.
3. Y Judá
engendró de Thamar a Phares y a Zara, y Phares engendró a
Esrom, y Esrom engendró a Aram.
4. Y Aram
engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naassón,
y Naassón engendró a Salomón.
5. Y Salomón
engendró de Rachâb a Booz, y Booz engendró de Ruth
a Obed, y Obed engendró a Jessé.
6. Y Jessé
engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón
de la que fue mujer de Urías.
7. Y Salomón
engendró a Roboam, y Roboam engendró a Abia, y Abia engendró
a Asa.
8. Y Asa engendró
a Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró
a Osías.
9. Y Osías
engendró a Jostam, y Jostam engendró a Achâz, y Achâz
engendró a Ezequías.
10. Y Ezequías
engendró a Manasés, y Manasés engendró a Amén,
y Amén engendró a Josías.
11. Y Josías
engendró a Jechônias y a sus hermanos, en la transmigración
de Babilonia.
12. Y. después
de la transmigración de Babilonia, Jechônias engendró
a Salathiel, y Salathiel engendró a Zorobabel.
13. Y Zorobabel
engendró a Abiud, y Abiud engendró a Eliachim, y Eliachim
engendró a Azor.
14. Y Azor
engendró a Sadoc, y Sadoc engendró a Achim, y Achim engendró
a Eliud.
15. Y Eliud
engendró a Eleazar, y Eleazar engendró a Mathán, y
Mathán engendró a Jacob.
16. Y Jacob
engendró a José, marido de María, de la cual nació
Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17. De manera
que todas las generaciones, desde Abraham hasta David, son catorce generaciones
y, desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones
y, desde la transmigración de Babilonia hasta el Cristo, catorce
generaciones.
18. Y al Cristo
Jesús se le creía hijo de José, que fue hijo de Elí.
19. Que fue
de Mathat, que fue de Leví, que fue de Melchí, que fue de
Janna, que fue de José.
20. Que fue
de Mattathias, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli.
21. Que fue
de Naggai, que fue de Maat, que fue de Mattathias, que fue de Semel, que
fue de José, que fue de Judá.
22. Que fue
de Joaana, que fue de Rhesa, que fue de Zorobabel, que fue de Salathiel.
23. Que fue
de Neri, que fue de Melchi, que fue de Abdi, que fue de Cosam, que fue
de Elmodan, que fue de Er.
24. Que fue
de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Joreim, que fue de Mathat.
25. Que fue
de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue
de José, que fue de Jonán, que fue de Eliachim.
26. Que fue
de Melea, que fue de Mainán, que fue de Mattatha, que fue de Nathán.
27. Que fue
de David, que fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que
fue de Salmón, que fue de Naasón.
28. Que fue
de Aminadab, que fue de Arám, que fue de Esrom, que fue de Phares.
29. Que fue
de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham,
que fue de Thara, que fue de Nachor.
30. Que fue
de Saruch, que fue de Ragau, que fue de Phalec, que fue de Heber.
31. Que fue
de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arphaxad, que fue de Noé,
que fue de Lamech.
32. Que fue
de Mathusala, que fue de Enoch, que fue de Jared, que fue de Maleleel.
33. Que fue
de Cainán, que fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán,
que fue de Dios.
34. Y el nacimiento
de Jesucristo ocurrió así: Que, estando María, su
progenitora, desposada con José, antes que cohabitasen, se encontró
haber concebido del Espíritu Santo.
35. Y José,
su marido, que era justo, no quiso, infamarla, y se propuso abandonarla
secretamente.
36. Y, cuando
en ello pensaba, he aquí que el ángel del Señor le
apareció en sueños, y le dijo: José, hijo de David,
no temas recibir a tu esposa bajo tu protección, porque lo que en
ella se ha engendrado del Espíritu Santo es.
37. Y parirá
un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque salvará
a su pueblo de sus pecados.
38. Todo esto
aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor al
profeta, que vaticinó: He aquí que la virgen concebirá,
y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que, declarado,
es: Dios con nosotros.
39. Y, despertando
José del sueño, hizo como el ángel del Señor
le había ordenado, y recibió a su mujer.
40. Y no la
conoció hasta que parió a su hijo primogénito, al
cual, conforme al mandato del ángel, puso el nombre de Jesús.
41. Por aquellos
días Augusto César promulgó un edicto para que toda
la tierra fuese empadronada.
42. Este empadronamiento
primero se llevó a cabo en la época en que Cirino era gobernador
de la Siria.
43. E iban
todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
44. Y José,
por cuanto era de la casa y familia de David, subió a la ciudad
de éste, llamada Bethlehem, de Judea, desde la de Nazareth, de Galilea,
llevando consigo, para ser empadronado, a María, su esposa, la cual
se hallaba encinta.
45. Y, aconteció
que, estando ellos allí, se cumplió el tiempo en que a María
le tocaba dar a luz.
46. Y parió
a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y
lo acostó en un pesebre, por no haber encontrado lugar para ellos
en el mesón.
Aparece el ángel a los pastores
VI 1.
Y había, en aquella comarca, varios pastores, los cuales velaban
y hacían centinela nocturna sobre su grey.
2. Y, de improviso,
el ángel del Señor apareció ante ellos, y los cercó
con un resplandor de luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.
3. Entonces
el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí que vengo
a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que
os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo
o Mesías, Señor Nuestro.
4. Y sírvaos
de señal que hallaréis al niño envuelto en pañales
y reclinado en un pesebre.
5. Y, al punto
mismo, se dejó ver con el ángel una multitud de los ejércitos
celestes, que alababa a Dios, clamando:
6. Gloria
a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
7. Y, luego
que los ángeles se apartaron de allí, y volaron al cielo,
los pastores se dijeron los unos a los otros: Vayamos a Bethlehem, y seamos
testigos de este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos
ha manifestado.
8. Y caminaron
a toda prisa, y hallaron a María, a José, y al niño
reclinado en el pesebre.
9. Y, viéndolo,
se certificaron de todo lo que se les había dicho de aquel niño.
10. Y todos
los que conocían el suceso se maravillaron igualmente de lo que
los pastores les contaban.
11. María,
empero, guardaba todas estas cosas dentro de sí, confiriéndolas
en su corazón.
12. Y los
pastores se volvieron, sin cesar de alabar y de glorificar a Dios por todas
las cosas que habían visto y oído, según se les había
anunciado.
Jesús es llevado por sus padres a que lo circunciden
VII 1.
Y, pasados los ocho días legales para circuncidar al niño,
llamaron su nombre Jesús, nombre que el ángel le había
puesto, antes que hubiese sido concebido en el vientre de su madre.
2. Y, cumplido
asimismo el período de la purificación de María, conforme
a la legislación mosaica, lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo
al Señor. Porque escrito está en su santa ley: Todo varón
que naciere el primero me será consagrado.
3. Y llevaron
su ofrenda de un par de tórtolas o dos palominas, como ordena también
la ley del Señor.
4. Y, en aquella
sazón, había en Jerusalén un hombre justo y piadoso,
llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel.
Y en Simeón moraba el Espíritu Santo, y éste le había
revelado que no moriría sin haber visto al Cristo.
5. Inspirado
por él, fue al templo. Y al entrar el niño Jesús con
sus padres, para practicar lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó
en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, saca en
paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa, porque mis ojos
han visto tu salvación, que has aparejado, en presencia de todos
los pueblos, como luz para ser revelada a los gentiles, y como gloria de
tu pueblo de Israel.
6. Y su padre
y su madre estaban maravillados de las cosas que de Jesús se decían.
7. Y Simeón
bendijo a entrambos, y advirtió a María: Este niño
que aquí ves está destinado para ruina y para resurrección
de muchos en Israel y para ser digno de contradicción. Y una espada,
de ti misma salida, atravesará tu alma, para que sean manifestados
los pensamientos de muchos corazones.
8. Vivía
también entonces la profetisa Ana, hija de Phanuel, de la tribu
de Aser, ida allí en edad avanzada, y que había vivido siete
años con su marido desde su virginidad.
9. Y era viuda
de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo
a Dios de noche y de día con ayunos y con oraciones.
10. Ésta,
pues, sobreviniendo en la misma hora, alababa igualmente al Señor,
y hablaba de él a todos los que, en Jerusalén, esperaban
la redención de Israel.
11. Mas, cumplidas
todas las cosas que la ley del Señor mandaba, María, José
y Jesús regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazareth.
Los magos que llegaron de Oriente
VIII 1.
Y, como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea, en días del
rey Herodes, he aquí que unos magos vinieron del Oriente a Jerusalén,
y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos,
que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a
adorarlo.
2. Y, oyendo
esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
3. Y, convocados
todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo,
inquirió de ellos dónde había de nacer el Cristo.
4. A lo que
contestaron: En Bethlehem de Judea. Porque escrito está por el profeta.
Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña
entre sus príncipes, porque de ti ha de salir un conductor, que
guiará a Israel, mi pueblo.
5. Y entonces
Herodes, llamando a los magos, averiguó de ellos el tiempo de la
aparición de la estrella.
6. Y los envió
a Bethlehem y les dijo: Id allá, y preguntad con diligencia por
el niño.
7. Y, después
que lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también
lo adore.
8. Y ellos,
en oyendo al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente
iba ante ellos, hasta que, llegando, se situó sobre donde estaba
el niño.
9. Y, viendo
la estrella, se regocijaron grandemente.
10. Y, entrando
en la casa, vieron al niño con su madre María.
11. Y, prosternándose,
lo adoraron, y abrieron sus tesoros, y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12. Y, habiéndoles
sido dicho en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su
país por otro camino.
Huida a Egipto de Jesús con sus padres José y María
IX 1.
Y he aquí que cuando hubieron partido, el ángel del Señor
se apareció en sueños a José.
2. Y le dijo:
Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto.
3. Y estáte
allá mientras yo no te diga otra cosa, porque ha de suceder que
Herodes buscará al niño para matarlo.
4. Y él
despertó, y tomó al niño y a su madre, y se fue a
Egipto.
5. Y estuvo
allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que fue
dicho por el Señor, cuando el profeta dijo: De Egipto llamé
a mi Hijo.
Herodes ordena matar a todos los niños pequeños
X 1.
Y Herodes, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho.
2. Y mandó
matar a todos los niños que había en Bethlehem y en sus términos,
de dos años para abajo, según había oído a
los magos.
3. Y entonces
se cumplió la profecía de Jeremías, que dijo:
4. Oyóse
voz en Ramá, y lloros y gemidos y lamentos.
5. Y Raquel
lloró a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.
Jesús vuelve de Egipto
XI 1.
Y he aquí que, muerto Herodes, el ángel del Señor
apareció en sueños a José en Egipto.
2. Y le dijo:
Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a la tierra
de Israel.
3. Porque
muertos son los que querían la muerte del niño.
4. Y él
se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a
tierra de Israel.
5. Y, oyendo
que Arquelao había sucedido en Judea a Herodes, su padre, temió
ir allá.
6. Mas fue
amonestado en sueños, y se fue al país de Galilea.
7. Y vino,
y habitó en la ciudad que llaman Nazareth.
8. Para que
se cumpliese lo que habían dicho los profetas de que había
de ser llamado Nazareno.
Jesús en el templo de Jerusalén
XII 1.
Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de
sapiencia.
2. Y la gracia
de Dios era sobre él.
3. Y sus padres
iban todos los años a Jerusalén para las fiestas de Pascua.
4. Y, cuando
él tenía doce años, subieron ellos a Jerusalén,
según su costumbre en las fiestas.
5. Y, pasados
los días, volvieron. Y el niño Jesús se quedó
en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
6. Y, creyendo
que iba con todos, anduvieron un día, y lo buscaban entre sus parientes.
7. Mas no
lo hallaron, y volvieron a Jerusalén a buscarlo.
8. Y sucedió
que a los tres días lo hallaron en el templo, sentado entre los
doctores, oyéndolos y preguntándoles.
9. Y todos
los que lo oían se pasmaban de su inteligencia y de sus contestaciones.
10. Y ellos
quedaron admirados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has
hecho esto?
11. He aquí
que tu padre y yo te hemos buscado con tristeza.
12. Y él
les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis
que en los asuntos de mi Padre me conviene estar?
13. Mas ellos
no entendieron lo que les decía.
14. Y descendió
con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sometido. Y su madre guardaba
todas estas cosas en su corazón.
15. Y Jesús
crecía en sabiduría y en edad y en gracia para con Dios y
para con los hombres.
Aparece Juan el Bautista en Israel
XIII 1.
Y en el año quinto del imperio de Tiberio César, siendo Pilatos
gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe
tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania, tetrarca
de Abilinia, y, siendo Anás y Caifás sumos sacerdotes, llegó
palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
2. Y anduvo
por toda la tierra de los alrededores del Jordán, predicando el
bautismo de la penitencia para la remisión de los pecados, y diciendo:
Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado. Porque éste
es aquel de que dijo el profeta Isaías: Aparejad el camino del Señor,
y enderezad sus veredas. Todo valle se henchirá, se bajará
todo monte y toda colina. Y los caminos torcidos se harán rectos,
y los ásperos se verán allanados, y toda carne verá
la salvación de Dios. Y el que habla vino por testigo, para dar
testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era
él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Y el que
lo envió era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene
a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y
el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.
Mas a todos los que lo recibieron, y creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de voluntad
divina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y vimos su gloria, que lo es del
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
3. Y Juan
dio testimonio de él, y clamó, diciendo: este es aquel del
que yo aseguraba que, aunque venía tras de mí, existía
antes que yo, y de cuya plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. Porque
la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesucristo
fue hecha. A Dios nadie lo vio jamás, y el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él lo declaró.
4. Y Juan
andaba vestido de pelos de camello y con un cinto de cuero alrededor de
sus lomos. Y comía langostas y miel silvestre. Y salía a
él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor
del Jordán, en cuyo río eran bautizados todos los que confesaban
sus pecados.
5. Mas, viendo
él a muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían
a su bautismo, les decía: Generación de víboras, ¿quién
os enseñó a huir de la ira que vendrá? Haced, pues,
frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros
mismos que tenéis a Abraham por padre. Pues yo os digo que puede
Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras. Ahora, ya también
la segur está puesta a la raíz de los árboles, y todo
árbol que no hace buen fruto es cortado, y echado en el fuego.
6. Y las turbas
lo interrogaban, diciendo: ¿Qué haremos, pues?
7. Y él
les respondió: El que tenga dos túnicas dé una al
que ninguna posee, y el que tenga qué comer haga lo mismo.
8. Y vinieron
también los publicanos, y le preguntaron: ¿Qué haremos,
maestro?
9. Y él
les contestó: No exijáis más de lo que os está
ordenado.
10. Y asimismo
le preguntaron los soldados: Y nosotros ¿qué haremos?
11. Y él
repuso: No causéis extorsión a nadie, ni calumniéis,
y contentaos con vuestras pagas.
12. Y el pueblo
estaba en expectación, y todos pensaban de Juan, en sus corazones,
si sería el Cristo.
13. Mas los
judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que preguntaron
a Juan: Tú, ¿quién eres?
14. Y confesó,
y no negó, mas dijo: No soy el Cristo.
15. Y le preguntaron:
¿Quién eres entonces? ¿Eres Elías? Y dijo:
No lo soy.
16. Y le dijeron:
¿Eres profeta? Y dijo: No.
17. Y le dijeron:
¿Quién eres entonces?
18. Porque
hemos de decirlo a los que nos enviaron. ¿Qué dices tú
de ti?
19. Y contestó:
Yo soy la voz que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
según dijo Isaías profeta.
20. Y los
enviados lo eran de los fariseos.
21. Y le preguntaron:
¿Por qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías,
ni profeta?
22. Y Juan
contestó, y dijo: Yo os bautizo con agua, en penitencia.
23. Mas viene en pos de mí
aquel de quien no somos dignos de desatarle el calzado.
24. Y él
os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.
25. Porque
en su mano está su aventador, y aventará su era.
26. Y guardará
la paja en su hórreo, y hará arder la paja en un fuego inextinguible.
27. Y decía
otras muchas cosas, y evangelizaba al pueblo.
28. Y era
en Bethania, tras el Jordán, donde Juan bautizaba.
Juan bautiza a Jesús
XIV 1.
Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para que Juan lo
bautizase.
2. Mas Juan
se resistía, diciendo: ¿Cómo he de bautizarte yo,
que debo ser bautizado por ti?
3. Y Jesús
le contestó, y le dijo: Sin embargo, nos conviene cumplir con toda
justicia.
4. Y como
todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado.
5. Y al salir
del agua, oró, y vio abrirse los cielos, y el Espíritu Santo,
en forma de paloma, descendió sobre él.
6. Y hubo
una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo directo, en
quien me complazco.
7. Y Juan
lo atestiguó, diciendo: Vi al Espíritu Santo, que bajaba
del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
8. Y yo lo
desconocía, mas el que me envió a bautizar con agua me dijo:
Aquel sobre quien vieres descender y permanecer el Espíritu es quien
bautiza con Espíritu Santo.
9. Y yo lo
vi y atestiguo que es el Hijo de Dios.
Jesús es tentado en el desierto por el demonio
XV 1.
Y entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto
para ser tentado por el diablo.
2. Y, habiendo
ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3. Y llegó
el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se
conviertan en pan.
4. Y él
respondió: Escrito está que no sólo de pan vive el
hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios.
5. Y el diablo
lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre las cúpulas del
templo.
6. Y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, tírate abajo.
7. Porque
escrito está: Él te enviará sus ángeles, y
te alzarán con sus manos, para que tus pies no toquen las piedras.
8. Mas dijo
Jesús: También está escrito: No tentarás al
Señor, tu Dios.
9. Y otra
vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos
los reinos del mundo, y su gloria.
10. Y le dijo:
Todo esto te daré si, postrado, me adoras.
11. Y dijo
Jesús: Vete, Satanás.
12. Porque
está escrito: A Dios, tu Señor, adorarás, y sólo
a él servirás.
13. Y, consumadas
todas las tentaciones, el diablo se fue de él por algún tiempo.
14. Y los
ángeles llegaron y lo servían.
Juan reconoce en Jesús al Mesías
XVI 1.
Y otro día estaban allí Juan y dos de sus discípulos.
2. Y vieron
a Jesús, y dijo Juan: He aquí el cordero de Dios, que quita
los pecados del mundo.
3. Y los dos
discípulos, al oír hablar así a su maestro, se fueron
con Jesús.
4. Y, viendo
Jesús que lo seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
5. Y ellos
le dijeron: Maestro, ¿dónde habitas?
6. Y les dijo:
Venid, y ved.
7. Y vinieron,
y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día,
porque era casi la hora décima.
8. Y Andrés,
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído
a Juan, y los dos hermanos se fueron con Jesús.
9. Y Andrés,
habiendo encontrado a su hermano Simón, le dijo: Hemos hallado al
Mesías, que quiere decir el Cristo.
10. Y lo llevó
a Jesús. Y Jesús le dijo: Tú eres Simón, hijo
de Jonás.
11. Y serás
llamado Cephas, que quiere decir piedra.
Felipe y Nataniel se unen a Jesús
XVII 1.
Y al otro día quiso ir Jesús a Galilea.
2. Y halló
a Felipe, y le dijo: Sígueme.
3. Y Felipe
era de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
4. Y Felipe
encontró a Nataniel, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien Moisés
habló en la ley, y de quien también hablaron los profetas.
5. Es Jesús,
el hijo de José, de Nazareth.
6. Y dijo
Nataniel: ¿Puede salir algo bueno de Nazareth?
7. Y Felipe
le dijo: Ven y ve.
8. Y Jesús
vio venir a Nataniel, y dijo: He aquí un verdadero israelita sin
engaño.
9. Y Nataniel
le dijo: ¿De dónde me conoces?
10. Y respondió:
De antes que Nataniel te llamara; cuando estabas bajo la higuera, te vi.
11. Y Nataniel
repuso: Maestro, tú eres el Hijo de Dios y el rey de Israel.
12. Y Jesús
le dijo: ¿Porque te dije que te vi bajo la higuera crees? Mayores
cosas verás.
13. Y añadió:
En verdad, en verdad os digo que de aquí en adelante veréis
el cielo abierto, y a los ángeles de Dios descender sobre el Hijo
del hombre.
14. Y Jesús,
en virtud del Espíritu, volvió a Galilea.
15. Y su fama
se extendió por todas las regiones inmediatas.
16. Y enseñaba
en las sinagogas, y era glorificado por todos.
Jesús lee en la Sinagoga los libros de Isaías
XVIII 1.
Y vino a Nazareth, donde había sido criado.
2. Y según
su costumbre, entró el sábado en la Sinagoga, y se levantó
para leer.
3. Y le trajeron
el libro del profeta Isaías y lo abrió.
4. Y encontró
el lugar en que estaba escrito: El Espíritu del Señor es
sobre mí.
5. Porque
me ha elegido para dar buenas nuevas a los pobres, y para sanar a los quebrantados
de corazón, y para predicar la libertad de los cautivos, y para
devolver la vista a los ciegos, y para anunciar el año grato del
Señor.
6. Y, enrollando
el libro, lo dio al ministro. Y los ojos de todos, en la Sinagoga, estaban
fijos en él.
7. Y comenzó
a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
8. Y les dijo:
El tiempo es llegado
9. Arrepentíos,
y creed en el Evangelio, porque el reino del cielo está próximo.
Pedro, Andrés, Juan y Jacobo siguen a Jesús
XIX 1.
Y junto a la mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés,
que echaban las redes en el mar, porque eran pescadores.
2. Y les dijo
Jesús: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.
3. Y ellos
dejaron sus redes, y lo siguieron.
4. Y, más
adelante, vio a Jacobo Zebedeo, y a Juan, su hermano, hijo del Zebedeo,
y los llamó.
5. Y ellos
dejaron a su padre en el barco y las redes que remendaban, y se fueron
con él.
6. Y estando
junto al lago de Genezareth, las gentes iban allí para oír
la palabra de Dios.
7. Y vio dos
barcos que estaban junto a la orilla, y los pescadores habían salido
de ellos y lavaban sus redes.
8. Y entrando
en uno de estos barcos, que era de Simón, le pidió que lo
desviase un poco de tierra.
9. Y desde
el barco adoctrinaba a las gentes.
10. Y, cuando
hubo callado, dijo a Simón: Pon la proa al largo y echa las redes
para pescar.
11. Y Simón,
contestando, le dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado, y nada hemos
recogido.
12. Mas, porque
me lo dices, echaré la red.
13. Y, habiéndolo
hecho, capturaron tanta cantidad de pescado, que la red se rompía.
14. Y llamaron
a los compañeros del otro barco, y vinieron, y llenaron de pesca
las barcas tanto, que se sumergían.
15. Y, esto
viendo Simón Pedro, se prosternó ante Jesús.
16. Y decía:
Sepárate de mí, Señor, que soy un pecador.
17. Porque
él y toda su gente estaban temerosos por la gran pesca que habían
conseguido.
18. E igualmente
Jacobo y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
19. Y Jesús
dijo a Simón: No temas, que desde ahora pescarás hombres.
20. Y sus
discípulos creyeron en él.
21. Y condujeron
a tierra los barcos, y lo dejaron todo, y lo siguieron.
Jesús llama al publicano Mateo
XX 1.
Y después de estas cosas, salió. Y vio a un hombre llamado
Mateo, que estaba sentado en el banco de los tributos públicos.
2. Y le dijo:
Sígueme.
3. Y él,
dejando todas las cosas, lo siguió.
Juan contesta a los que le dicen que también bautiza Jesús
XXI 1.
Y Jesús vino con sus discípulos a tierra de Judea, y estaba
allí con ellos, y bautizaba.
2. Y Juan
bautizaba también en Enon, junto a Salim.
3. Porque
había allí abundancia de aguas, y muchos venían, y
eran bautizados.
4. Y entonces
Juan no había sido aún encarcelado.
5. Y entre
los discípulos de Juan y los judíos hubo disputa acerca de
la purificación.
6. Y fueron
a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo tras el Jordán,
y del que diste testimonio, he aquí que bautiza, y todos van a él.
7. Y Juan
contestó y dijo: Nada puede el hombre recibir, si no le fuere dado
por el cielo.
8. Vosotros
sois testigos de que dije: No soy el Cristo, sino el que ha de venir antes
que él.
9. El que
tiene la esposa es el esposo.
10. Mas el
amigo del esposo, que lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo,
y así este gozo mío es cumplido.
11. Él
debe crecer y yo disminuir.
12. El que
viene del cielo es sobre todos.
13. Y lo que
vio y oyó esto testifica, y ninguno recibe su testimonio.
14. Y quien
recibió su testimonio, ése signó que Dios es verdadero.
15. Porque
el que Dios envió las palabras divinas habla, porque no da Dios
el Espíritu por medida.
16. El Padre
envió al Hijo, y todo lo puso en su mano.
17. Y quien
cree en el Hijo tiene la vida eterna.
18. Mas quien
no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios será
sobre él.
19. Y Jesús
oyó que los fariseos habían sabido que él hacía
más discípulos que Juan.
20. Mas él
no bautizaba, sino sus discípulos.
21. Y cuando
Juan fue preso, dejó Judea y se fue a Galilea.
22. Porque
entendió que Juan había sido preso.
23. Y dejó
la ciudad de Nazareth, y vino y habitó en Cafarnaum, villa marítima
en los confines de Zabulón y de la tierra de Nephtalim.
24. Para que
se cumpliese la profecía de Isaías.
25. Que dijo:
Tierra de Zabulón y de Nephtalim, camino del mar, tras el Jordán,
Galilea de gentiles.
26. Y el pueblo,
que erraba en tinieblas, vio una gran luz.
27. Y la luz
alumbró a los que estaban en región y sombra de muerte.
Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña
XXII 1.
Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba
el Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama
corrió por toda la Siria.
4. Y le trajeron
a todos los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos
de los demonios, y los curaba.
5. Y lo siguieron
muchas gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén,
y de Judea, y de la otra orilla del Jordán.
6. Y viendo
venir a las gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó
a doce discípulos, y los denominó apóstoles.
8. Y eran
Simón, a quien llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo,
hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe,
y Bartolomé, y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo,
hijo de Alfeo, y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12. Y Judas
Jacobos y Judas Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo
la boca, y elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados
los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados
los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados
los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados
los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es
el reino de los cielos.
22. Bienaventurados
cuando os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro
perjuicio, a causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos
y alegraos, que grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque
así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
Increpación de Jesús
XXIII 1.
Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay
de vosotros los hartos, porque seréis hambrientos!
3. ¡Ay
de los que ahora reís, porque lloraréis!
4. ¡Ay
de los que sois bendecidos, porque así hacían los padres
de los hombres con los falsos profetas!
5. Yo os digo
a vosotros lo que oís:
Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra
XXIV 1.
Vosotros sois la sal de la tierra.
2. Y si la
sal se evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque
entonces no valdrá más para nada, sino que será echada
fuera y hollada de los hombres.
Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo
XXV 1.
Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad
que está sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda
una lámpara para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero,
para que alumbre a todos los de la casa.
4. Ilumine
así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras,
y glorifiquen a nuestro Padre, que está en los cielos.
5. No he venido
a abolir la Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6. Porque
en verdad os digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una
iota ni una tilde perecerán de la Ley.
7. Y esto,
hasta que se consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera
uno de estos mandamientos mínimos mínimo será llamado
en el reino de los cielos.
9. Mas quien
los cumpliera y enseñare será llamado grande en el reino
del cielo.
10. Y os digo
que, si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de los cielos.
Jesús condena la ira
XXVI 1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque
aquel que matase será culpado.
3. Mas yo
os digo que cualquiera que se airase contra su hermano será culpado
en el juicio.
4. Y quien
dijese a su hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien
le dijese: Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.
Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
XXVII 1.
Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo
contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con
tu hermano.
2. Y entonces
vuelve y ofrece tu presente.
3. Reconcíliate
pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque
no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil
y seas puesto en prisión.
5. Que en
verdad te digo que no saldrás de allí hasta no haber pagado
el último cuadrante.
Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
XXVIII 1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo
os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró
con ella en su corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera
serte causa de escándalo, sácatelo.
4. Porque
vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo
sea echado al infierno.
5. Y si tu
mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala
fuera de ti.
6. Porque
es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea
arrojado al infierno.
Jesús condena el repudio
XXIX 1.
Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle
carta de repudio.
2. Mas yo
os digo: Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación,
hace que ella adultere.
3. Y quien
desposare a la repudiada comete adulterio.
Jesús condena el perjurio y el juramento
XXX 1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que
cumplirás tus juramentos al Señor.
3. Mas yo
os digo: No juréis nunca.
4. Ni por
el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel
de sus pies.
5. Ni por
Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza
jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno
negro.
7. Y no sea
vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque
lo que exceda de esto malo es.
Jesús condena la ley del talión
XXXI 1.
Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo
os digo: No resistáis al mal.
3. Y al que
te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que
quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el
manto.
5. Y al que
te hiciese andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos
mil.
6. Al que
te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con
los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
XXXII 1.
Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia
a tu enemigo.
2. Mas yo
os digo: Amad a vuestros enemigos.
3. Bendecid
a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que
seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque
él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos
e injustos.
6. Porque
si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No
hacen también lo mismo los publicanos?
8. Y si hacéis
bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis?
¿No hacen acaso igual los pecadores?
9. Y si prestáis
a quien os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis
con ello?
10. Porque
también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué
hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
12. Así
que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar
sin esperar nada por ello.
14. Y grande
será así vuestro galardón.
15. Porque
seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos
e ingratos.
16. Sed misericordiosos,
porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad
ser perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.
Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
XXXIII 1.
No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por
ellos.
2. Porque
entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está
en los cielos.
3. Y cuando
repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y plazas.
4. Porque
lo hacen para ser honrados de los hombres.
5. Y os digo
en verdad que ya recibirán su merecido.
6. De modo
que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano
derecha.
7. Para que
tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te
recompensará.
La oración del perfecto cristiano
XXXIV 1.
Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar,
en las sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque
yo os aseguro que ya tendrán su pago.
3. Tú
ora en tu habitación, y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que
ve en lo escondido, te dará pública recompensa.
4. No seáis
extensos al orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar
serán más oídos.
5. No seáis,
pues, como ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis,
lo que os es preciso.
6. Y los discípulos
le dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó
a sus discípulos.
7. Y él
les dijo: Cuando oréis, decid así:
8. Padre nuestro
que estás en los cielos.
9. Santificado
sea tu nombre.
10. Venga
a nosotros tu reino.
11. Hágase
tu voluntad en el cielo y en la tierra.
12. El pan
que nos es necesario dánoslo hoy.
13. Y perdónanos
nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14. Y no nos
hagas caer en la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque
si perdonáis a los hombres sus delitos, los vuestros os serán
perdonados por el Padre celestial.
16. Mas si
no perdonáis a los hombres, tampoco el Padre os perdonará
a vosotros.
Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente
XXXV 1.
Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque
ellos demacran sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad,
ya habrán de recibir lo que merecen.
3. Mas tú,
cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro.
4. Para no
dar a entender que ayunas, más que a tu Padre, que está en
secreto, y ve en lo escondido, y te recompensará.
5. Vended
lo que poseáis y dad limosnas.
6. Y creaos
en el cielo los tesoros que no se pierden.
Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra
XXXVI 1.
No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la
polilla los destruyen.
2. Cread vuestros
tesoros en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque
donde se encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos
son las lámparas de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo
será brillante.
5. Mas si
tus ojos fuesen oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque
si lo que es luz en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán
las que lo son?
Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores
XXXVII 1.
Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque
amará al uno y odiará al otro, o al uno despreciará
y al otro se allegará.
3. No es posible
servir a Dios y a Mammón.
Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento
XXXVIII 1.
Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis
de comer o por lo que habéis de vestir.
2. ¿No
es la vida más que la comida? ¿No es más el cuerpo
que la ropa?
3. Ved los
pájaros del cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro
Padre celeste los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién
de vosotros podrá, por más que se atormente, añadir
un solo codo a su estatura?
6. ¿Por
el vestido os desveláis? Ved los lirios del campo.
7. Ellos crecen
y no trabajan ni hilan.
8. Y os digo
que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios
hace esto con las plantas del campo, que están destinadas al horno,
¿qué no hará con vosotros?
10. No tengáis,
pues, cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué
beberemos, y qué haremos?
11. Porque
esto todos lo preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad
el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por
añadidura.
13. No os
afanáis, pues, por el día de mañana.
14. Porque
el día de mañana traerá su fatiga. Basta a cada día
su propio afán.
Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados
XXXIX 1.
No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque
así como juzguéis, os juzgarán.
3. No condenáis
y no se os condenará.
4. Perdonad
y seréis perdonados.
5. Dad y se
os dará. Medid bien y bien os medirán.
6. ¿Por
qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el
tuyo?
7. ¿Y
cómo, hipócrita, dirás a tu hermano: Deja que te quite
la paja de tu ojo, si no ves la viga en el tuyo?
8. Quita primero
la viga de tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja
del ojo de tu hermano.
9. No echáis
lo santo a los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las
huellen y vuelvan y os destruyan.
Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha
XL 1.
En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que
busca halla, y al que llama se le abrirá.
3. ¿Quién
de vosotros, si vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y
si le piedese un pez le dará una serpiente?
5. Pues si
vosotros, que sois malos, hacéis buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿qué no hará vuestro Padre que está
en los cielos?
6. ¿No
dará buenas dádivas a quienes se las piden?
7. Haced,
pues, a los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque
así lo dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad
por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que
lleva a la perdición.
10. Y los
que los siguen son muchos.
Jesús da consejos contra los falsos profetas
XLI 1.
Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque
se os acercarán vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus
frutos los conoceréis. Porque no es buen árbol el que da
malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
4. El hombre
bueno del tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre
malo del mal tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia
habla su boca.
6. Todo árbol
que no ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque
así, por sus obras los conoceréis.
Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos
XLII 1.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos.
2. Sino el
que cumpliese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque
muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No
profetizamos en tu nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5. Y entonces
les diré que nunca los conocí.
6. Apartaos
de mí, hacedores de iniquidades.
Parábola del hombre que edificó sobre arena
XLIII 1.
A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre roca.
2. Y cayó
lluvia, y vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque
estaba cimentada sobre piedra.
3. Y al que
me oye y no me cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó
su casa sobre arena.
4. Y vinieron
lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando
Jesús acabó de decir estas palabras, las gentes se admiraban
de su doctrina.
6. Porque
adoctrinaba al modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los
fariseos.
Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades
XLIV 1.
Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó
a sus doce discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para
curar toda enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió
a predicar el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de
los gentiles.
5. Y no vayáis
a ciudad de samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo
de Israel.
6. Predicad
y decid: El reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos,
purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues
de gracia recibís el don, dadlo de gracia.
9. No recojáis
oro ni otro metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis
alforjas, ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque
el que trabaja merece su alimento.
12. En cualquier
ciudad o aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella,
y permaneced en su casa.
13. Curad
los enfermos que haya allí.
14. Y entrando,
saludad, diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los
de la casa fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si
no fuesen dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde
no os recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid
el polvo de vuestros pies en testimonio.
19. Porque
os digo en verdad que el día del juicio el castigo será más
pesado para ellos que para los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí
que os envío como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes
como serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos
de los hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán
en sus sinagogas.
23. Y aun
os llevarán los gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando
os lleven a las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis
por lo que habéis de decir.
25. Porque
en aquel momento os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis
vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en
vosotros.
27. Y el hermano
entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los
hijos es rebelarán contra los padres y los harán morir.
29. Y todos
os odiarán por causa mia.
30. Mas quien
persevere hasta el fin será salvado.
31. Y cuando
os persiguiera en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque
os digo en verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel,
que no venga el Hijo del hombre.
33. El discípulo
no es más que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta
al discípulo imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al
padre de la familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han
de llamar a los de su casa?
36. No los
temáis, pues. Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que
os digo en tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído
predicadlo desde las azoteas.
38. Porque
yo os digo, amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque
no pueden matar las almas.
40. Mas temed
a quien puede perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros
pueden venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la
voluntad de vuestro Padre.
42. Porque
hasta vuestros cabellos están contados. No temáis, pues,
porque más valéis vosotros que los pájaros.
43. A todo
el que se me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi
Padre, que está en los cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que
me negare ante los hombres, en esta generación adúltera y
pecadora.
45. Yo lo
negaré ante mi Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo
del hombre lo confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre
con sus ángeles.
47. Porque
no he venido a poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré
los hombres y las casas.
49. He venido
a hacer a los hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de
sus madres.
50. Y
a las nueras de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien
ama a sus padres más que a mí no es digno de mí.
52. Y quien
no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser
mi discípulo.
53. Quien
ganare su vkja la perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien
a vosotros os recibe a mí me recibe.
55. Y quien
me recibe recibe al que me envió.
56. El que
recibe profeta en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que
recibe justo en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera
que a uno de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría
os digo que no dejará de ser recompensado.
59. Y cuando
Jesús hubo adoctrinado así a sus discípulos, se fue
a predicar y a enseñar en las ciudades.
60. Y sus
discípulos predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios,
y ungían, y sanaban.
Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea
XLV 1.
Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de
Galilea.
2. Y la madre
de Jesús estaba allí.
3. Y Jesús
y sus discípulos fueron convidados también a la boda.
4. Y como
faltaba vino, la madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen
vino.
5. Y dijo
Jesús: ¿A qué vienes, mujer? Aún no ha llegado
mi hora.
6. Y su madre
dijo a los sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había
allí seis recipientes de piedra para agua, según la costumbre
de purificación de los judíos.
8. Y hacían
cada uno como tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos
de agua.
9. Y llenáronlos
hasta arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste
gustó el agua, que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde
era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó
al esposo, y le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor
cuando los asistentes están embriagados.
12. Mas tú
has guardado el buen vino hasta ahora.
13. Y así
manifestó primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.
Jesús cura a un leproso
XLVI 1.
Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso
se llegó, y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú
quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús
dijo: Quiero, sé puro.
4. Y la lepra
se fue de él y quedó limpio.
5. Y Jesús
dijo: No cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y
ofrenda lo que Moisés preceptúa, en testimonio.
6. Mas cuando
marchó, comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que
Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad.
7. Sino que
había de estar en lugares desiertos, pero de todas partes venían
a él.
Jesús cura al siervo del centurión
XLVII 1.
Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y
le rogó, diciendo:
2. Señor,
un siervo mío yace en casa paralítico.
3. Y dijo
Jesús: Yo iré y lo curará.
4. Y contestó
el centurión: Señor, yo no soy digno de que tú entres
bajo mi techo.
5. Sino que
basta tu palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque,
aunque yo soy un hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis
soldados obedezcan.
7. Y si digo:
Id, van, y si digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús
lo oyó admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta
fe en Israel.
9. Y digo
que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán
con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.
10. Y quienes
son hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores,
y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
11. Y dijo
Jesús al centurión: Vete, y será hecho, puesto que
tú has creído.
12. Y el centurión
volvió a su casa, y su siervo fue curado.
Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro
XLVIII 1.
Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía
con fiebre.
2. Y él
extendió su mano y la fiebre desapareció.
3. Y ella
se levantó y los atendía.
Jesús resucita a un difunto
XLIX 1.
Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban
con él sus discípulos y gran muchedumbre.
3. Y cerca
de la puerta de la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo
único de su madre, que era viuda, y con ella venía mucha
gente de la ciudad.
5. Y el Señor,
cuando la vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6. Y se acercó
al ataúd y se pararon los que lo portaban.
7. Y dijo:
Mancebo, levántate.
8. Y se levantó
el que había muerto, y principió a hablar.
9. Y todos
tuvieron gran temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha
surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama
de esto corrió por toda Judea y por las comarcas cercanas.
Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías
L 1.
Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó
a los demonios con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que
se cumpliese lo que profetizó Isaías:
4. Él
recibió nuestras enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5. Y viendo
Jesús muchas gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.
Un escriba se acerca a Cristo
LI 1.
Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde
fueres.
2. Y dijo
Jesús: Las zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo
nidos.
3. Mas el
Hijo del hombre no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4. Y dijo
a los demás: Seguidme.
5. Y uno le
contestó: Señor, permíteme primero ir a enterrar a
mi padre.
6. Y contestó
Jesús: Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro
le dijo: Señor, te seguiré si antes me permites renunciar
a lo que hay en mi casa.
8. Y Jesús
dijo: Ninguno que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.
Jesús manda a las olas y a la tempestad
LII 1.
Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo
en el mar un gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él
dormía. Y sus discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole:
Señor, sálvanos, que perecemos.
5. Y él
les dijo: ¿Por qué temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose,
mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el
mar se tranquilizó.
8. Y los hombres
se admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien
obedecen el mar y el viento?
Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos
LIII 1.
Y llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los
gergesenos.
2. Y cuando
salieron a tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban
de los sepulcros.
3. Y tenían
un aspecto espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4. Y estaban
endemoniados hacía mucho tiempo.
5. Y no tenían
casa, ni ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie
los podía atar, ni aun con cadenas.
7. Porque
muchas veces habían sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos
rompían grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día
y noche andaban por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos,
e hiriéndose con las piedras.
10. Y
viendo a Jesús de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando
una gran voz, dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús,
Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has
venido a atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús
dijo: Espíritus inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué
nombres tenéis?
14. Y contestaron:
Legión.
15. Porque
habían entrado en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron
que no los echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca
de allí había muchos puercos pastando.
18. Y los
demonios dijeron: Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús
les dijo: Id.
20. Y ellos
salieron y entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron
en el mar.
21. Y en el
mar se ahogaron unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron
a la ciudad, y contaron lo que había ocurrido con los demonios en
el campo.
23. Y salieron
los ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho
Jesús.
24. Y llegaron,
y vieron a los que habían estado poseídos, sentados y vestidos,
y en su juicio cabal, y temieron.
25. Y le rogaron
que saliese de su territorio.
26. Y cuando
Jesús entraba en la embarcación, los que habían estado
poseídos le rogaron que los dejase ir con él.
27. Mas él
no lo permitió, y les dijo:
28. Id a vuestra
casa, con los vuestros.
29. Y contad
lo que ha hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha
tenido.
30. Y se fueron
a Decápolis, y empezaron a pregonar lo que Jesús había
hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús
cruzó las olas, y se fue a su ciudad.
Curación de un paralítico
LIV 1.
Y he aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían
ponerlo ante Jesús.
3. Mas no
podían, por la gente que lo rodeaba.
4. Y subieron
a un tejado, y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho
del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo
Jesús su fe, dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque
tus pecados te son perdonados.
7. Y los escribas
y fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque
quién más que Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús
conoció sus pensamientos.
10. Y contestando
a ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué
es más fácil de decir: Tus pecados te son perdonados, o:
Levántate y anda?
12. Y para que veáis
que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados,
digo al paralítico:
13. Levántate,
toma tu lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico
se levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando
a Dios.
15. Y todos
fueron maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían
gran temor, y decían: Gran milagro vimos hoy.
17. Y alababan
a Dios, que tal potestad dio a los hombres.
Jesús cura a un ausente
LV 1.
Y después de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí
donde había convertido el agua en vino.
3. Y estaba
allí un régulo, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús
había venido de Judea a Galilea.
5. Y fue a
él, y le rogó que bajase y sanase a su hijo, porque estaba
en la agonía.
6. Y dijo
Jesús: Si no veis signos y prodigios, no creéis.
7. Y el régulo
le dijo: Señor, ven antes que mi hijo muera.
8. Y Jesús
le dijo: Vete.
9. Porque
tu hijo vive.
10. Y el hombre
creyó en la palabra de Jesús, y se fue.
11. Y cuando
llegaba, sus siervos llegaron a él, y le dijeron: Tu hijo vive.
12. Y él
preguntó a qué hora se puso mejor.
13. Y le dijeron:
Ayer, a la hora séptima, remitió la fiebre.
14. Y el padre
comprobó que era aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu
hijo vive.
15. Y creyó
él y todos los de su casa.
Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos
LVI 1.
Y vino Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando
sentado a su mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores.
3. Y comían
y bebían con Jesús y con sus discípulos.
4. Porque
eran muchos los que lo seguían.
5. Y viendo
los escribas y fariseos que comía y bebía con pecadores y
publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo
es que vuestro maestro bebe y come con pecadores y con publicanos?
7. Y Jesús
oyó, y dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
8. Misericordia
quiero y no sacrificio.
9. Porque
no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
10. Y ellos
le dijeron: Los discípulos ayunaban y hacían oblaciones,
como los fariseos.
11. ¿Cómo
es que tus discípulos no ayunan?
12. Y dijo
Jesús: ¿Pueden los convidados a una boda, cuando el esposo
está con ellos, ayunar?
13. No pueden
ayunar mientras el esposo está con ellos.
14. Mas ya
vendrán días en que no esté el esposo, y ayunarán.
15. Y les
hizo esta otra comparación:
16. Nadie
remienda ropa vieja con paño nuevo.
17. Porque
el remiendo tiraría de lo viejo y sería mayor la rotura.
18. Nadie
pone vino nuevo en odres viejos.
19. Porque
el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el
vino nuevo en odres nuevos ha de guardarse.
Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder
LVII 1.
Y los escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos ver un signo
tuyo.
3. Y él
respondió, y les dijo: Mala y adulterina es la generación
que pide señal.
4. Mas no
le será dado otro signo, sino el del profeta Jonás.
5. Porque
así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días
y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días
y tres noches en el corazón de la tierra.
6. Y los hombres
de Nínive se levantarán en el día del juicio, y condenarán
a esta generación.
7. Porque
ellos se arrepintieron cuando les predicó Jonás.
8. Y he aquí
a quien es más que Jonás.
9. La reina
del Sur se levantará en el día del juicio y condenará
a esta generación.
10. Porque
vino del confín de la tierra para oír la sabiduría
de Salomón.
11. Y aquí
hay quien es más que Salomón.
12. Cuando
el espíritu inmundo sale del hombre, anda por sitios secos, buscando
reposo, y no lo halla.
13. Y dice:
Me volveré a mi casa, de la que salí.
14. Y vuelve,
y la halla vacante, barrida y adornada.
15. Y entonces
toma otros siete espíritus aún peores, y entran, y habitan
allí.
16. Y las
cosas últimas del hombre son peores que las primeras, y así
ha de ocurrir a esta generación perversa.
Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús
LVIII 1.
Y cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía:
Bendito sea el vientre que te llevó, y los pechos en que mamaste.
3. Y él
contestó: Benditos más bien los que oyen la palabra de Dios,
y la cumplen.
Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver
LIX 1.
Y cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos estaban
fuera, y le querían hablar.
2. Y uno le
dijo: Ahí están tu madre y tus hermanos, y quieren verte.
3. Y él
contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
4. Y extendiendo
la mano hacia sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y
mis hermanos.
5. Porque
todo el que hiciese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos,
y mi hermano, y mi hermana, y
mi madre.
Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga
LX 1.
Y, cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga,
que se llamaba Saivo.
2. Y lo adoró,
y le dijo: Mi hija va a morir.
3. Ven y pon
las manos sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús
salió con él y con sus discípulos.
5. Y he aquí
que vino una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce
años.
6. Y había
ido a muchos médicos, y ninguno la podía curar.
7. Sino que
había gastado cuanto tenía y cada vez estaba peor.
8. Y llegó
por detrás de Jesús y tocó su vestido.
9. Porque
decía: Con sólo tocar su vestido seré sanada.
10. Y el flujo
de sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba libre
de aquella plaga.
11. Y Jesús
sintió la virtud que había salido de él.
12. Y dijo:
¿Quién me ha tocado?
13. Y todos
lo negaron, y Pedro dijo: Maestro, la turba te oprime, y tú preguntas:
¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús
contestó: Alguien me ha tocado.
15. Porque
he sentido salir fuerza de mi.
16. Y miraba
alrededor para ver quién había sido.
17. Y entonces
la mujer, temiendo, se puso a sus pies, y dijo lo que había hecho,
y que había sido sanada.
18. Y él
le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sana de tu dolencia.
19. Aún
estaba hablando, cuando vinieron al príncipe de la sinagoga y le
dijeron: Tu hija ha muerto ya; no molestes más al maestro.
20. Y Jesús,
oyendo esto, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree,
y será salvada.
22. Y no permitió
que fuesen con él más que Pedro, y Jacobo, y Juan, hermano
de Jacobo.
23. Y llegó a casa del príncipe
de la sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando
les dijo: ¿Por qué lloráis?
25. La muchacha
no ha muerto, sino duerme.
26. Y ellos
se reían, diciendo que sí estaba muerta.
27. Y él
hizo salir a todos, y sólo dejó al padre y a la madre de
la muchacha, y a los que estaban con él.
28. Y entró
donde estaba la muchacha, y dijo: Talitha, cuni, que quiere decir:
Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha
resucitó y anduvo. Y tenía doce años.
30. Y todos
sintieron el más grande asombro; mas él les encargó
que nadie lo supiese. Y pidió de comer.
Jesús cura a dos ciegos
LXI 1.
Y dos ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor
misericordioso, hijo de David.
3. Y Jesús
les dijo: ¿Creéis que puedo haceros ver?
4. Y ellos
dijeron: Creemos, Señor.
5. Y él
los tocó, diciendo: Hágase lo que creéis.
6. Y sus ojos
fueron abiertos.
7. Y Jesús
les dijo: Ved de no decir esto.
8. Mas ellos
lo publicaron por todas partes.
9. Y le presentaron
a un mudo, que estaba poseído de un demonio.
10. Y arrojó
al demonio que estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente
se admiró, y decía: Nunca se vio esto en Israel.
12. Sin duda
que éste es hijo de David.
Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo
LXII 1.
Mas los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de
los demonios, echa fuera los demonios.
2. Mas él
los entendió, y les dijo: Si algún reino está dividido,
no puede subsistir.
3. Y si Satanás
se dividiese contra sí mismo, no podría subsistir.
4. Nadie puede
saquear al valiente entrando en su casa, a no ser que antes ate al valiente
y entonces entre en su casa.
5. Quien no
está conmigo está contra mi.
6. Y yo os
digo que todos los pecados y blasfemias les serán perdonados a los
hombres.
7. Mas no
las blasfemias contra el Espíritu Santo.
8. Y será
perdonado quien blasfeme contra el Hijo del hombre.
9. Mas quien
blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en
este siglo, ni en el futuro.
10. O haced
bueno el árbol y buenos los frutos, o haced malo el árbol
y malos los frutos.
11. Porque
por los frutos conoceréis el árbol.
12. Generación
de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, si sois
malos?
13. Porque
de la abundancia del corazón habla la boca.
14. El hombre
bueno aprovecha bien el buen tesoro.
15. Mas el
hombre malo usa mal el mal tesoro.
16. Porque
os digo en verdad que de toda palabra inútil que hablen los hombres
les será exigida cuenta en el día del juicio.
17. Y tus
palabras te justificarán o tus palabras te condenarán.
Marta recibe a Jesús en su casa
LVIII 1.
Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió
en su casa.
2. Y tenía
una hermana llamada María.
3. Y María
se sentaba a los pies de Jesús, y oía su palabra.
4. Y Marta,
mientras tanto, se ocupaba en muchas faenas.
5. Y vino
y dijo: Señor, ¿no ves cómo mi hermana me deja servir
sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo
el Señor: Marta, muy ocupada estás, y con tus muchos quehaceres
estás turbada.
7. Mas una
cosa sola es necesaria, y María eligió la parte que no le
será quitada.
Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús
LXIV 1.
Y Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros
que hacía Jesús.
2. Y le envió
dos de sus discípulos, diciendo: ¿Eres tú el que había
de venir?
3. ¿O
hemos de esperar a otro?
4. Porque
curaba muchos enfermos, y daba vista a los ciegos, y expulsaba espíritus
malos.
5. Y él
contestando les dijo: Decid a Juan lo que veis y oís.
6. Los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos
son resucitados, y les es anunciado a los pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado
es el que no se escandaliza de mí.
9. Y cuando
se fueron, Jesús empezó a hablar de Juan a las gentes:
10. ¿Qué
fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11. ¿Qué
fuisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido?
12. Mas los
que llevan vestidos preciosos están en casa de los reyes.
13. ¿Qué
salisteis a ver? ¿Un profeta?
14. Pues yo
os digo que más que un profeta.
15. Porque
de éste es de quien está escrito: Yo envío ante ti
mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad
os digo que entre los nacidos de mujer no hubo otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el
que es el menor en el reino de los cielos, es mayor que él.
18. Desde
el tiempo de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace
fuerza, y los violentos lo arrebatan.
19. Porque
todos los profetas, y la Ley, hasta Juan, profetizaron.
20. Si queréis
recibir, éste es Elías, el que había de venir.
21. Y quien
tenga oídos que oiga.
22. Mas, ¿a
qué compararé esta generación?
23. Semejantes
son a niños que se sientan en las plazas.
24. Y gritan
a sus compañeros: Os tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos,
y no os lamentasteis.
25. Vino Juan,
que no comía ni bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino
el Hijo del hombre que come y bebe.
27. Y dicen:
He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos
y pecadores.
28. Mas la
sabiduría está justificada por sus hijos.
Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros
LXV 1.
Y entonces empezó a reprender a las ciudades en que había
hecho milagros.
2. Porque
no se había arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay
de ti, Chorazaim! ¡Ay de ti, Bethsaida!
4. Porque
si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los prodigios que se han hecho
en vosotras, cilicios y ceniza hubieran hecho penitencia.
5. Os digo
en verdad que Tiro y Sidón serán más perdonadas, en
el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú,
Cafarnaum, que hasta el cielo fuiste exaltada, ¿hasta qué
infierno serás descendida?
7. Porque
si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hubiera
permanecido hasta ahora.
8. Digo, en
verdad, que la tierra de los sodomitas será más perdonada,
en el día del juicio, que tú.
Jesús elige otros setenta y dos discípulos
LXVII 1.
Y el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba
delante de sí, de dos en dos, a toda ciudad o lugar a que había
de ir.
3. Y les decía:
Quien os oye me oye. Quien os recibe me recibe.
4. Y aquel
que os rechaza me rechaza.
5. Y volvieron
con júbilo, diciendo: Señor, hemos expulsado demonios en
nombre tuyo.
6. Y él
les dijo: Yo veía a Satán como un rayo cayendo del cielo.
7. Yo os doy
potestad de pisar las serpientes y los escorpiones.
8. Y sobre
todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe.
9. No os gocéis
con que los espíritus os estén sometidos.
10. Antes
regocijaos de que vuestro nombre esté escrito en el reino de los
cielos.
11. Y en esta
hora se exaltó el Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te
alabo, Padre y Señor del cielo y de la tierra.
13. Porque
escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los
ignorantes.
14. Porque
así, Padre, te plugo.
15. Todo me
es entregado de mi Padre.
16. Y nadie
sabe quién es el Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién
es el Padre, más que el Hijo.
18. Y aquel
a quien el Hijo se lo quisiese revelar.
19. Y se volvió
a sus discípulos y les dijo:
20. Venid
a mí todos los que trabajáis y yo os aliviará.
21. Tomad
mi yugo sobre vuestras almas con corazón humilde.
22. Porque
mi yugo es leve.
23. Y quien venga
a mí, y no haya dejado a sus padres y a sus hijos y a sus hermanos,
no puede ser mi discípulo.
24. Porque
quien no cargue con su cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que
no renuncie a cuanto posee no puede ser mi discípulo.
Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús
LXVIII 1.
Y un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos
arrancaban espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2. Y algunos
fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es
lícito en sábado?
3. Y Jesús
les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo
David cuando él y los que lo acompañaban tuvieron hambre?
4. Porque
entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición.
5. Y él
y los que lo acompañaban comieron lo que sólo era lícito
comer a los sacerdotes.
6. Y les dijo:
El Hijo del hombre es Señor del sábado.
7. ¿No
habéis leído en la Ley que los sábados en el templo
los sacerdotes profanan el sábado y no tienen delito?
8. Pues yo
os digo que algo mayor que el templo está aquí.
9. El sábado
se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.
Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca
LXIX 1.
Y otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había
allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
3. Y los escribas
y fariseos miraban a Jesús.
4. Por ver
si curaba en sábado y poder acusarlo.
5. Mas Jesús
conoció lo que maquinaban y dijo al hombre que tenía la mano
seca:
6. Levántate
y sal aquí en medio. Y él lo hizo.
7. Y Jesús
dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el
bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar
una vida o perderla?
9. Y miró
a todos y dijo al hombre: Extiende tu mano.
10. Y él
la extendió y su mano quedó curada.
11. Y Jesús
dijo a los fariseos: ¿Qué hombre de vosotros, que tenga una
oveja, y en sábado le cayera en un pozo, no la sacará? ¿No
es mejor un hombre que una oveja?
12. Lícito
es, en sábado, hacer el bien.
13. Y ellos
tuvieron gran ira, y dialogaban sobre lo que podrían hacer con Jesús.
14. Y Jesús
lo sabía y se apartó de allí.
15. Y lo seguían
muchos y los curaba.
16. Y les
decía que no lo relatasen.
17. Para que
se cumpliese lo que profetizó Isaías, cuando dijo:
18. He aquí
mi siervo predilecto, el que he escogido, para que en él se recree
mi espíritu.
19. Él
anunciará el juicio a los gentiles.
20. Mas no
discutirá, ni clamará, ni se oirá por las calles su
voz.
21. La caña
cascada no quebrará y el pabilo humeante no apagará.
22. Hasta
que no salga con victoria del juicio.
23. Y en su
nombre tendrán esperanza las gentes.
Jesús sube al monte a hacer oración
LXX 1.
Y cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda
la noche estuvo elevando oraciones a Dios.
3. Y cuando
lo hubo efectuado, llamó a sus discípulos.
4. Y saliendo
de casa, fueron junto al mar.
5. Y había
congregadas muchas gentes. Y Jesús entró en una barca, y
les habló en parábola, diciendo:
Parábola del sembrador
LXXI 1.
He aquí que el sembrador salió a sembrar.
2. Y parte
de la simiente cayó en el sendero y fue pisada.
3. Y las aves
del cielo vinieron y la devoraron.
4. Y otra
parte cayó en sitios pedregosos, donde había poca tierra.
5. Y ésta
brotó en seguida, por la poca profundidad que tenía de tierra.
6. Más
salió el sol y se agosté, porque no tenía raíz.
7. Y otra
parte cayó entre espinos y los espinos la ahogaron:
8. Mas otra
parte cayó en buena tierra.
9. Y dio fruto,
al ciento por uno, y al sesenta por uno, y al treinta por uno.
10. Y clamó
diciendo: Quien tenga oídos, que oiga.
Parábola del trigo y la cizaña
LXXII 1.
Y les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino
de los cielos es semejante al hombre que sembró buena simiente en
su campo.
3. Mas cuando
dormían los hombres, vino su enemigo
4. Y sembró
cizaña entre el trigo y se fue.
5. Y cuando
creció la hierba y fructificó, surgió también
la cizaña.
6. Y los siervos
del padre de la familia llegaron y dijeron: Señor, ¿no sembraste
buena simiente? ¿Cómo es, pues, que tiene cizaña?
7. Y él
les dijo: Un hombre enemigo nuestro ha hecho esto.
8. Y los siervos
le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la quitemos?
9. Y él
les dijo: No, no sea que arrancando la cizafla arranquéis también
el trigo.
10. Mas dejadlo
crecer todo y, cuando llegue la siega, yo diré a los segadores:
11. Recoged
primero la cizaña y atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged
el trigo en el granero.
Parábola del grano de mostaza
LXXIII 1.
Y les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de los
cielos es como un grano de mostaza, que un hombre sembró en su huerto.
2. Y es el
más pequeño entre todos los granos de simiente.
3. Mas cuando
crece, se hace tan grande, que los pájaros del cielo vienen y anidan
en sus ramas.
Parábola de la levadura
LXXIV 1.
Y aún les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante
a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas
de harina, hasta que todo quedó fermentado.
2. Y Jesús
habló así por parábolas a las gentes.
3. Y no les
hablaba sin parábolas.
4. Para que
se cumpliese lo que vaticinó el profeta, que dijo: Abriré
mi boca con parábolas, y diré cosas escondidas desde la fundación
del mundo.
5. Y los discípulos
llegaron y le dijeron: ¿Qué nos has querido decir en parábolas?
6. Y él
les respondió: El misterio del reino de los cielos os es dado a
vosotros, pero no a los demás.
7. Y a ellos
les hablo en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no oigan,
ni entiendan.
8. Para que
se cumpla la profecía de Isaías: Oyendo no oísteis
y viendo no visteis.
9. Dichosos
vuestros ojos que ven, y vuestos oídos que oyen.
10. Porque
de cierto os digo que muchos profetas y justos, pudiendo ver, no vieron,
y pudiendo oír, no oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
LXXV 1.
Habéis oído la parábola del sembrador.
2. El que
oye y no ve es el de junto al camino.
3. Y el diablo
viene y quita lo que fue sembrado en su corazon.
4. Y el que
oyó con gozo es la simiente que cayó en un pedregal.
5. Y como
no tenía raíces, cedió a las tribulaciones y persecuciones.
6. Y la que
cayó entre espinas son los que oyeron, mas son solicitados de los
cuidados del siglo y fue en ellos sofocada la palabra.
7. Mas la
que cayó en buena tierra es la que oyó y entendió
la palabra, y perseveré, y obtuvo ciento por uno, y sesenta por
uno, y treinta por uno.
Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
LXXVI 1.
Porque el reino de Dios es así:
2. Si se siembra
bien, y se vigila constantemente, primero germina el grano.
3. Y crece
la hierba, y luego la espiga, y al fin ésta se llena de fruto.
4. Y, despedidas
las gentes, Jesús vino a casa.
5. Y sus discípulos
le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del
campo.
6. Y él
les contestó: Quien siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
7. Y el campo
es el mundo y la buena simiente son los hijos del reino de los cielos.
8. Y la cizaña
son los hijos del malo y el que la sembró es el diablo.
9. Y la siega
es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles.
10. Y el Hijo
del hombre enviará sus ángeles, y tomarán de su reino
todos los escándalos.
11. Y los
pondrán en el camino ardiente y allí será el crujir
de dientes y el lloro.
12. Y los
justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
13. El que
tenga oídos para oír que oiga.
Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red
LXXVII 1.
El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo.
2. Y cuando
un hombre lo halla, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
3. Y es semejante
al mercader que busca buenas perlas.
4. Y hallando
una perla preciosa, vendió cuanto tenía y la compró.
5. Y es igualmente
el reino de los cielos como la red que, lanzada al mar, recoge toda clase
de pescados.
6. Y cuando
está llena, la saca, y se eligen los peces buenos, y se echan fuera
los malos.
7. Y esto
pasará en la consumación de los siglos.
8. Porque
vendrán los ángeles y apartarán a los malos de los
justos.
9. Y los pondrán
en el lugar del fuego y allí será el llanto y el rechinar
de dientes.
10. Y les
preguntó: ¿Entendéis? Y ellos dijeron: Entendemos.
11. Y él
les dijo: Por eso es que todo escriba docto en el reino de los cielos,
es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas
viejas.
12. Y cuando
Jesús hubo dicho estas parábolas, se fue de allí.
Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él
LXXVIII 1.
Y vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían:
¿Dónde adquirió esta sapiencia y los prodigios que
obra?
3. ¿No
es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?
4. ¿Y
no es su padre José, y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón,
y Judas?
5. Y ¿no
están sus hermanos con nosotros? ¿De dónde ha sacado
todo esto?
6. Y se escandalizaban
de él.
7. Y él
les dijo: Sin duda que me diréis: Médico, cúrate a
ti mismo.
8. Haz aquí,
en tu tierra, alguna de las cosas que hemos oído que has hecho en
Cafarnaum.
9. Mas os
digo en verdad que nadie es profeta en su patria, ni en su casa.
10. Y no hizo
allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
11. Y les
dijo: Os digo en verdad que muchas viudas había en Israel en los
días de Elías.
12. Cuando
el cielo fue cerrado por espacio de tres años y medio, y hubo gran
hambre en toda la tierra.
13. Mas a
ninguna fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta de Sidón.
14. Y muchos
leprosos había en Israel en tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno
fue limpio, sino el sirio Naaman.
16. Y cuantos
estaban en la sinagoga se llenaron de ira.
17. Y se levantaron
y lo sacaron de la ciudad.
18. Y lo llevaron
a la cumbre del monte en que está edificada la ciudad, porque querían
despeñarlo.
19. Mas él
pasó por entre ellos y se fue.
Herodes hace degollar a Juan
LXXIX 1.
Y en aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a Juan.
2. A causa
de Herodías, mujer de su hermano Felipe, que él tenía
consigo.
3. Porque
Juan había dicho a Herodes: No te es lícito tenerla.
4. Y Herodes
quería matar a Juan.
5. Mas no
podía, porque temía al pueblo, que consideraba profeta a
Juan.
6. Y así
Herodes, queriendo matarlo, temía, y lo sabía varón
justo y santo, y lo oía con agrado.
7. Mas celebrándose
el natalicio de Herodes, estaban con él los príncipes y tribunos,
y otros notables de Galilea.
8. Y entró
la hija de Herodías, y danzó, y agradó a todos.
9. Y dijo
Herodes a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
10. Y aun
le juró: Porque te daré lo que me pidas, hasta medio reino
mío.
11. Y ella
salió y dijo a su madre: ¿Qué pedirá?
12. Y ella
dijo: La cabeza de Juan Bautista.
13. Y la muchacha
entró y dijo: Quiero que me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey
se contristó por el juramento y por los que estaban en la mesa.
15. Mas hizo
degollar a Juan en la cárcel, y trajeron la cabeza en un plato,
y la dieron a la muchacha, y ella la llevó a su madre.
16. Y sabiéndolo
sus discípulos, recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron
a decírselo a Jesús.
18. Y Herodes
oyó la fama de Jesús.
19. Porque
unos decían que era Juan el Bautista, y por eso obraba milagros.
20. Y otros
que era Elías, o alguno de los profetas antiguos, que había
resucitado.
21. Y Herodes
dijo: A Juan Bautista lo degollé yo. ¿Quién será
éste que hace tales cosas? Y quería verlo.
22. Y Jesús,
cuando lo oyó, embarcó en una lancha, y se fue a un sitio
desierto.
23. Y muchas
gentes fueron allí e iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús
tenía misericordia y curaba a los que estaban enfermos.
Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces
LXXX 1.
Y cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le dijeron:
2. Despide
a las gentes, para que vayan a comer a las aldeas cercanas, porque aquí
estamos en un lugar desierto.
3. Y dijo
Jesús: No necesitan irse; dadles de comer vosotros.
4. Y Felipe
contestó: Ni aun doscientos denarios de pan bastarían para
darles de comer.
5. Y Jesús
dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés,
hermano de Simón Pedro, dijo: Cinco panes y dos peces tiene un niño
que está aquí. ¿Cómo los vamos a repartir entre
tantos?
7. Y dijo
Jesús: Haced recontar la gente. Y se colocaron por partidas de ciento
y de cincuenta.
8. Y Jesús
miró al cielo, y tomó los panes y los peces y los bendijo.
9. Y los distribuían
a los discípulos y los discípulos los distribuían
a las gentes.
10. Y todos
comieron hasta quedar hartos.
11. Y con
los restos se llenaron doce canastos. Y los que comieron fueron en número
de cinco mil, aparte de las mujeres y los niños.
12. Y mandó
a sus discípulos que lo precedieran, yendo en el barco a Bethsaida,
mientras él despedía a las gentes.
13. Y aquellos
hombres, viendo la señal que Jesús había dado, decían:
En verdad, éste es el profeta que había de venir al mundo.
14. Y entendiendo
Jesús que iban a venir para arrebatarlo y hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió
a la gente y huyó a un monte, solitario, para orar.
Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía
LXXXI 1.
Y cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra
y la barca en medio de la mar.
2. Y los vientos
eran contrarios. Y viendo fatigados a sus discípulos, que bogaban,
a cosa de la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre
el mar, porque quería precederlos.
3. Y viéndolo
que andaba sobre la mar, ellos fueron turbados y clamaban, diciendo: Fantasma
es.
4. Mas él
dijo: Tened confianza. No temáis, porque soy yo.
5. Mas Pedro
le dijo; Señor, sí eres tú, haz que yo vaya a ti sobre
las aguas.
6. Y él
le dijo: Ven.
7. Y bajando
Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
8. Mas viendo
la fuerza del viento, temió. Y empezó a hundirse.
9. Y dio voces,
diciendo: Señor, sálvame.
10. Y Jesús
extendió la mano, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué
has dudado?
11. Y cuando
llegaron a la embarcación, cesó el viento, y la nave se acercó
a la tierra a que iban.
12. Y los
que estaban en el barco vinieron y lo adoraron, diciendo: En verdad eres
el Hijo de Dios.
Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos
LXXXII 1.
Y llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.
2. Y empezaron
a recorrer las comarcas, y de todas partes le traían enfermos.
3. Y a todos
los que tocaba quedaban curados.
4. Y al otro
día, la gente que estaba a la otra orilla, como vio que no había
allí más que una barca, y que Jesús no había
entrado en ella, sino que sus discípulos se habían ido solos.
5. Y que otras embarcaciones
habían llegado a Tiberíades, hasta el sitio en que habían
comido los panes después de dar gracias al Señor, entraron
en las barcas y fueron a Cafarnaum buscando a Jesús.
6. Y encontrándolo
allí dijeron: Rabí, ¿cómo viniste?
7. Y Jesús
les dijo: Os digo en verdad que no me buscáis por los signos que
visteis, sino por el pan que comisteis y lo hartos que os quedasteis.
8. No trabajéis
por la vida perecedera, sino por la que permanece y que el Hijo del hombre
os dará, porque para eso lo señaló Dios.
9. Y dijéronle:
¿Cómo haremos las obras de Dios?
10. Y Jesús
contestó: Creed en el que Dios ha enviado.
11. Y le dijeron:
¿Qué obras y signos haces tú para que creamos en ti?
12. Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, según está
escrito.
13. Pan del
cielo les dio a comer.
14. Y Jesús
les replicó: De cierto os digo que Moisés no os dio a comer
el pan del cielo.
15. Sino que
es mi Padre el que el pan del cielo os da.
16. Porque
el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
17. Y ellos
dijeron: Señor, danos siempre ese pan.
18. Y Jesús
dijo: Yo soy el pan de vida, y quien viene a mí no tendrá
hambre, y quien cree en mí no tendrá sed jamás.
19. Mas yo
os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
20. Cuanto
el Padre da a mí viene. Y al que viene a mi no lo rechazo.
21. No he
descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
ha enviado.
22. Y ésta
es la voluntad de mi Padre, que me envió.
23. Que todo
el que vea al Hijo y tenga fe en él goce vida eterna.
24. Y yo lo
resucitará en el último día.
25. Y murmuraban
entre sí los judíos, diciendo: ¿Cómo ha dicho
que es el pan que desciende del cielo?
26. Y decían:
¿No es éste el hijo de José, cuyos padres nosotros
conocemos?
27. ¿Cómo
dice entonces que desciende del cielo?
28. Mas respondió
Jesús: No murmuréis.
29. Ninguno
puede venir a mí si el Padre que me envió no lo acercare.
30. Y yo lo
resucitará en el último día.
31. Porque
está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados
de Dios.
32. Con que
todo el que al Padre oyó y aprendió viene a mi.
33. Nadie
ha visto al Padre, sino el que viene de Dios.
34. Os digo
en verdad que el que cree en mí tendrá vida eterna.
35. Porque
yo soy el pan de vida.
36. Vuestros
padres comieron el maná en el desierto y están muertos.
37. Mas este
pan que desciende del cielo será para que no muera el que lo coma.
38. Yo soy
el pan vivo que descendió del cielo y quien coma este pan vivirá
eternamente.
39. Y este
pan que yo doy es mi carne, que daré por la vida del mundo.
40. Y los
judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo
puede darnos éste su carne a comer?
41. Y Jesús
dijo: Os digo en verdad que, si no comierais la carne del Hijo del hombre
y no bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros.
42. Mas quien
coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitará
en el postrero día.
43. Porque
mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
44. El que
come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
45. Porque
como yo vivo por el Padre, el que me coma vivirá por mí.
46. este es
el pan descendido del cielo.
47. Y no como
el maná que vuestros padres comieron. Y están muertos.
48. Mas quien
coma este pan vivirá eternamente.
49. Esto dijo
Jesús en la sinagoga, enseñando en Cafarnaum.
50. Y muchos
discípulos que lo oían dijeron: Duras son esas palabras,
¿quién puede oírlas?
51. Y sabiendo
Jesús que sus discípulos murmuraban, dijo: ¿Por qué
esto os escandaliza?
52. ¿Y
si vieseis al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes?
53. El espíritu
es el que da vida; la carne no aprovecha nada.
54. Las palabras
que, os he dicho son espíritu y vida. Mas hay entre vosotros quienes
no creen.
55. Porque
Jesús sabía desde el principio quiénes eran creyentes
y quiénes serían traidores.
56. Y dijo:
Os he dicho por eso que ninguno puede venir a mí si no le fuese
concedido por el Padre.
57. Desde
entonces, muchos de sus discípulos se retractaron y ya no iban con
él.
58. Y Jesús
dijo a los doce: ¿Queréis también iros vosotros?
59. Y dijo
Simón Pedro: ¿A quién hemos de ir, Señor?
60. Porque
tus palabras son de vida eterna.
61. Y nosotros
sabemos y creemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
62. Mas Jesús
le contestó: ¿No he elegido yo doce y aun hay un diablo entre
ellos?
63. Y hablaba
de Judas Simón Iscariote, el que lo había de entregar y que
era uno de los doce.
Un fariseo se asombra de que Jesús no se lava antes de comer
LXXXIII 1.
Y un fariseo le rogó que comiese con él y Jesús entró.
2. Y el fariseo
meditó entre sí cómo Jesús no se lavaba antes
de la comida.
3. Mas el
Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, el exterior del plato y del
vaso limpiáis.
4. Mas vuestro
interior está lleno de iniquidad.
5. ¡Oh,
necios! ¿Quién hizo lo de fuera no hizo también lo
de dentro?
6. Mas dad
limosnas y todo os será limpio.
Los fariseos se escandalizan viendo comer a los apóstoles sin lavarse las manos
LXXXIV 1.
Y estando en Jerusalén, varios escribas y fariseos vieron que los
discípulos comían pan sin antes lavarse las manos.
2. Y dijeron
a Jesús: ¿Cómo es que tus discípulos transgreden
las tradiciones?
3. Porque
no se lavan las manos cuando comen pan.
4. Mas Jesús, contestando,
les dijo: ¿Y por qué vosotros transgredís el mandato
de Dios con vuestra tradición?
5. Porque
Jesús dijo: Honra padre o madre y muera quien los maldiga.
6. Mas vosotros
decís: Quinquiera que dijese al padre o la madre: es ofrenda mía
ante Dios aquello con que pudiera valerte, no viene obligar a honrar a
sus padres, ni conocerlos.
7. Y así
habéis violado el mandato de Dios con vuestra tradición.
8. Porque
los fariseos y todos los judíos, si no se lavan mucho las manos
antes, no comen.
9. Y cuando
vienen de la calle, no comen si no se lavan.
10. Y lavan
asimismo los vasos, y los jarros, y los lechos.
11. ¡Hipócritas!
Bien profetizó de vosotros Isaías.
12. Cuando
dijo: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está
lejos de mí.
13. Y en vano
me honran enseñando doctrinas y mandamientos humanos.
14. Porque
con la tradición humana habéis invalidado los mandamientos
divinos.
15. Y llamó
a sí a las gentes, y dijo: Oíd y entended.
16. No lo
que entra en la boca contamina al hombre.
17. Y sus
discípulos llegaron y le dijeron: Los fariseos se han ofendido oyendo
tus frases.
18. Mas él
contestó: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será
desarraigada. Déjalos.
19. Porque
son ciegos que guían a otros ciegos. Y todos caerán en el
hoyo.
20. Y Pedro
le pidió: Explícanos esta parábola.
21. Y Jesús
contestó: ¿No entendéis vosotros tampoco?
22. Que cuanto
entra en la boca va al vientre y es expulsado.
23. Mas lo
que sale de la boca sale del corazón y esto sí contamina
al hombre.
24. Porque
del corazón salen los malos pensamientos y las muertes.
25. Y los
adulterios y fornicaciones, y los robos, y las blasfemias, y los falsos
testimonios.
26. Y esto
es lo que contamina al hombre.
27. Mas comer
pan sin lavarse las manos no contamina.
Jesús atiende a una mujer sirio fenicia
LXXXV 1.
Y fue Jesús de allí a Tiro y Sidón.
2. Y una mujer
cananea, que era gentil, y de raza sirofenicia, clamaba, diciendo:
3. Señor,
hijo de David, ten piedad de mí.
4. Porque
mi hija está poseída de un demonio.
5. Mas él
no contestó. Y llegando sus discípulos, le dijeron: Despídela.
6. Porque
viene clamando detrás de nosotros.
7. Y él
contestó, y dijo: Yo no soy enviado sino para las ovejas descarriadas
del predio de Israel.
8. Mas ella
vino y le adoró, diciendo: Señor, óyeme.
9. Y él
dijo: No está bien quitar el pan de los hijos para dárselo
a los perros.
10. Mas ella
contestó: Señor, los perros comen de las migas que caen de
la mesa de sus amos.
11. Y Jesús
contestó: Mujer, grande es tu fe. Hágase como lo pides.
12. Y su hija
quedó curada en aquel instante.
Jesús cura a un sordomudo
LXXXVI 1.
Y dejando los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de
Galilea, en mitad de las tierras de Decópolis.
2. Y le trajeron
un sordomudo y le pidieron que le impusiese la mano.
3. Y lo separó
de las gentes y le puso los dedos en los oídos, y escupió,
y tocó su lengua.
4. Y mirando
al cielo, dijo: Ephatha, que significa: Ábrete.
5. Y se abrieron
sus oídos y se soltó su lengua y hablaba.
6. Y le dijo
que no lo contasen, mas cuanto más lo decía, lo publicaban
más.
7. Y decían
admirados: Todo lo hace bien.
8. Porque
hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Jesús y la samaritana
LXXXVII 1.
Y Jesús vino a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar.
2. Y Jesús
se sentó junto a la fuente de Jacob, que está en la posesión
que dio Jacob a su hijo José.
3. Porque
estaba cansado del camino. Y era como la hora sexta.
4. Y una mujer
de Samaria vino a sacar agua. Y Jesús dijo: Dame de beber.
5. Y dijo
la samaritana: ¿Cómo siendo tú judío me pides
de beber a mí, que soy samaritana?
6. Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos.
7. Y Jesús
respondió, y le dijo: Si tuvieses el don de Dios y supieses quién
es el que te dice dame de beber, tú pedirías de él
el agua viva.
8. Y la mujer
dijo: Señor, hondo es el pozo, y tú no tienes con qué
sacar. ¿En dónde, pues, tienes el agua viva?
9. ¿Eres
tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del
que él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
10. Respondió
Jesús y dijo: Todo el que bebe esta agua volverá a tener
sed.
11. Mas quien
beba el agua que yo doy no tendrá sed nunca.
12. Porque
el agua que yo le dé será un agua que brote eternamente.
13. Y le dijo
la mujer: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga
acá a sacarla.
14. Y dijo
Jesús: Ve, busca a tu esposo y ven con él.
15. Y la mujer
contestó: No tengo esposo.
16. Mas dijo
Jesús: Bien dijiste. Porque cinco esposos has tenido y el que ahora
tienes no es tu esposo.
17. Y dijo
la mujer: Señor, me pareces profeta.
18. Nuestros
padres adoraron en este monte y los judíos dicen que es en Jerusalén
donde hay que orar.
19. Y dijo
Jesús: Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
20. Vosotros
adoráis lo que no sabéis y nosotros lo que sabemos, porque
la salvación viene de los judíos.
21. Mas viene
la hora de adorar al Padre en espíritu y en verdad.
22. Porque
así quiere el Padre que lo adoren.
23. Dios es
Espíritu, y los que lo adoran en espíritu y verdad es preciso
que lo adoren.
24. Mas dijo
la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, que dicen el Cristo.
25. Y cuando
venga nos aclarará todas las cosas.
26. Y le dijo
Jesús: Yo lo soy, que te hablo.
27. Y en esto
llegaron sus discípulos, y se asombraron de verlo hablando con una
mujer.
28. Mas ninguno
le dijo: ¿Qué hablas con ella?
29. Y la mujer
dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
30. Venid
y veréis un hombre que me ha dicho cuanto he hecho.
31. ¿No
será éste el Cristo?
32. Y salieron
de la ciudad y vinieron a él.
33. Mientras
tanto, los discípulos le decían: Maestro, come.
34. Y él
les dijo: Yo tengo una comida que comer que vosotros ignoráis.
35. Y los
discípulos se decían: ¿Le habrá traído
alguien de comer?
36. Mas Jesús
les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y ejecute
su obra.
37. ¿No
decís vosotros: cuatro meses faltan para la siega?
38. Pues yo
os digo: Alzad los ojos y ved las regiones que ya están a punto
para la siega.
39. Y el que
siega cobra salario y recoge fruto para vida eterna.
40. Y para
que gocen el que siembra y el que siega.
41. Porque
en esto no miente el dicho: Que uno siembra y otro recoge.
42. Yo os
envío a segar lo que no labrasteis.
43. Porque
otros labraron y vosotros vais a entrar en sus labrantíos.
44. Y muchos
de la ciudad creyeron en él, por la palabra de la mujer, que decía:
Me ha dicho cuanto he hecho.
45. Y vinieron
los samaritanos, y le pidieron que se quedase allí, y estuvo otros
días.
46. Y muchos
otros creyeron por su palabra.
47. Y decían
a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho.
48. Sino porque
lo hemos oído, y sabemos que es en verdad el Cristo, salvador del
mundo.
Jesús cura en Jerusalén a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años
LXXXVIII 1.
Y llegadas las fiestas de los judíos, fue Jesús a Jerusalén.
2. Y allí
hay una piscina que se llama Bethsaida y que tiene cinco pórticos.
3. Y en ellos
había muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban
esperando el movimiento del agua.
4. Porque
un ángel del Señor descendía cada cierto tiempo y
movía el agua.
5. Y el primero
que entraba en el agua, después que se movía, quedaba curado
de la enfermedad que padeciese.
6. Y había
allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
7. Y Jesús
lo vio tumbado y supo que hacía mucho que estaba enfermo.
8. Y le dijo:
¿Quieres curar?
9. Mas él
le contestó: Señor, no tengo quien me meta en el estanque
cuando el agua se revuelva.
10. Y antes
que yo llegue, otro ha entrado.
11. Mas Jesús
le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
12. Y el hombre
se alzó, y tomó su lecho, y se fue curado. Y era aquel día
sábado.
13. Y los
judíos dijeron a aquel hombre: Es sábado, no te es lícito
llevar esa carga.
14. Y dijo
él: Quien me curó me dijo: Toma tu lecho, y anda.
15. Y ellos
le preguntaron: ¿Quién te dijo: Toma tu lecho, y anda?
16. Mas él
no sabía quién fuese, porque Jesús se había
separado de allí.
17. Y luego
lo encontró Jesús en el templo, y le dijo: Sanado eres.
18. Pero no
peques más, no te ocurra algo peor.
19. Y el hombre
fue y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había
curado.
20. Y los
judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas
cosas en sábado.
21. Y Jesús
les contestó: Yo obro cuando obra mi Padre.
22. Y los
judíos lo persiguieron más entonces.
23. Porque
quebrantaba el sábado y llamaba a Dios su Padre, igualándose
a él.
24. Mas Jesús
les contestó: En verdad, en verdad os digo que nada puede el Hijo
hacer, si no es lo que viese hacer al Padre.
25. Y todo
lo que él hace, lo hace el Hijo también.
26. Porque
el Padre ama al Hijo, y le muestra cuanto hace, y más obras le mostrará,
para que os maravilléis.
27. Y así
como el Padre vivifica a quienes quiere, así el Hijo también
a los que quiere da vida.
28. Porque
el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.
29. Para que
los hombres honren al Hijo como habían de honrar al Padre.
30. Y quien
no honra al Hijo, no honra al Padre, que lo envió.
31. Y en verdad
os digo que quien oye mi verbo y cree tiene vida eterna.
32. Y no será
condenado, sino que pasará de la muerte a la vida.
33. Porque
ésta es la hora en que los muertos oirán la voz del Hijo
de Dios y los que oigan vivirán.
34. Y así
como el Padre tiene vida en sí mismo, dio poder al Hijo de tener
en sí mismo vida.
35. Y le dio
potestad de juzgar, en cuanto es el Hijo del hombre.
36. Mas no
os asombréis, porque viene la hora en que los que están en
las tumbas oirán su voz.
37. Y los
que obraren bien resucitarán en la vida y los que no resucitarán
a la condenación.
38. Nada hago
por mí: Como oigo, juzgo.
39. Y mi juicio
es justo, porque no es según mi voluntad, sino según la voluntad
de mi Padre.
40. Si yo
testimoniase de mí, mi testimonio no sería verdadero.
41. Mas otro
testimonia de mí y su testimonio verdadero es.
42. Porque
enviasteis a Juan y atestiguó la verdad.
43. Mas yo
no tomo testimonio del hombre.
44. Sino que
os digo esto para que os salváis.
45. Porque
él era antorcha ardiente que alumbraba.
46. Pero yo
tengo testimonio mayor que el de Juan.
47. Porque
las obras que el Padre me dio para que cumpliere atestiguan que el Padre
me ha enviado.
48. Y quien
me envió me testimonia.
49. Nunca
oísteis su voz ni visto su parecer.
50. Ni tenéis
su palabra en vosotros, porque no creéis a su enviado.
51. Investigad
las Escrituras.
52. Porque
en ellas creéis tener la vida eterna y ellas dan testimonio de mí.
53. Y si no
queréis venir a mí, no tendréis vida.
54. Mas no
recibo gloria de los hombres, porque os conozco y sé que no amáis
a Dios.
55. Porque he venido
en nombre de mi Padre y no me aceptáis.
56. Y si otro
viene en su propio nombre, a ése recibiréis.
57. ¿Cómo
podáis creer? Porque aceptáis la gloria humana y no buscáis
la que viene de Dios.
58. No he
de acusaros ante el Padre. Porque os acusará Moisés, en quien
esperáis.
59. Pues si
creyeseis en Moisés, creeríais en mí.
60. Porque
yo soy de quien él escribió.
61. Y pues
que no creéis en sus escritos, ¿cómo habéis
de creer en mis palabras?
Nuevo milagro de los panes y los peces. Jesús aconseja a sus discípulos guardarse de la mala levadura de los fariseos
LXXXVIX 1.
Y otra vez llegáronse a él muchas gentes.
2. Y Jesús
reunió a sus discípulos, y dijo: Me da lástima esta
gente que me sigue con perseverancia hace tres días.
3. Porque
no tienen qué comer y no quiero despedirlos en ayunas, para que
no desmayen en el camino.
4. Y dijeron
los discípulos: ¿De dónde sacaremos, pues que estamos
en el desierto, pan para hartar a tanta multitud?
5. Y Jesús
preguntó: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y ellos
contestaron: Siete, y unos pocos pececillos.
7. Mas Jesús
mandó a las gentes recostarse en tierra.
8. Y tomó
los panes y los peces, y dio gracias, y los repartió a sus discípulos,
y ellos a la gente.
9. Y todos
comieron y se hartaron, y aún sobraron siete espuertas llenas.
10. Y eran
los que comieron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
11. Y los
despidió, y embarcó, y vino a tierra de Magdalá.
12. Y sus
discípulos se habían olvidado de coger panes, y no tenían
más que un pan en la barca.
13. Y él
les dijo: Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
14. Mas ellos
disputaban entre sí y decían: No tenemos pan.
15. Y Jesús
los oyó y les dijo: ¿Por qué decís que no tenéis
pan?
16. ¿Aún
está tan endurecido vuestro corazón que no ven vuestros ojos
ni oyen vuestros oídos?
17. ¿Acaso
no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil,
¿cuántos canastos sobraron? Y ellos dijeron: Doce.
18. Y cuando
fueron siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sobraron?
Y ellos dijeron: Siete.
19. Y él
les dijo: ¿Cómo no entendáis que no os hablaba de
pan, sino de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
20. Y entonces
comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina
de los saduceos y fariseos.
Jesús interroga a sus apóstoles
XC 1. Y
Jesús vino a la comarca de Cesárea Filipense.
2. Y allí
interrogó a los discípulos: ¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?
3. Y unos
dijeron: Juan el Bautista.
4. Y otros:
Elías. Y otros: Jeremías, o alguno de los profetas.
5. Y él
les dijo: ¿Quién decís vosotros que soy yo?
6. Y contestó
Simón Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
7. Y Jesús
dijo: Bienaventurado eres, Simón Barjona.
8. Porque
no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre, que está
en los cielos.
9. Y te digo
que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia.
10. Y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
11. Y te daré
las llaves del reino de los cielos, y lo que ates y desates en la tierra
será atado y desatado en el cielo.
12. Y mandó
a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
13. Y entonces
comenzó a decirles que le convenía ir a Jerusalén.
14. Y padecer
de los ancianos y de los príncipes de los sacerdotes y ser muerto,
y resucitar al tercer día.
15. Y Pedro
le llamó aparte, y le increpó, diciéndole: Señor,
ten compasión de ti, y que esto no te acontezca.
16. Mas Jesús
se volvió a Pedro y le dijo: Vete de mí, Satanás,
no me escandalices.
17. Porque
no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
18. Y convocando
a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere seguirme, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
19. Porque
quien quiera salvar su vida la perderá, y quien la pierda por mi
causa la hallará.
20. Porque,
¿de qué sirve al hombre conseguir todo el mundo y perder
su alma?
21. ¿Qué
recompensa dará el hombre por su alma?
22. Porque
el Hijo del hombre vendrá con los ángeles en la gloria de
su Padre, y dará a cada uno según sus obras.
Transfiguración de Jesús
XCI 1.
Os digo en verdad que algunos de los que aquí están no gustarán
la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre venir en su reino.
2. Y después
de seis días, Jesús llevó a Pedro, y a Jacobo, y a
Juan, su hermano, y los condujo a lo alto de un monte.
3. Y se transfiguró
ante ellos, y su rostro se hizo resplandeciente como el sol, y sus vestidos
tan blancos como nadie en la tierra los puede hacer.
4. Y he aquí
que Moisés y Elías se aparecieron, y hablaban con él.
5. Y Pedro
dijo: Señor, bien será que elevemos aquí tres tabernáculos.
6. Uno para
ti, y uno para Moisés, y otro para Elías.
7. Y aún
hablaba cuando he aquí que una nube de luz les cubrió.
8. Y una voz
del cielo dijo: Este es mi hijo dilecto, en el que me complazco; oídio.
9. Y los discípulos,
oyendo esto, cayeron de bruces, con gran temor.
10. Mas Jesús,
llegando, les dijo: Levantaos, y no temáis.
11. Y levantando
sus ojos, no vieron a nadie, más que a Jesús.
12. Y descendiendo
del monte les dijo Jesús: No digáis a nadie esta visión,
hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
13. Y los
discípulos preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas
que es preciso que Elías venga primero?
14. Y respondiendo
Jesús, les dijo: En verdad, Elías vendrá primero y
restablecerá todas las cosas.
15. Mas yo
os digo que Elías vino ya, y no le conocieron, sino que hicieron
con él cuanto les plugo.
16. Así
también el Hijo del hombre padecerá de ellos.
17. Y los
discípulos comprendieron que les hablaba de Juan Bautista.
18. Y llegándose
a las gentes, vio que unos escribas disputaban con ellos.
19. Y viendo
la gente a Jesús, se espantó, mas corrió a saludarle.
20. Y Jesús
les preguntó: ¿De qué disputabais?
Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya. Curación de un lunático
XCII 1.
Y los fariseos llegaron a Jesús, diciéndole: Vete, porque
Herodes quiere matarte. Mas él dijo: Es menester que hoy y mañana
y pasado camine, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
2. Y un hombre
llegó en esto y se le arrodillé.
3. Y clamaba,
diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo único, que es
lunático.
4. Y padece
mucho, y unas veces cae en el fuego, y otras en el agua.
5. Y lo he
llevado a tus discípulos y no lo han podido curar.
6. Y Jesús
exclamó: Generación infiel y perversa, ¿hasta cuándo
te sufriré? Traédmelo.
7. Y lo trajeron,
y el espíritu al ver a Jesús se conturbó.
8. Y cayó
por tierra echando espumarajos.
9. Y Jesús
preguntó a su padre: ¿Cuándo le ocurrió esto?
Y dijo el padre: Desde niño.
10. Y muchas
veces lo echa en el fuego o en el agua para perderlo.
11. Mas, si
algo puedes, ten misericordia, y socórrenos.
12. Y dijo
Jesús: Si puedes creer, todo al que cree le es posible.
13. Y el padre
clamó: Creo.
14. Mas ayúdame
en mi incredulidad.
15. Y viendo
Jesús que la gente se amontonaba, conminó al espíritu
inmundo.
16. Y le dijo:
Espíritu mudo y sordo, sal y no vuelvas a él.
17. Y el espíritu
salió, clamando. Y él quedó como muerto, y muchos
lo creían muerto.
18. Mas Jesús,
tomándole la mano, lo hizo levantar.
19. Y el mozo
fue curado y volvió con su padre.
20. Y todos
admiraron la grandeza de Dios.
21. Mas los
discípulos lo llamaron aparte, y le preguntaron: ¿Por qué
no pudimos expulsarlo nosotros? Y él les dijo: Por vuestra incredulidad.
22. Porque
en verdad os digo que, si tuvieseis fe, aunque no fuese mayor que un grano
de mostaza, diríais a un monte: Muévete, y se movería,
y nada os sería imposible.
23. Mas este
género de demonios sólo sale con oración y ayuno.
Los exactores exigen a Jesús el tributo de las dos dracmas
XCIII 1.
Y estando en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del hombre en manos
de los hombres será entregado.
2. Y será
muerto y resucitará al día tercero.
3. Y ellos
no comprendían estas palabras.
4. Mas tenían
miedo de preguntarle y se entristecían.
5. Y viniendo
a Cafarnaum, los que cobraban las dos dracmas llegaron a Pedro.
6. Y le dijeron:
¿Vuestro maestro no paga las dos dracmas? Mas él dijo: Sí.
7. Y entrando
en casa, les dijo Jesús: ¿Qué te parece, Simón?
8. Los reyes
de la tierra ¿de quién cobraban los tributos: de sus hijos
o de los extraños?
9. Y dijo
Pedro: De los extraños. Y dijo Jesús: Luego los hijos son
libres.
10. Mas, por
no escandalizarlos, ve al mar y echa el anzuelo.
11. Y agarra
el primer pez que veas, y abre su boca y hallarás un estatero.
12. Y dáselo
por ti y por mí.
Jesús dice a sus discípulos quién es mayor en el reino de los cielos
XCIV 1.
Y Jesús preguntó a sus discípulos: ¿De qué
hablabais?
2. Porque
yendo de camino disputaban sobre quién era entre ellos el mayor.
3. Y llegaron
a Jesús y le dijeron: ¿Quién es el mayor en el reino
de los cielos?
4. Y Jesús
llamó a un niño y lo puso entre ellos.
5. Y dijo:
En verdad os declaro que, si no fuereis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos.
6. Quien se
humille como este niño es el mayor en el reino de los cielos.
7. Y quien
quisiere ser el mayor será, en el último día, el más
pequeño.
8. Y quien
reciba en mi nombre a un niño así a mí me recibe.
9. Mas quien
escandalizase a uno de estos niños que creen en mí más
le valdría colgarse al cuello una piedra de amolar y hundirse en
lo profundo de los mares.
Jesús aconseja no impedir a los que hagan milagros en su nombre
XCV 1.
Ydijo Juan: Maestro: ¿Qué haremos con los que en tu nombre
expulsen demonios? ¿Se lo prohibiremos?
2. Mas dijo
Jesús: No se lo prohibáis.
3. Porque
quien haga milagros en mi nombre no puede hacer mal, si habla de mí.
4. Quien no
es contra nosotros está con nosotros.
5. ¡Ay
del mundo por los escándalos! Porque es preciso que vengan escándalos,
mas ¡ay de aquel por quien vienen!
6. Por eso,
si tu mano o tu pie te son ocasión de escándalo, córtatelos.
7. Porque
preferible es entrar cojo o manco en la vida que ir con manos y pies al
fuego eterno.
8. Y si por
tu ojo te pudieres escandalizar, sácalo.
9. Porque
mejor te es entrar tuerto en la vida, que ir con tus ojos a la gehenna
ardiente.
10. Allí
donde el fuego no se apaga, ni muere el gusano.
Parábola del pecador arrepentido y de los noventa y nueve justos
XCVI 1.
Mirad de no despreciar a uno de estos pequeños.
2. Porque
os digo que los ángeles de los cielos ven siempre la faz de mi Padre,
que está en los cielos.
3. ¿Qué
os parece? Si un hombre tuviese cien ovejas, y se le perdiese una, ¿no
iría, dejando las noventa y nueve, por montes y desiertos, a buscar
a la extraviada?
4. Y si la
hallase, se congratularía.
5. Y juntaría
a sus vecinos y amigos, diciendo: Felicitadme, que mi oveja perdida ha
sido encontrada.
6. Porque
en verdad os digo que más se goza de encontrar aquélla que
de las noventa y nueve que no se extraviaron.
7. Y es voluntad
de vuestro Padre, que está en los cielos, que ni uno solo de estos
pequeños se pierda.
8. Y ¿qué
mujer que teniendo diez dracmas perdiese una sola no encendería
luces y la buscaría?
9. Y en hallándola,
llamaría a sus amigas y vecinas, diciéndoles: Felicitadme,
porque he hallado la dracma que había perdido.
10. En verdad
os digo que hay más gozo en el cielo por un solo pecador que hace
penitencia, que por· noventa y nueve justos que no la hacen.
Parábola del hijo pródigo
XCVII 1.
Y díjoles: Un hombre tenía dos hijos.
2. Y el más
pequeño dijo a su padre: Padre, dame la parte de hacienda que me
pertenece. Y él les repartió la hacienda.
3. Y el hijo
menor juntó todo, y se fue a una comarca lejana.
4. Y allí
malgastó su hacienda viviendo viciosamente.
5. Y cuando
todo lo hubo consumido, vino una gran hambre en aquella provincia, y se
encontró falto de todo.
6. Y fue a
un ciudadano de aquella tierra, y él lo envió a que apacentase
los puercos.
7. Y quería
comer de las algarrobas de los puercos, mas no se las daban.
8. Y dijo:
¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen sobra de pan,
mientras yo aquí estoy hambriento!
9. Iré
a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti.
10. Y no soy
digno de ser llamado tu hijo, mas hazme como uno de tus jornaleros.
11. Y vino
a su padre. Y su padre lo vio de lejos, y movido a misericordia, corrió
a él, y lo abrazó y besó.
12. Pero el
hijo le dijo: Padre, yo he pecado contra el cielo y contra ti, y soy indigno
de ser tu hijo.
13. Entonces
el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidlo.
14. Poned
en sus manos anillos, y calzado en sus pies.
15. Y traed
el becerro grande, y matadlo. Y hagamos comida, y fiesta.
16. Porque
mi hijo, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
17. Y empezarán
a festejar. Y viniendo cerca de casa el hijo mayor, que estaba en el campo,
oyó música y ruido de danzas.
18. Y preguntó
a un siervo que qué era aquello, y él le dijo: Tu hermano
ha venido, y tu padre ha matado el becerro grande, porque ha llegado salvo.
19. Y se incomodó,
y no quería entrar. Mas su padre salió, y le rogaba que viniese.
20. Y él
decía a su padre: He aquí que te sirvo hace tantos años,
y nunca he desobedecido tus mandatos.
21. Y nunca
me has dado un cabrito para solazarme con mis amigos.
22. Mas viene
este tu hijo, que ha gastado su hacienda con mujerzuelas, y has matado
para él el becerro grande.
23. Y el padre
le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todas mis cosas
son tuyas.
24. Mas hoy
era preciso hacer fiesta y regocijarnos.
25. Porque
tu hermano muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Jesús aconseja perdonar los pecados setenta veces siete veces
XCVIII 1.
Si tu hermano pecare contra ti, ve y repréndelo, pero a solas.
2. Porque
si te oyese, habrás ganado a tu hermano. Mas si no te oyese, toma
uno o dos para que te sean testigos.
3. Y si aún
no te oyese, acude a la iglesia, y si aún no oyese a la iglesia,
tenlo por pecador y publicano.
4. Yo os digo
en verdad que cuanto atéis en la tierra será atado en el
cielo.
5. Y que cuanto
desatáis en la tierra será desatado en el cielo.
6. Os digo,
además, que si dos de vosotros se acordasen en la tierra, todo lo
que pidiesen les será concedido por mi Padre, que está en
los cielos.
7. Y Pedro,
llegándosele, dijo: Señor, ¿hasta cuántas veces
he de perdonar a mi hermano? ¿Hasta siete?
8. Y dijo
Jesús: No siete veces, sino setenta veces siete veces.
Parábola del rey que hizo cuentas con sus siervos
XCIX 1.
El reino de los cielos es semejante a un hombre que era rey, e hizo cuentas
con sus siervos.
2. Y le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos.
3. Mas no
pudiendo pagar, mandó el rey venderlo, y a su mujer, y a sus hijos,
con cuanto poseía, para cobrarle.
4. Y el siervo,
de rodillas, le rogó, diciendo: Señor, ten paciencia y yo
te lo pagará todo.
5. Y el señor
tuvo misericordia, y soltó a aquel siervo, y le perdonó la
deuda.
6. Mas saliendo
este siervo, halló a un consiervo suyo, que le adeudaba cien denarios.
7. Y agarrándolo,
lo apretaba, diciéndole: Págame lo que me debes.
8. Y el consiervo,
postrándose, le rogaba: Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré
todo.
9. Mas él
no quiso y lo puso en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
10. Y los
demás consiervos se entristecieron, y fueron al señor y le
contaron lo que pasaba.
11. Y llamándolo
su señor, le dijo: Siervo malvado: toda tu deuda te perdoné,
porque me suplicaste.
12. ¿Por
qué no tuviste misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de
ti?
13. Y lo entregó
a los verdugos, hasta que pagase cuanto debía.
14. Y así
hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis en
vuestros corazones las ofensas de vuestros hermanos.
Jesús habla del matrimonio y de la castidad
C 1.
Y Jesús se marchó de Galilea y vino a Judea, al otro lado
del Jordán.
2. Y muchos
lo seguían y los curaba.
3. Y los fariseos
llegaron y le decían, para tentarlo:
4. ¿Es
lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
5. Mas él
les contestó: ¿No habéis leído que quien los
creó en el principio varón y hembra los creó?
6. Y dijo:
El hombre dejará padre y madre, y serán dos en una carne
sola.
7. Lo que
Dios unió no puede el hombre separarlo.
8. Y dijéronle:
¿Por qué entonces mandó Moisés dar carta de
repudio, y divorciarse?
9. Y él
les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés
repudiar a vuestras mujeres, mas en el principio no fue así.
10. Y os digo
que el que repudiase a su mujer, no siendo por causa de fornicación,
si se casase con otra, adultera.
11. Y el que
se casare con la repudiada, adultera.
12. Y dijéronle
los discípulos: Si esto es así, no conviene casarse.
13. Y él
les contestó: No es dado a todos comprender estas palabras.
14. Porque
hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre.
15. Y eunucos
que son hechos por el hombre.
16. Y hay
quienes a sí mismos se castraron, por el reino de los cielos.
17. Quien
sea capaz de serlo así, séalo.
Los fariseos murmuran de que Jesús reciba a publicanos y pecadores
CI 1.
Y le fueron llevados muchos niños, para que les impusiese las manos
y orase sobre ellos.
2. Y como
los discípulos reprendiesen a quienes los llevaban, dijo Jesús:
Dejad que los niños vengan a mí.
3. Porque
de ellos es el reino de los cielos.
4. Y les impuso
las manos, y oró.
5. Y muchos
publicanos y pecadores se le acercaban y lo oían.
6. Y murmuraban
los fariseos y escribas, diciendo: recibe a los pecadores y publicanos
y come con ellos.
7. Y después
de esto, Jesús se fue y andaba por Galilea.
8. Y no quería
ir por Judea, porque sabía que los judios intentaban ajusticiarlo.
Parábola del viñador
CII 1.
Y algunos que había por allí, le contaron de los galileos,
cuya sangre había mezclado Pilatos en sus sacrificios.
2. Y dijo
Jesús: ¿Pensáis que porque esos galileos hayan sufrido
esas cosas serán más pecadores que todos los galileos?
3. No; mas
antes si no os arrepintieseis, pareceréis todos igual.
4. ¿Creéis
que los dieciocho sobre los que cayó la torre, en Siloé,
eran más pecadores que los demás de Jerusalén?
5. No; y si
no hicieseis penitencia, pereceréis lo mismo.
6. Y dijo
esta parábola: Un hombre tenía en su viña plantada
una higuera. Y vino por sus frutos y no los tenía.
7. Y dijo
al viñador: Tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta
higuera y no lo encuentro nunca.
8. Córtala;
pues ¿por qué ha de ocupar la tierra?
9. Mas dijo
el viñador: Señor, déjala este alio, hasta que la
trabaje y la abone.
10. Y si hace
fruto, la dejas, y si no, la cortas luego.
Jesús cura en la Sinagoga a una mujer enferma
CIII 1.
Y un sábado enseñaba en la Sinagoga.
2. Y he aquí
que una mujer hacía dieciocho años tenía espíritu
de enfermedad.
3. Y andaba
inclinada y no se podía enderezar.
4. Y como
Jesús la vio, la llamó, y dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad.
5. Y le impuso
las manos, y ella se enderezó, y alababa a Dios.
6. Y el archisinagogo
se enojó y dijo: Seis días hay para trabajar.
7. En éstos,
y no en sábado, venid para que os curen.
8. Mas Jesús
le contestó: Hipócrita, ¿no lleváis todos los
sábados vuestras reses a beber, desatándolas del pesebre?
9. Y a esta
hija de Abraham, que Satanás había atado hacía dieciocho
años, ¿no fue bien librarla hoy de sus ataduras?
10. Y sus
adversarios se escandalizaban, mas el pueblo se alegraba de las cosas gloriosas
que hacía.
Jesús va a Jerusalén, a la fiesta de los Tabernáculos
CIV 1. Y
se acercó la fiesta de los Tabernáculos.
2. Y dijeron
sus hermanos: Vete a Judea, para que también tus discípulos
vean las obras que haces.
3. Porque
quien quiere ser claro, no hace nada a escondidas. Si esas cosas haces,
manifiéstate.
4. Y era que
ni aún sus hermanos creían en él.
5. Y les dijo
Jesús: Mi tiempo aún no ha venido y el vuestro siempre está
a punto.
6. El mundo
no puede odiaros a vosotros, mas sí a mí.
7. Porque
yo atestiguo que sus obras son malas.
8. Id vosotros
a esa fiesta; yo no voy a ella.
9. Porque
aún mi tiempo no se ha cumplido.
10. Y esto
dicho, quedóse en Galilea.
11. Mas cuando
sus hermanos se fueron, él fue también, en secreto.
12. Y lo buscaban
en la fiesta los judíos, diciendo: ¿Dónde está
ése?
13. Y discutían
de él, diciendo unos: Es bueno, y otros: No, sino que seduce a las
gentes.
14. Mas nadie
hablaba de él con franqueza, porque temían a los judíos.
15. Y en medio
de las fiestas, Jesús entró en el templo, y enseñaba.
16. Y se admiraban
los judíos y decían: ¿Cómo es que sabe letras,
si no las aprendió?
17. Y Jesús
contestó: No es mía mi doctrina, sino de quien me ha enviado.
18. Y el que
quiera hacer su voluntad entenderá si esta doctrina viene de Dios,
o si hablo por mí mismo.
19. Porque
quien habla por sí, su gloria busca.
20. Mas quien
busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero y en
él no hay injusticia.
21. ¿No
os dio Moisés la Ley y ninguno la cumplís? ¿Por qué
me queréis matar?
22. Y la gente
contestó: Tú tienes demonio. ¿Quién te quiere
matar?
23. Jesús
les dijo: Una obra hice y os maravilláis.
24. Mas Moisés
ordenó la circuncisión y en sábado circuncidáis.
25. Y si el
hombre es circunciso en sábado para no quebrantar la ley de Moisés,
26. ¿Cómo
os enojáis contra mí porque en sábado hice sano a
un hombre completo?
27. No juzguéis
por las apariencias, sino según justo juicio.
28. Y decían
unos de Jerusalén: ¿No es éste al que buscan para
matarlo? ¿Cómo, pues, habla públicamente?
29. ¿O
habrán entendido los príncipes que es el Cristo?
30. Pero éste
sabemos de dónde es y cuando venga el Cristo no sabremos de dónde
viene.
31. Entonces
Jesús daba voces en el templo.
32. Y enseñaba
y decía: A mí no me conocéis y sabéis de dónde
soy. Pero el que me envió es verdadero y no lo conocéis.
33. Pero yo
lo conozco, porque de él soy, y él me envió.
34. Y yo mentiría
si os dijera que no lo conozco.
35. Y quisieron
prenderlo, mas nadie puso mano sobre él, porque su hora aún
no había llegado.
36. Y muchos
creyeron en él.
37. Porque,
decían: Cuando el Cristo venga, ¿hará más señales
que las que éste hace?
Parábola del hombre rico
CV 1.
Y uno se le acercó, y le dijo:
2. Maestro,
di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
3. Mas él
replicó: Hombre, ¿quién me hizo juez o distributor
entre vosotros?
4. Guardaos
de toda avaricia, porque la vida humana no consiste en poseer muchos bienes.
5. Y dijo:
Un hombre rico tenía mucho.
6. Y decía
dentro de sí: ¿Qué haré, que no tengo dónde
guardar mis frutos?
7. Mas tiraré
mis graneros, y los haré mayores, y allí reunirá cuanto
poseo.
8. Y diré
a mi alma: Alma, bienes tienes para muchos años.
9. Descansa,
pues, come, bebe, huélgate.
10. Y díjole
Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma, y cuanto has guardado, ¿de
quién será?
11. Así
pasa al que atesora y no es rico en Dios.
Jesús anuncia que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos
CVI 1.
Y uno se le llegó, y prosternándose, le dijo: Maestro bueno,
¿qué haré para tener la vida eterna?
2. Mas él
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino Dios.
3. Mas si
quieres lograr la vida eterna, cumple lo que está mandado.
4. Y dijo
el hombre: ¿Qué es?
5. Dijo Jesús:
No mates, no adulteres, no robes, no alces falso testimonio.
6. Honra a
tus padres y ama al prójimo como a ti mismo.
7. Y dijo
el hombre: Todo eso he cumplido en mi juventud. ¿Qué más
debo hacer?
8. Y Jesús,
oyéndolo, le tuvo amor, y le dijo: Una cosa te falta, si quieres
seguirme y tener el reino de los cielos.
9. Vende cuanto
posees y dalo a los pobres.
10. Mas el
joven, al oírlo, se fue, triste, porque era rico y tenía
muchas propiedades.
11. Y Jesús
se entristeció, y dijo a sus discípulos: ¡Cómo
es difícil que quien tine riquezas entre en el reino de los cielos!
12. ¡En
verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja
que un rico en el reino de los cielos!
13. Y los
discípulos le dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
14. Y Jesús
dijo: Lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios.
15. Y dijo
Pedro: ¿Y nosotros, que lo hemos dejado todo para seguirte?
16. Mas Jesús,
respondiendo, dijo: Os digo en verdad que vosotros que me seguís
seréis en la majestad del Hijo del hombre.
17. Y que
os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de
Israel.
18. Y que
recibirá ciento por uno quien por mí y por el Evangelio deje
padres, y hermanos, y propiedades.
19. Y en el
siglo venidero tendrá la vida eterna el que deje por mí sus
familias y sufra persecuciones.
20. Y los
fariseos eran avaros y lo oían, y se burlaban de él. Y les
dijo: Vosotros sois justos ante los hombres, mas no ante Dios.
21. Ensalzados
sois de los hombres, mas abominadores de Dios.
Parábola de Lázaro y Abraham
CVII 1.
Y les dijo: Había un hombre rico, que estaba vestido de lino y púrpura.
2. Y tenía
cada día un banquete espléndido.
3. Y a su
puerta estaba acostado un mendigo llamado Lázaro.
4. Y estaba
lleno de llagas, y hambriento, y deseaba comer las migajas del rico.
5. Y aun los
perros venían y le lamían las llagas.
6. Y ocurrió
que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno
de Abraham.
7. Y murió
el rico, y fue sepultado, y llevado al infierno.
8. Y estando
en los tormentos, alzó sus ojos y vio a Lázaro, a lo lejos,
en el seno de Abraham.
9. Y clamó:
Padre Abraham, ten misericordia de mí y envíame a Lázaro.
10. Para que
humedezca un dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy torturado
de llamas.
11. Mas dijo
Abraham: Hijo, acuérdate de los bienes que tuviste en vida y de
los males de Lázaro.
12. Y éste
ahora es consolado y atormentado tú.
13. Un gran
abismo hay entre nosotros, y de aquí no se puede ir ahí,
ni de ahí aquí.
14. Y dijo
el hombre: Ruégote, padre, que lo envíes a casa de mi padre.
15. Porque
cinco hermanos tengo y quiero que les dé testimonio.
16. Para que
no vengan como yo a los tormentos de este sitio.
17. Mas dijo
Abraham: A Moisés y a los profetas tienen; que los oigan.
18. Y él
dijo: No, padre Abraham, mas sí se arrepentirían si a ellos
va alguno de los muertos.
19. Y Abraham
le contestó: Si no entienden a Moisés ni a los profetas,
tampoco oirán, aunque uno se alzase de entre los muertos.
Parábola del mayordomo infiel
CVIII 1.
Y dijo Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico
que tenía un mayordomo.
2. Y lo acusaron
de disipar sus bienes, y le llamó y le dijo: ¿Qué
me cuentan de ti?
3. Rinde cuentas,
porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.
4. Y el mayordomo
pensó: ¿Qué haré?
5. Porque
no puedo cavar y me avergüenza el pedir limosna.
6. Mas ya
sé lo que haré para que cuando me quiten el empleo me reciban
en sus casas.
7. Y llamó
a los deudores de su señor.
8. Y dijo
al primero: ¿Qué debes? Y él contestó: Cien
barriles de aceite.
9. Y le dijo:
Ten la caución y escribe cincuenta.
10. Y dijo
a otro: ¿Qué debes? Y contestó: Cien coros de trigo.
11. Y le dijo:
Toma la caución y escribe ochenta.
12. Y el señor
alabó la prudencia del mal mayordomo.
13. Porque
los hijos de este siglo son en su generación más hábiles
que los hijos de luz.
14. Y os digo:
Haceos amigos de las riquezas y, cuando faltasen, recibiros han en los
tabernáculos eternos.
15. El que
es fiel en lo poco, fiel es en lo mucho, y el injusto en lo menos es injusto
en lo más.
16. Porque
si en las malas riquezas fuisteis infieles, ¿quién os confiará
las verdaderas?
17. Y si en
lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que
es vuestro?
18. El siervo
que conociendo la voluntad de su dueño no la cumplió fue
muy azotado.
19. Mas quien
no la cumplió porque no la conocía fue poco azotado.
Parábola del hombre que contrató operarios para su viña
CIX 1.
El reino de los cielos es comparable a un padre de familia que salió
a la mañana y contrató jornaleros para trabajar en su viña.
2. Y se concertó
con ellos en un denario diario y los envió a su viña.
3. Y salió
a la hora de tercia, y vio a unos que holgaban, y les dijo: Id también
a mi viña y os daré lo que fuese justo. Y fueron.
4. Y salió
a las horas sexta y nona e hizo lo mismo.
5. Y saliendo
a la hora undécima, vio otros que estaban ociosos.
6. Y dijo:
¿Por qué no trabajáis? Y dijeron: Porque nadie nos
ha contratado.
7. Y les dijo:
Id también a la viña y os daré lo que fuese justo.
8. Y cuando
fue la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo:
9. Llama a
los operarios y págales el jornal, desde los últimos hasta
los primeros.
10. Y viniendo
los que habían ido a la hora undécima, cobró cada
uno un denario.
11. Y viniendo
los primeros, pensaban que cobrarían mas, pero sólo recibieron
un denario.
12. Y lo tomaron,
mas murmuraban: Los últimos han trabajado una hora y han cobrado
como nosotros, que hemos trabajado y sufrido el calor de todo el día.
13. Mas él,
contestando, les dijo: Amigos, ¿en qué os agravio? ¿No
fue en un denario en lo que os concertasteis conmigo?
14. Tomad
lo vuestro e idos. Porque quiero a los últimos dar como a vosotros.
15. ¿No
puedo hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es que tu
ojo es malo porque yo soy bueno?
16. Y así
los últimos serán primeros y los primeros últimos.
17. Porque
muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Jesús cura a un hidrópico en casa de un fariseo
CX 1.
Y entrando un sábado en casa de un príncipe de los fariseos
a comer pan, era observado de ellos.
2. Y un hombre
hidrópico estaba frente a él.
3. Y Jesús
preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: ¿Es lícito
curar en sábado?
4. Y como
ellos callasen, él lo curó y lo despidió.
5. Y contestándoles,
dijo: ¿Quién de vosotros no sacará un asno o su buey,
si se le cae a un pozo un sábado?
6. Y no podían
contestarle a estas cosas.
7. Y viendo
cómo elegían los primeros asientos en la mesa, les dijo:
Cuando te convidasen, no tomes el primer puesto.
8. Porque
pudiera ser que otro con más honor que tú esté convidado.
9. Y viniendo
el que invitó te diga: Déjale el sitio.
10. Sino que
cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que el que te convidó
te diga: Sube aquí, y seas ensalzado ante los que están en
la mesa.
11. Porque
todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla será
ensalzado.
12. Y dijo
al que lo invitaba: Cuando convides, no sea a tus hermanos, ni amigos,
ni parientes.
13. Porque
ellos no vuelvan a convidarte y te compensen.
14. Mas convida
a los pobres, y a los débiles, y a los lisiados y ciegos.
15. Y serás
bienaventurado, porque no te pueden remunerar, mas tendrás compensación
cuando resuciten los justos.
16. Y uno
que estaba allí dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino
de los cielos.
Jesús cura a diez leprosos
CXI 1.
Y llegaba la Pascua de los judíos.
2. Y yendo
a Jerusalén pasaba por Samaria de Galilea.
3. Y entrando
en una aldea, paráronse a lo lejos diez hombres que estaban leprosos.
4. Y alzaron
sus voces, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros.
5. Y él
les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y yendo quedaron limpios.
6. Y uno,
al sentirse limpio, glorificó a Dios con gran clamor.
7. Y se tendió
sobre su rostro y le daba gracias. Y era samaritano.
8. Y dijo
Jesús: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Dónde
están los demás?
9. ¿Ninguno
hubo que volviese para alabar a Dios, sino este extranjero?
10. Y le dijo:
Álzate y vete.
11. Porque
tu fe te ha salvado.
Jesús habla a los discípulos de su pasión, y la madre de los hijos de Zebedeo le ruega por sus hijos
CXII 1.
Y Jesús dijo a los doce: He aquí que subimos a Jerusalén
y serán cumplidas las cosas que escribieron los profetas del Hijo
del hombre.
2. Porque
será entregado, e injuriado, y escarnecido.
3. Y cuando
lo hubiesen azotado, será enterrado, mas al día tercero resucitará.
4. Y llegando
la madre de los dos hijos de Zebedeo, lo adoró, y dijo: Señor,
sienta a mis dos hijos, uno a tu diestra y otro a tu siniestra en tu reino.
5. Y Jesús
contestó: No sabes lo que pides.
6. ¿Podéis
beber en el cáliz en que yo beba, y bautizar con el bautismo con
que bautizo yo? Y ellos dijeron: Podemos.
7. Y él
les dijo: En el cáliz en que yo beba beberéis, y con el bautismo
con que yo bautizo seréis bautizados.
8. Y sentados
estaréis a mi derecha y a mi izquierda, como yo con mi Padre.
9. Y oyéndolo
los discípulos, se airaron contra los dos hermanos.
10. Y Jesús
los llamó, y les dijo: ¿Sabéis que entre los príncipes
de los hombres quienes mayores son más autoridad ejercen? Pues no
es así entre vosotros.
11. Porque
el que entre vosotros quiera ser el mayor será el más pequeño,
y quien quiera ser el primero será siervo de los demás.
12. Porque
el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida por la redención de muchos.
Los discípulos preguntan a Jesús si son muchos los que se salvarán
CXIII 1.
Y uno de ellos le dijo: Señor, ¿son pocos los que
se salvan?
2. Y él
les dijo: Procurad entrar por la puerta estrecha, porque muchos querrán
entrar y no podrán.
3. Porque
allí será el decir: Señor, ábrenos.
4. Y yo les
diré: No os conozco.
5. Y me dirán:
Comíamos contigo y bebíamos contigo.
6. Y les diré:
No os conozco, hacedores de iniquidades.
7. Id al fuego
eterno, donde es el llanto y el rechinar de dientes.
8. Y cuando
veáis entrar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a todos los profetas,
en el reino de los cielos, vosotros seréis echados fuera.
9. Y de Oriente
y de Occidente, y del aquilón y el austro, vendrán al reino
de Dios.
10. Mas los
primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Zaqueo, el publicano
CXIV 1.
Y Jesús había entrado en Jericó.
2. Y un varón
llamado Zaqueo era principal entre los publicanos, porque era rico.
3. Y quería
ver a Jesús, mas no le dejaba verlo la gente, porque era pequeño
de estatura.
4. Y echando
a correr se subió a un sicomoro, por donde tenía que pasar.
5. Y llegando,
Jesús le miró, y le dijo: Baja luego, Zaqueo, que hoy descansé
en tu casa.
6. Y él
bajó a prisa y lo recibió con gozo.
7. Y viendo
tal, murmuraban todos, diciendo que iba a casa de un pecador.
8. Y Zaqueo
dijo a Jesús: Señor, de lo que tengo, la mitad daré
a los pobres.
9. Y si en
algo he defraudado a alguno, se lo devolveré cuadruplicado.
10. Y dijo
Jesús: Hoy ha venido la salvación a esta casa.
11. Porque
también él es hijo de Abraham.
12. Y el Hijo
del hombre vino a salvar y buscar lo que se había perdido.
Jesús cura a dos ciegos
CXV 1.
Y saliendo Jesús de Jericó, lo seguían muchas
gentes.
2. Y he aquí
que dos ciegos estaban sentados en el camino y uno era Bastimeo, hijo de
Timeo.
3. Y oyendo
que Jesús el Nazareno pasaba, clamaron, diciendo: Señor,
Hijo de David, ten misericordia de nosotros.
4. Y les dijo
Jesús: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos dijeron:
Señor, abre nuestros ojos.
5. Y Jesús
tuvo misericordia y les tocó los ojos.
6. Y vieron,
y lo siguieron, alabando a Dios.
7. Y toda
la gente alababa a Dios.
Jesús, sobre un asno, entra en Jerusalén
CXVI 1.
Y acercándose a Jerusalén, y llegando a Bethfagé,
en el Monte de los Olivos, Jesús dijo a dos de sus discipulos:
2. Id a esa
aldea que hay enfrente y hallaréis atado un pollino en el que ningún
hombre se ha sentado nunca: desatadlo y traédmelo.
3. Y si alguien
os preguntase: ¿Por qué lo desatáis? Decid: El Señor
lo necesita. Y os lo dejará.
4. Y fueron,
y hallaron el pollino, y desatándolo, le dijeron sus dueños:
¿Por qué lo desatáis?
5. Y dijeron:
Porque el Señor lo ha menester. Y se lo dejaron.
6. Y llevaron
el asno a Jesús, y pusieron sobre él sus vestiduras, y lo
sentaron encima.
7. Para que
se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid a la hija de Sión: He
aquí tu rey, que viene manso, a ti, sentado sobre un pollino, que
es hijo de animal de yugo.
8. Y esto
no lo conocieron sus discípulos entonces, sino cuando fue glorificado
Jesús, que entonces comprendieron que se había escrito de
él.
9. Y muchas
gentes tendían sus mantos por el camino, y otras venían con
ramos de olivo.
10. Y cuando
llegaban al Monte Olivete, llegaron muchos más, alabando a Dios
con grandes voces.
11. Y los
que lo seguían y los que iban delante iban diciendo:
12. ¡Hosanna!
¡Bendito el Hijo de David, bendito el rey que viene en nombre del
Señor!
13. Paz en
el cielo y gloria en las alturas. Bendito el que nos trae el reino de nuestro
padre David. Gloria en lo alto.
14. Y otros
muchos trajeron ramos de palma y acompañaban a Jesús, diciendo:
15. ¡Hosanna!
Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel.
16. Mas algunos
fariseos que iban entre la gente le dijeron:
17. Maestro,
haz callar a tus discípulos.
18. Mas él
repuso: Os digo en verdad que, si ellos callan, clamarán las piedras.
19. Y llegando
a Jerusalén, lloró sobre ella.
20. Diciendo:
¡Oh, si tú conocieses en este tu día lo que conviene
a tu paz!
21. Mas ello
está ahora oculto a tus ojos.
22. Porque
días vendrán en que te sitiarán tus enemigos, y por
todas partes te cercarán.
23. Y te derribarán,
con todos tus hijos, en tierra y no quedará piedra sobre piedra
de ti.
24. Porque
no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús echa del templo a los mercaderes
CXVII 1.
Y entrando en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió,
y dijo: ¿Quién es éste?
2. Y otros
del pueblo decían: Es un profeta de Nazareth de Galilea.
3. Y entrando
Jesús en el templo, hizo un azote de cuerdas, y echó con
él a todos los que allí vendían ovejas, y bueyes,
y palomas, y derramó las monedas de los cambistas, y revolvió
las mesas.
4. Y dijo:
No hagáis de la casa de mi Padre casa de negociación.
5. Porque
está escrito que ésta sea casa de oración y vosotros
la habéis hecho cueva de ladrones.
6. Y sus discípulos
recordaron que está escrito: El celo de tu casa me comió.
7. Y los ciegos
y mancos que había en el templo se llegaron a él y los sanaba.
8. Y viendo
los príncipes de los sacerdotes y los escribas los milagros que
hacía,
9. Y que los
niños clamaban en el templo: ¡Hosanna, Hijo de David!,
10. Fueron
muy indignados, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen?
11. Mas Jesús
contestó: ¿Nunca leísteis que en la boca de los niños
y de los que maman está la alabanza perfecta?
12. Y los judíos
le dijeron: ¿Qué signo nos presentas de que está bien
lo que haces?
13. Y Jesús
repuso: Derribad este templo y en tres días lo reedificaré.
14. Y ellos
dijeron: Cuarenta y seis años costó edificarlo.
15. ¿Y
tú en tres días lo restaurarás?
18. Mas él
hablaba del templo de su cuerpo.
Parábola del publicano y el fariseo
CXVIII 1.
Y vio Jesús cómo las gentes ricas echaban sus ofrendas en
el garogilacio.
2. Y llegando una
viuda pobre, no puso más que dos cuadrantes.
3. Y Jesús
dijo a sus discípulos: En verdad os digo que esa pobre ha hecho
mayor ofrenda que los demás.
4. Porque
los demás ofrendaron a Dios de lo que les sobra.
5. Mas ella
ofreció la pobreza que para su sustento tenía.
6. Y les dijo
esta parábola: Dos hombres subieron a orar al templo.
7. Y el uno
era fariseo y el otro era publicano.
8. Y el fariseo
oraba diciendo: Gracias te doy, Señor.
9. Porque
no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros,
ni aun como este publicano.
10. Y ayuno
los sábados y doy diezmos de cuanto poseo.
11. Y el publicano,
sin osar alzar los ojos al cielo, se golpeaba el pecho y decía:
Dios, séme propicio a mí, pecador.
12. Y yo os
digo que éste será más justificado.
13. Porque
aquel que se ensalza será humillado y aquel que se humilla será
ensalzado.
14. Y los
dejó y salió de la ciudad, y fue a Bethania, y descansó
allí.
15. Y las
gentes lo seguían y curaba a los que necesitaban ser sanos.
Nicodemo viene a Jesús por la noche
CXIX 1.
Y había un varón llamado Nicodemo, que era príncipe
de los judíos.
2. Y vino
a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que Dios te ha
enviado por Maestro.
3. Porque
si Dios no fuese contigo, no darías los signos que das.
4. Mas dijo
Jesús: En verdad te digo que quien no vuelva a nacer no verá
el reino de Dios.
5. Y contestó Nicodemo: ¿Cómo
el viejo puede otra vez nacer?
6. ¿0
es que otra vez puede entrar para nacer en el vientre de su madre?
7. Mas Jesús
respondió: En verdad, en verdad te digo que quien no naciese de
agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios.
8. Lo que
nace de carne carne es, y lo que de Espíritu nace es espíritu.
9. No te maravilles
de que te haya dicho que otra vez hay que nacer.
10. Porque
el viento sopla de donde quiere y oyes su soplo, mas no sabes adónde
va ni de dónde viene.
11. Así
es todo el que ha nacido del Espíritu.
12. Mas Nicodemo
contestó y dijo: ¿Cómo puede ser esto?
13. Contestó
Jesús: ¿Y tú, que eres maestro de Israel, lo ignoras?
14. En verdad
te digo que hablamos lo que sabemos y de lo que hemos visto atestiguamos,
pero no aceptáis nuestro testimonio.
15. Si no
creéis en las cosas terrenales que os digo, ¿cómo
habéis de creer en las celestiales?
16. Nadie
subió al cielo, sino el que del cielo descendió, que es el
Hijo del hombre, que está en el cielo.
17. Y así
como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así
ha de ser alzado el Hijo del hombre.
18. Para que
no se pierda quien creyese en él, sino que logre vida eterna.
19. Porque
para esto ha dado Dios al mundo, porque lo ama, a su Hijo único.
20. Dios no
envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino para darle salvación.
21. Y quien
en él cree no es condenado, mas quien en él no cree sí
es condenado.
22. Porque
no creyó en el nombre del Hijo, unigénito de Dios.
23. Y ésta
es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
24. Y cuantos
hacen el mal no vienen a la luz, para no ser acusados de sus pecados.
25. Mas el
que obra con verdad viene a la luz, para que se manifieste que sus obras
son hechas en Dios.
26. Y Jesús
se fue al monte de los Olivos, y a la mañana vino al templo, y la
gente se llegó a él.
27. Y se sentó
y enseñaba.
Los judíos presentan a Jesús una mujer sorprendida en adulterio
CXX 1.
Y los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio.
2. Y poniéndola
en medio, dijeron: Maestro, esta mujer ha sido encontrada en flagrante
adulterio.
3. Moisés,
en la Ley, nos mandó apedrearla. ¿Qué dices tú?
Y le hablaban por tentarlo, para poderlo acusar.
4. Mas Jesús,
inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo.
5. Mas como
le siguiesen preguntando, se levantó.
6. Y dijo:
Quien entre vosotros no tenga pecado arroje contra ella la primera piedra.
7. Y volviéndose
a inclinar, escribía en tierra.
8. Y oyéndolo,
todos salieron, desde los viejos hasta los adolescentes.
9. Y se levantó
Jesús y no halló más que a la mujer.
10. Y dijo:
¿Dónde están los que te acusaban? ¿No te ha
condenado ninguno?
11. Y dijo
ella: Ninguno, Señor.
12. Y dijo
Jesús: Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.
Jesús maldice a la higuera
CXXI 1.
Y otra mañana, yendo a la ciudad, tuvo hambre.
2. Y viendo
una higuera junto al camino, fue a ella, mas halló que sólo
tenía hojas.
3. Porque
aún no era tiempo de higos. Mas él dijo: Que nunca más
nazca fruto de ti. Y se secó la higuera.
4. Y los discípulos,
maravillados, decían: ¿Cómo se secó la higuera?
5. Y a la
tarde salían de la ciudad, y pasando junto a la higuera seca, dijo
Pedro: Señor, ésta es la higuera que tú maldijiste.
6. Y Jesús
le dijo: Os digo, en verdad, que si tuvieseis fe, no sólo haríais
esto vosotros.
7. Sino que
si a este monte le dijereis: Échate al mar, se echaría.
8. Y dijeron
los apóstoles: Señor, infúndenos fe.
9. Y dijo
Jesús: Cuanto pidáis orando, si creéis, se os dará.
10. Y en la
oración perdonad a vuestros enemigos, para que vuestro Padre, que
está en los cielos, perdone vuestros pecados.
Parábola del juez duro y de la viuda
CXXII 1.
Y propuso otra parábola a sus discípulos, a propósito
de que siempre conviene orar.
2. Y dijo:
Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba
a los hombres.
3. Y había
en aquella ciudad una viuda y vino y le dijo: Hazme justicia de mi enemigo.
4. Y muchas
veces volvía, hasta que el juez dijo entre sí: No temo a
Dios ni respeto a los hombres, pero si hago justicia a esta viuda ya no
volverá más a molestarme.
5. Oíd
lo que dijo el juez injusto.
6. ¿Y
no ha de hacer justicia Dios a sus elegidos, que le impetran día
y noche y esperan en él?
7. Yo os digo
que él os hará justicia. Porque el Hijo del hombre ha venido
a traer la fe a la tierra.
Los judíos preguntan a Jesús con qué autoridad obra. Parábola de los hijos del vendimiador
CXXIII 1.
Y como vino al templo, evangelizaba al pueblo.
2. Y los príncipes
de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se le llegaron y le decían:
¿Quién te dio potestad para hacer esto?
3. Mas Jesús
contestó: Yo os diré con qué autoridad lo hago, si
vosotros me contestáis otra pregunta.
4. El bautismo
de Juan ¿era del cielo o de los hombres?
5. Y ellos
meditaron entre sí y decían: Si decimos que del cielo, nos
dirá: ¿Por qué no lo creísteis?
6. Mas si
decimos que de los hombres, ofenderemos al pueblo.
7. Porque
tiene a Juan por profeta.
8. Y a Jesús,
en respuesta, le dijeron: No sabemos.
9. Y él
les dijo: Ni yo os digo qué potestad tengo para hacer esto.
10. Un hombre
tenía dos hijos. Y se llegó al primero y le dijo: Hijo, ve
a trabajar en mi viña.
11. Y él
contestó: No quiero. Mas se arrepintió y fue.
12. Y al otro
le dijo lo mismo y contestó: Sí, señor; mas no fue.
13. ¿Quién
de los dos obedeció a su padre? Y contestaron: El primero.
14. Y les
dijo Jesús: En verdad os digo que los publicanos y meretrices irán
antes que vosotros al reino de Dios.
15. Porque
os vino Juan y no le creísteis, y los publicanos y rameras sí
le creyeron.
16. Y aún
vosotros no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola del hombre que plantó una viña
CXXIV 1. Escuchad otra parábola:
Un hombre, que era padre de familia, plantó una viña.
2. Y la valló,
y cavó un lagar, y construyó una casa.
3. Y la dio
en renta a unos labradores, y se fue.
4. Y al tiempo
de los frutos, envió a sus siervos para que cobrasen la renta.
5. Mas los
labradores hirieron a un siervo, y mataron a otro, y apedrearon a los demás.
6. Y envió
otros siervos, mas con ellos hicieron lo mismo.
7. Y al fin
les envió su hijo, pensando que a él le tendrian respeto.
8. Mas viendo
los labradores al hijo, dijéronse: Este es el heredero.
9. Matémoslo
y tomemos su heredad.
10. Y lo echaron
fuera de la viña, y lo mataron.
11. ¿Qué
hará, pues, el dueño de la viña cuando viniese, a
aquellos labradores?
12. Y le dijeron:
Destruirá a los malos, y dará la viña en renta a otros
labradores que le paguen el fruto a su tiempo.
13. Dijo Jesús:
¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra
que desecharon los que construían quedó para cabeza de los
ángulos?
14. Por el
Señor fue hecho esto y es cosa milagrosa ante nuestros ojos.
15. Os digo
que el reino de Dios os será quitado y dado a gente que tenga frutos
de él.
16. Y que
a quien sobre esta piedra cayese será quebrantado y quien cayese
sobre ella la desmenuzará.
17. Y oyendo
los príncipes de los sacerdotes y los fariseos estas parábolas,
comprendieron que hablaba de ellos.
18. Y querían
prenderlo, mas temían a la gente.
19. Porque
lo tenían por profeta.
20. Y Jesús
les dijo esta otra parábola:
Parábola del rey que celebró las bodas de un hijo suyo
CXXV 1.
El reino de los cielos es como un hombre que era rey y, celebrando las
bodas de su hijo, convidó a muchos.
2. Y a la
hora de la cena eni.dó sus siervos a llamar a los convidados.
3. Y todos
comenzaron a excusarse.
4. El primero
dijo: He comprado una heredad y he de ir a verla: excúsame.
5. Y dijo
otro: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos: excúsame.
6. Y otro
dijo: Hoy me he casado y no puedo ir.
7. Y el rey
mandó a otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí
que la comida está preparada, porque los toros y animales cebados
han sido muertos, y todo está a punto. Venid a las bodas.
8. Mas ellos
no se curaron de él, y unos fueron a su labranza, y otros a sus
negocios.
9. Y otros afrentaron
a sus siervos y los mataron.
10. Y enojándose
el rey, envió a sus tropas y mataron a los homicidas, e incendiaron
su ciudad.
11. Y dijo
a sus siervos: Preparadas están las bodas, pero los invitados no
eran dignos.
12. Salid,
pues, a la calle, y traed a los pobres, y mancos, y cojos, y ciegos.
13. Y dijo
el siervo: Señor: hecho está lo que mandaste; mas aún
sobra sitio.
14. Y dijo
el señor: Ve por las calles y caminos y obliga a todos a entrar
en mi casa.
15. Porque
ninguno de los que fueron invitados gustará mi cena.
16. Y saliendo
los siervos a los caminos, reunieron a todos los que hallaron, malos y
buenos, y las bodas estuvieron llenas de convidados.
17. Y el rey
vio que uno de ellos no traía vestido de boda.
18. Y le dijo:
Amigo, ¿cómo entraste aquí si no tenías vestido
de boda?
19. Mas él
calló. Y el rey dijo a los servidores: Atadlo de pies y manos y
echadlo a las tinieblas exteriores. Y allí será el llorar
y el crujir de dientes.
20. Porque
muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Los judíos preguntan a Jesús qué se ha de dar a Dios y qué se ha de dar al César
CXXVI 1.
Entonces los fariseos se consultaron sobre cómo lo sorprenderían
en alguna palabra.
2. Y le enviaron
los discípulos que ellos tenían, con los herodianos.
3. Y le dijeron:
Maestro, sabemos que amas la verdad y que el verdadero camino de Dios enseñas.
4. Mas dinos:
¿Es o no lícito dar tributo a César?
5. Y Jesús
comprendió su malicia y dijo: ¿Por qué me tentáis,
hipócritas?
6. Mostradme
la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
7. Y preguntó:
¿De quién es esta figura y lo que está escrito sobre
ella?
8. Y le dijeron:
Del César.
9. Y él
dijo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
10. Y oyéndolo,
se maravillaron y se fueron.
Los saduceos, que no creen en la resurrección, interrogan a Jesús sobre la mujer de los siete maridos
CXX VII 1.
Aquel día se llegaron a él los saduceos, que no creen en
la resurrección, y le preguntaron:
2. Maestro,
Moisés dijo: Si alguno muriese sin hijos, su hermano se casará
con su mujer, y hará simiente a su hermano.
3. He aquí
siete hermanos. Y el primero se casó y murió y, al no tener
generación, quedó su mujer a su hermano.
4. Y al segundo
pasó igual y al tercero, hasta los siete.
5. Y después
murió la mujer. Mas ¿de quién será mujer en
la resurrección, pues que todos la tuvieron?
6. Pero dijo
Jesús: Erráis, porque ignoráis las Escrituras y el
poder de Dios.
7. Porque
en la resurrección ni los hombres tomarán mujer, ni las mujeres
marido.
8. Sino que
serán como los ángeles en el cielo.
9. ¿Y
no habéis leído lo que dice Dios?
10. Yo soy
el Dios de Abraham, y el de Isaac, y el de Jacob.
11. Y Dios
no es Dios de muertos, sino de vivos.
12. Y las
gentes se admiraban de su doctrina.
13. Y algunos,
contestando, dijeron: Bien hablaste, maestro.
Los escribas preguntan a Jesús cuál es el mandamiento mayor
CXXVIII 1.
Y viendo los fariseos que había hecho callar a los saduceos,
se juntaron a una.
2. Y un doctor
de la Ley, le preguntó diciéndole: Maestro, ¿cuál
es el mayor mandamiento de la Ley?
3. Y dijo
Jesús: Amarás al Señor con todo tu corazón,
y toda tu alma, y toda tu mente.
4. Y éste
es el primero y mayor de los mandamientos.
5. Y el segundo
es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
6. Y de estos
dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.
7. Y un escriba
le dijo: Bien hablaste, maestro.
8. Porque
ha de amarse a Dios de todo corazón, y toda el alma, y toda la inteligencia.
9. Y se ha
de amar al prójimo como a uno mismo.
10. Y Jesús,
oyendo lo bien que le respondía, dijo: Rectamente contestas. Hazlo
asi.
11. Pero queriendo
ellos justificarse, dijeron a Jesús: ¿Quién es nuestro
prójimo?
12. Y Jesús
contestó: Iba un hombre a Jerusalén, y los ladrones lo atacaron
y lo robaron e hirieron.
13. Y pasando
de camino un sacerdote, lo vio herido, mas se fue a un lado y lo dejó.
14. Y pasando
un levita, lo vio y lo dejó.
15. Y pasó
un samaritano, y tuvo piedad de él, y lo alivió y ungió.
16. Y lo puso
en su jumento y lo llevó a la posada.
17. Y pagó
dos denarios al posadero, y le dijo: Cuídalo, y lo pagaré
lo que sea al volver.
18. De estos
tres, ¿quién fue el prójimo del herido por los ladrones?
19. Y le dijeron:
Quien le tuvo misericordia.
20. Y Jesús
dijo: Haced, pues, como él.
Los fariseos intentan prender a Jesús
CXXIX 1.
Y Jesús enseñaba a diario en el templos
2. Y los príncipes
de los sacerdotes, y los del pueblo, así como los escribas, querían
prenderlo.
3. Mas no
sabían cómo hacerlo, porque el pueblo se asombraba oyéndolo.
4. Y los fariseos
murmuraban cómo lo harían.
5. Y los príncipes
y fariseos enviaron hombres para prenderlo.
6. Mas dijo
Jesús: Aún estaré algún tiempo entre vosotros,
e iré al que me envió. Y tiempo vedrá en que me buscaréis
y no me hallaréis.
7. Y donde
yo esté no podréis venir.
8. Y dijéronse
los judíos: ¿Dónde estará que no podamos ir?
9. ¿Qué
es esto de que lo buscaremos y no lo encontraremos, y que donde esté
no podremos ir?
10. Y en el
último día grande de las fiestas, Jesús clamaba y
decía:
11. Quien
tenga sed venga a mí y beba.
12. Porque
quien crea en mí, ríos de agua viva correrán de su
vientre, como dice la Escritura.
13. Y esto
dijo del Espíritu que recibirían los que en él creyesen.
14. Porque
aún no había sido Jesús glorificado.
15. Y la gente,
oyéndolo, decía: este es el Cristo.
16. Mas otros
decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea?
17. ¿No
está escrito que es de simiente de David y del pueblo de Bethlehem
de donde vendrá el Cristo?
18. Y la gente
discutía sobre él.
19. Y los
pontífices y fariseos vinieron a los ministriles y dijeron: ¿Cómo
no lo trajisteis?
20. Mas ellos
contestaron: Nunca hombre alguno habló como este hombre.
21. Y dijeron
los fariseos: ¿También fuisteis vosotros seducidos?
22. ¿Cree
en él alguno de los príncipes o de los fariseos?
23. Porque
los de la plebe, que no saben la Ley, malditos son.
24. Y dijo
Nicodemo, el que había ido a él de noche: ¿Juzga nuestra
Ley sin antes oír?
25. Mas le
dijeron: ¿También eres tú galileo?
26. ¿Cuándo
se vio que de Galilea saliera profeta?
Los fariseos son preguntados por Jesús
CXXX 1.
Y los fariseos fueron preguntados por Jesús y dijo: ¿De
quién decís que el Cristo es hijo? Y dijeron: De David.
2. Mas dijo
Jesús: ¿Cómo, entonces, en sus salmos lo llama su
Señor?
3. Cuando
dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra,
hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
4. Llamándolo
David Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
5. Y no supieron
responderle.
Jesús se presenta como la luz del mundo
CXXXI 1.
Y dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo.
2. Y quien
me sigue no anda en tinieblas, mas tiene luz en su vida.
3. Y dijeron
los fariseos: Tú de ti mismo atestiguas: tu testimonio no es válido.
4. Y dijo
Jesús: Yo atestiguo de mí mismo, porque sé de dónde
vengo y adónde voy.
5. Mas vosotros
ignoráis de dónde vengo y adónde voy.
6. Vosotros
juzgáis según la carne, mas si yo juzgo, verdadero es mi
juicio, porque juzgo según el Padre.
7. Y en vuestra
ley está escrito: El testimonio de dos es válido.
8. Yo testimonio
por mí, y por mí testimonia mi Padre.
9. Mas ellos
le dijeron: ¿Quién es tu Padre?
10. Y dijo
Jesús: No me conocéis a mí, ni a mi Padre.
11. Mas yo
voy y vosotros moriréis en vuestro pecado.
12. Y donde
yo voy, vosotros no podéis ir.
13. Y decían
los judíos: ¿Irá a matarse él mismo, que dice
que donde irá no lo podremos seguir?
14. Y él
dijo: Vosotros sois del mundo y yo no soy del mundo.
15. Y os digo
que moriréis en vuestro pecado.
16. Porque
si no creyerais quien yo soy, moriréis en vuestro pecado.
17. Y ellos
dijeron: ¿Pues quién eres?
18. Y él
contestó: Quien os he dicho al principio.
19. Mucho
he de juzgar de vosotros, mas mi Padre, que me envió, es verdadero,
y lo que yo he oído a él os hablé.
20. Mas ellos
no entendieron que el Padre de que les hablaba era Dios.
21. Y dijo
Jesús: Cuando creáis al Hijo del hombre, entonces comprenderéis
quién yo soy.
22. Y que
nada hago de mí mismo, sino que hablo como el Padre me enseñó.
23. Porque
el que me envió está conmigo.
24. Que no
me ha dejado el Padre solo, porque yo hago lo que a él le agrada.
25. Y diciendo
estas cosas, muchos creyeron en él y él decía a los
que creían:
26. Si vosotros
perseveráis en mi palabra, seréis verdaderos discípulos
míos.
27. Y conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres.
28. Y le dijeron:
Somos simiente de Abraham.
29. Y no servimos
a nadie; ¿cómo nos vas a hacer libres?
30. Jesús
les contestó: Os digo en verdad que aquel que peca es siervo del
pecado.
31. Y el siervo
no está en casa siempre, mas sí el hijo.
32. Y si el
Hijo os libertare, seréis libres de verdad.
33. Sé
que sois semilla de Abraham, pero procuráis matarme.
34. Porque
en vosotros no cabe mi palabra.
35. Yo hablo de lo
que he visto al Padre y vosotros hacéis lo que habéis oído
a vuestro padre.
36. Dijéronle:
Nuestro padre es Abraham.
37. Y él
les contestó: Si fuerais hijos de Abraham, sus obras haríais.
38. Mas queréis
matarme, porque os digo la palabra que he oído de Dios.
39. Y no hizo
así Abraham.
40. Porque
hacéis las obras de vuestro padre.
41. Mas le
dijeron: Nacidos somos fuera de fornicación. Un padre tenemos y
es Dios.
42. Y dijo
Jesús: Si fuerais hijos de Dios, me amaríais.
43. Porque
yo soy enviado por él y no vengo de mí mismo.
44. Y no reconocéis
mi lenguaje, porque no podéis oír mi palabra.
45. Porque
del diablo sois y su voluntad queréis hacer.
46. Y él
fue homicida desde el principio y no perseveró en la verdad.
47. Porque
no hay verdad en él y habla mentira, porque padre es de mentira.
48. Y porque
os digo verdad, no me creéis.
49. ¿Quién
me acusa de pecado? Porque si digo verdad, ¿cómo no me creéis?
50. El que
es de Dios sus palabras oye. Mas vosotros no las oís, porque no
sois de Dios.
51. Y dijeron
los judíos, contestándole: ¿No acertamos nosotros
en decir que eres samaritano y tienes demonio?
52. Mas Jesús
contestó: Yo no tengo demonio.
53. Sino que
honro a mi Padre y vosotros me deshonrais.
54. Mas no
busco mi gloria, porque hay quien la busque y la juzgue.
55. En verdad
os digo que el que guarde mi palabra no verá la muerte eterna.
56. Y dijeron
los judíos: Ya vemos que sí tienes demonio.
57. Porque
murió Abraham, y los profetas, y tú dices: Quien guarde mi
palabra no gustará la muerte eterna.
58. ¿Eres
tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió, o que los
profetas, que murieron? Pues ¿quién crees tu ser?
59. Les respondió
Jesús: Mi gloria no es nada: es mi Padre quien me glorifica.
60. Y mi Padre
es el que vosotros llamáis vuestro Dios.
61. Y no lo
conocéis, mas yo lo conozco y persevero en su palabra, y si no os
lo dijera, sería embustero, como vosotros.
62. Vuestro padre
Abraham vio mi día y se gozó en él.
63. Mas dijeron
los judíos: ¿Cómo dices que has visto a Abraham? Por
que tú no tienes aún cincuenta años.
64. Y dijo
Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy antes que Abraham
fuese.
65. Y ellos
agarraron piedras para tirarle.
66. Mas Jesús
se escondió y salió del templo.
Jesús cura con lodo a un ciego de nacimiento
CXXXII 1.
Y pasando, vio Jesús un ciego de nacimiento.
2. Y preguntaron
sus discípulos: Maestro, ¿y pecó él o pecaron
sus padres? Porque ha nacido ciego.
3. Y contestó
Jesús: No pecó él ni sus padres.
4. Mas es
ciego para que las obras de Dios se patenticen en él.
5. Aún
dura el día y he de hacer las obras del que me envió.
6. Porque
en la noche nadie puede obrar.
7. Porque
mientras esté en el mundo, soy su luz.
8. Y escupió
en tierra, e hizo barro con la saliva, y untó con él los
ojos del ciego.
9. Y le dijo:
Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado).
10. Y el ciego
se lavó y vio la luz.
11. Y los
que sabían que era ciego decían: ¿No estaba éste
ciego y mendigaba? Y él dijo: Yo soy.
12. Y le preguntaron:
¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
13. Y dijo:
El hombre que llaman Jesús hizo barro, y me untó los ojos,
y me envió al Siloé, y me lavé, y soy curado.
14. Y le dijeron:
¿Dónde está ése? Mas él dijo: No sé.
15. Y presentaron
ante los fariseos al que había sido ciego.
16. Y cuando
Jesús hizo lodo y lo curó, era sábado.
17. Y preguntándole
los fariseos cómo había sido curado, dijo: Me puso barro
en los ojos, y me lavé, y sané.
18. Y dijo
un fariseo: Este hombre no es de Dios. Porque no guarda el sábado.
19. Y decían
los demás: ¿Cómo puede hacer un pecador estas señales?
Y discutían.
20. Y preguntaron
al ciego: ¿Qué dices del que te abrió los ojos?
21. Y él
dijo: Que es profeta.
22. Mas no
creyendo los judíos que hubiese sido ciego, llamaron a sus padres.
23. Y les
preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo? Porque, si nació
ciego, ¿cómo ve ahora?
24. Mas los
padres dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació
ciego.
25. Mas no
sabemos cómo ve ahora; preguntadle a él que edad tiene.
26. Y esto
dijeron los padres por miedo de los judíos.
27. Porque
éstos habían acordado que, si alguno dijese ser el Cristo,
fuese echado de la sinagoga.
28. Y volviendo
a llamar al que había sido ciego, le dijeron: Alaba a Dios.
29. Porque
nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
30. Mas él
dijo: No sé si es pecador.
31. Pero sé
que no veía, y veo.
32. Y le dijeron
otra vez: ¿Qué hizo? ¿Cómo te abrió
los ojos?
33. Mas él
contestó: Ya os lo dije, y no me atendisteis. ¿Es que también
vosotros queréis ser sus discípulos?
34. Mas ellos
lo vejaron y le dijeron: Tú serás su discípulo, mas
no nosotros.
35. Porque
somos discípulos de Moisés.
36. Y sabemos
que Dios habló a Moisés, mas no sabemos éste de dónde
es.
37. Y él
contestó: Es extraño que no lo sepáis, porque me abrió
los ojos.
38. Y sabemos
que Dios no oye a los pecadores, mas sí a los que hacen su voluntad.
39. Porque
no se oyó en el cielo que nadie curase a quien nació ciego.
Y si éste no fuera de Dios, nada podría hacer.
40. Mas contestándole,
le dijeron: Tú pecador naciste, ¿y aún nos enseñas?
Y lo echaron de allí.
Jesús contiende con los fariseos
CXXXIII 1.
Oyó Jesús que lo habían echado fuera y, viniendo,
le dijo: ¿Crees en el Hijo de Dios?
2. Y contestó:
Señor, ¿quién es? Para que yo crea en él.
3. Y dijo
Jesús: Ya lo has visto.
4. Porque
es el que habla contigo. Y él dijo: Creo, Señor. Y lo adoró.
5. Y dijo
Jesús: Para juicio he venido a este mundo.
6. Para que
vean los que no ven y para que los que ven sean ciegos.
7. Y algunos
fariseos lo oyeron y dijeron: ¿Somos ciegos también nosotros?
8. Mas les
dijo Jesús: Si ciegos fuerais, no tuvierais pecado.
9. Mas porque
decís: Vemos, vuestro pecado sigue.
10. En verdad,
en verdad os digo: Ladrón es quien no entra por la puerta en la
cuadra de las ovejas.
11. Porque
el que entra por la puerta es el pastor.
12. Y a éste
le abre el portero, y él llama a las ovejas, y ellas conocen su
voz y salen.
13. Mas no
seguirán al extraño, porque no conocen su voz.
14. Y no entendiendo
ellos esta parábola, Volvió Jesús a decir:
15. En verdad
os digo que yo soy la puerta de las ovejas.
16. Y quienes
antes vinieron ladrones son.
17. Mas no
los oyeron las ovejas. Porque yo soy la puerta y quien entre por mí
será salvo.
18. Porque
el ladrón viene a hurtar y matar y destruir.
19. Mas yo
he venido para que tengan vida.
20. Y soy
el buen pastor, que da su vida por las ovejas.
21. Mas el
que a salario está, viendo venir al lobo, huye y el lobo las arrebata.
22. Mas yo
soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y me conocen.
23. Y el Padre
me conoce y yo conozco al Padre.
24. Y yo pongo
mi vida por las ovejas.
25. Mas tengo
otras ovejas que no son de este redil.
26. Y ellas
oirán mi voz y tendrán pastor.
27. Y mi Padre
me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla.
28. No me
la quita nadie, sino que yo la pongo. Porque tengo poder para ponerla y
para tomarla.
29. Y este
mandato recibí de mi Padre.
30. Y otra
vez discutieron los judíos. Y unos decían: Demonio tiene,
¿por qué lo oís?
31. Mas otros
decían: No son de endemoniado estas palabras.
32. ¿Puede
abrir el demonio los ojos de los ciegos?
Los judíos piden a Jesús que diga si es Cristo
CXXXIV 1.
Y se hizo la fiesta de la Dedicación en Jerusalén y era invierno.
2. Y Jesús
andaba por el pórtico de Salomón, en el templo.
3. Y los judíos
vinieron y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de conturbar
la vida?
4. Si eres
el Cristo, dínoslo claramente.
5. Mas Jesús
contestó: Os lo he dicho y no creéis.
6. Mas las
obras que yo hago dan testimonio de mi.
7. Y no creéis,
porque no sois de mis ovejas. Porque ellas conocen mi voz y me siguen.
8. Porque
les doy vida eterna y nadie me las quitará.
9. Y mi Padre,
que me las dio, más grande que todos es y nadie las quitará
de mi Padre.
10. Y el Padre
y yo somos una misma cosa.
11. Entonces
agarraron los judíos piedras para lapidarlo.
12. Y dijo
Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado en nombre de mi Padre.
¿Por cuál de ellas me apedreáis?
13. Y dijeron
los judíos: No te apedreamos por tus buenas obras.
14. Sino porque
siendo hombre te haces Dios y blasfemas.
15. Jesús
les contestó: ¿No está escrito en la Ley? Yo dije:
Dioses sois.
16. Y se refería
a quien le fue dada palabra de Dios.
17. ¿Cómo
decís que blasfemo porque dije que soy Hijo de Dios?
18. No me
creáis si no hago obras de mi Padre, mas si las hago, creed a las
obras.
19. Para que
conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre.
20. Y quisieron
prenderlo, mas él se fue de ellos.
21. Y vino
tras el Jordán, allí donde había bautizado Juan.
22. Y muchos
decían: Juan no dio señal ninguna, mas cuanto dijo de éste
es verdad.
23. Y muchos
creyeron en él.
Resurrección de Lázaro
CXXXV 1.
Y enfermó Lázaro, de la aldea de Bethania, y era hermano
de Marta y María.
2. Y era María
la que ungió al Señor con ungüento y lavó con
sus cabellos sus pies.
3. Y enviáronle
sus hermanas a decir: Señor, Lázaro está enfermo.
4. Y dijo
Jesús: No es esta enfermedad para muerte, sino para gloria de Dios,
y para glorificación del Hijo de Dios.
5. Porque
Jesús amaba a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
6. Y quedóse
dos días en donde estaba y dijo Luego a sus discípulos: Vamos
a Judea.
7. Dijeron
los discípulos: Maestro, ¿no querían los judíos
apedrearte? ¿Por qué vuelves?
8. Y les dijo
Jesús: El que anda de día no tropieza, porque ve la luz.
9. Mas el
que anda de noche, sí tropieza, porque no hay luz.
10. Lázaro,
nuestro amigo, duerme y voy a despertarlo de su sueño.
11. Mas los
discípulos le dijeron: Señor, si duerme, salvo será.
12. Porque
Jesús hablaba de su muerte y ellos creían que del sueño.
13. Y entonces
dijo Jesús: Lázaro ha muerto.
14. Y me congratulo
de no haber estado allí, para que creáis.
15. Dijo Tomás
el Dídimo a los otros: Vamos también, para morir con él.
16. Y cuando
llegó Jesús, Lázaro llevaba cuatro días en
la tumba.
17. Y Bethania
estaba a quince estadios de Jerusalén.
18. Y muchos
judíos habían venido para consolar a Marta y a María.
19. Y Marta
vino a encontrar a Jesús y María se quedó en casa.
20. Y dijo
Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado, no habría
mi hermano muerto.
21. Mas sé
que cuanto pidas te concederá Dios.
22. Y Jesús
contestó: Tu hermano resucitará. Y dijo Marta: Yo sé
que resucitará en el último día.
23. Mas Jesús
dijo: Yo soy resurrección y vida.
24. Y el que
cree en mí vivirá, aunque haya muerto.
25. Todo el
que vive y cree en mí vivirá eternamente. ¿Lo crees?
26. Y dijo
Marta: Señor, creo que eres el Mesías, Hijo de Dios, que
has venido al mundo.
27. Y buscando
a su hermana, le dijo: El Maestro te llama.
28. Y oyéndolo
ella, fue a Jesús, que estaba donde Marta lo había hallado.
29. Y los
judíos siguieron a María, pensando que iba a orar a la sepultura.
30. Y María,
llegando a Jesús, dijo: Señor, si estuvieses aquí,
no habría muerto mi hermano.
31. Y Jesús,
viéndola llorar, y a los judíos que iban con ella, se conmovió
y turbó.
32. Y dijo:
¿Dónde lo pusisteis? Y dijeron: Señor, ven y ve.
33. Y lloró
Jesús y dijeron los judíos: Ved cómo lo amaba.
34. Y dijeron
algunos: Éste, que dio vista al ciego, ¿no pudo hacer que
Lázaro no muriera?
35. Mas Jesús
vino al sepulcro; y era una cueva, con una piedra encima.
36. Y ordenó
Jesús: Quitad la piedra. Y Marta le dijo: Señor, hiede, porque
es de cuatro días.
37. Y Jesús
contestó: Te he dicho que si crees verás la gloria de Dios.
38. Y quitaron
la piedra. Y Jesús, alzando los ojos, dijo: Gracias, Padre, porque
me has escuchado.
39. Mas aunque
sé que me oyes, lo he dicho por los que me rodean, para que conozcan
que tú me has enviado.
40. Y dando
una gran voz, clamó: Lázaro, sal.
41. Y el que
había estado muerto, salió, con las manos y pies atados con
vendas y envuelta la cabeza en un sudario.
42. Y dijo
Jesús: Desatadlo y dejadlo ir.
43. Entonces
muchos judíos creyeron en él.
44. Mas algunos
fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús.
45. Y los
pontífices y fariseos tuvieron consejo.
46. Y decían:
¿Qué haremos? Porque este hombre da muchos signos.
47. Y si lo
dejamos, todos creerán en él.
48. Y vendrán
los romanos y nos quitarán la nación.
49. Y Caifás
era aquel año Sumo Pontífice.
50. Y dijo:
Nada sabéis. Porque no comprendéis que conviene que un solo
hombre muera por todo el pueblo, para que todo el pueblo no se pierda.
51. Mas esto
no lo dijo por sí mismo, sino que, como era aquel año Sumo
Pontífice, profetizó que Jesús moriría por
los hombres.
52. Y no sólo
por los judíos, sino para congregar a todos los hijos de Dios que
estaban dispersos.
53. Y desde
entonces se consultaban sobre cómo lo matarían.
54. Y Jesús
ya no andaba abiertamente entre los judíos.
55. Sino que
fue a Efraim, junto al desierto, y allí moraba con sus discípulos.
56. Y llegando
la Pascua de los judíos, muchos de aquella tierra fueron a Jerusalén
a purificarse.
57. Y buscaban
a Jesús en el templo y decían: ¿Creéis que
no vendrá a la fiesta?
58. Porque
los pontífices y fariseos habían mandado que, si alguien
supiese de él, avisase, para prenderlo.
Juan y Jacobo piden a Jesús que haga bajar fuego sobre una ciudad
CXXXVI 1.
Y yendo a Jerusalén, pasó por una ciudad de Samaria, y envió
mensajeros que lo precediesen.
2. Pero los
samaritanos no lo quisieron recibir.
3. Y Juan
y Jacobo dijeron: Señor, haz que baje sobre ellos fuego del cielo
y los consuma.
4. Mas Jesús
los reprendió, diciéndoles: No conocéis el espíritu.
5. Porque
el Hijo del hombre no ha venido a perder, sino a salvar. Y fueron a otra
aldea.
Jesús llega a Bethania
CXXXVII 1.
Y Jesús, seis días antes de la Pascua, fue a Bethania, donde
estaba Lázaro, el que había resucitado de entre los muertos.
2. Y estaban
en casa de Simón, el leproso.
3. Y muchos
judíos vinieron no sólo por ver a Jesús, mas a Lázaro,
que había resucitado.
4. Y dijéronse
los fariseos: He aquí que nada conseguimos.
5. Porque
toda la gente va tras él.
6. Y los príncipes
de los sacerdotes pensaron en matar también a Lázaro, porque
muchos por él creían en Jesús.
7. E hicieron
cena, y Marta servía, y Lázaro estaba a la mesa.
María unge con nardo la cabeza de Jesús
CXXXVIII 1.
Y María tenía un recipiente de alabastro con ungüento
de nardo precioso y, rompiéndolo, ungió la cabeza
y los pies de Jesús, y le lavó los pies con sus cabellos,
y la casa se llenó del olor del ungüento.
2. Y Judas
Iscariote, el que lo había de entregar, dijo: ¿Por qué
no se ha vendido este ungüento, que vale trescientos denarios, para
darlos a los pobres?
3. Mas lo
decía porque era él quien llevaba la bolsa. Y era ladrón.
4. Y Otros
se irritaron dentro de sí, diciendo: ¿A qué este despilfarro?
5. Mas Jesús
dijo: No la incomodéis. Porque buena obra me ha hecho.
6. Porque
siempre tendréis pobres con vosotros y podréis hacerles bien,
pero a mí no me tendréis siempre.
7. Y ella
ha ungido mi cuerpo para la sepultura.
8. Os digo
en verdad que en el Evangelio que se predique en el mundo se dirá
también lo que ha hecho esta mujer.
9. Mas viendo
esto los fariseos, dijeron entre sí: Si éste fuese profeta,
conocería que esta mujer es pecadora.
10. Y respondiendo
Jesús, contestó: Simón, tengo algo que decirte. Y
él dijo: Di, maestro.
11. Un acreedor
tenía dos deudores. Y uno le debía quinientos denarios, y
otro cincuenta.
12. Y no pudiendo
pagarle, perdonó a los dos.
13. Mas ¿quién
de ellos lo ha de amar más?
14. Y dijo
Simón: Aquel a quien más perdonó. Y él dijo:
Bien has opinado.
15. Y vuelto
a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer?
16. Entré
en tu casa y no trajiste agua para mis pies, mas ella con sus lágrimas
los ha regado, y con sus cabellos los secó.
17. No me
besaste, mas ella, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
18. No ungiste
mi cabeza, mas ella me ungió los pies.
19. Y te digo
que mucho se le perdona, porque mucho amó.
20. Y poco
se perdona al que amó poco.
21. Y le dijo:
Todos tus pecados te son perdonados.
22. Y los
que allí estaban dijeron entre sí: ¿Quién es
éste, que también perdona pecados?
23. Y dijo
a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.
24. Y luego
subió a Jerusalén.
Los griegos quieren ver a Jesús
CXXXIX 1.
Y llegaron unos griegos, que habían venido a adorar a Jerusalén.
2. Y dijeron
a Felipe, que era de Bethsaida de Galilea: Señor, queremos ver a
Jesús.
3. Y Felipe
lo dijo a Andrés y ambos lo dijeron a Jesús.
4. Y contestó
Jesús: Llega la hora en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado.
5. Porque
si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, solo queda; mas si muriere,
lleva mucho fruto.
6. El que
ama su vida la perderá, y el que la aborrece la ganará.
7. El que
me sirva, sígame, y él estará donde yo esté.
8. Y al que
me sirviese mi Padre lo honrará.
9. Padre,
sálvame de esta hora, he de decir.
10. Mas para
esto he venido.
11. Padre,
glorifica tu nombre.
12. Y vino
una voz del cielo, que decía: Lo he glorificado y lo glorificaré.
13. Y los
que estaban decían: Ha sido trueno. Y otros: Ha hablado un ángel.
14. Y dijo
Jesús: No vino esta voz por mí, sino por vosotros.
15. Ahora
es el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será
echado fuera.
16. Y seré
elevado de la tierra y a todos atraeré.
17. Y así
indicaba cómo había de morir.
18. Mas dijo
la gente: De la Ley hemos oído que el Cristo permanecerá.
19. ¿Cómo
dices, pues, que el Hijo del hombre será ensalzado? ¿Quién
es ese Hijo del hombre?
20. Y les
dijo Jesús: La luz estará aún algún tiempo
con vosotros.
21. Andad
mientras haya luz, para que no os sorprendan las tinieblas e ignoréis
adónde vais.
22. Y mientras
haya luz, creed en ella, para que seáis hijos de luz.
Los fariseos preguntan a Jesús cuándo vendrá el reino de Dios
CXL 1.
Preguntaron los fariseos: ¿Cuándo vendrá el reino
de Dios?
2. Y contestó
Jesús: El reino de Dios no dará signo de cuándo viene.
3. Y de día
enseñaba en el templo y a la noche iba al monte Olivete.
4. Y el pueblo
venía para oírlo.
Jesús habla de los escribas y fariseos a los discípulos y a las turbas
CXLI 1.
Y habló Jesús a las gentes y a sus discípulos,
diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado escribas
y fariseos.
2. Cuanto
digan, hacedlo, mas no sus obras, porque dicen y no hacen.
3. Porque
ponen sobre los hombros de los hombres cargas pesadas, mas ni aun con el
dedo las quieren mover.
4. Y hacen
sus obras para ser vistos de los hombres.
5. Y aman
los primeros sitios en las cenas y en las sinagogas.
6. Y los saludos
de los hombres, y que los llamen Rabí.
7. No queráis
vosotros ser llamados Rabí.
8. Porque
todos sois hermanos y vuestro maestro es el Cristo.
9. No llaméis
padre en la tierra, porque vuestro Padre está en los cielos.
10. No os
llamáis maestros, porque vuestro maestro es el Cristo.
11. El mayor
de vosotros será vuestro siervo.
12. Será
humillado el que se ensalce y ensalzado el que se humille.
13. ¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
14. Porque
cerráis el reino de los cielos y no entráis ni dejáis
entrar.
15. Porque
comáis en las casas de la viudas y hacéis oración.
16. ¡Ay
de vosotros, guías ciegos! Porque decís: Quien jure por el
templo no debe nada; mas quien jure por el oro del templo es deudor.
17. ¿Qué
es mayor? ¿El templo o el oro santificado por el templo?
18. Y decís:
Jurar por el altar no es nada; más debe quien jura por la ofrenda
que está sobre el altar.
19. Necios
y ciegos: ¿Es más la ofrenda o el altar?
20. Porque
quien jura por el templo o el altar jura por cuanto hay en él.
21. Y quien
jura por el cielo jura por el trono de Dios y por quien hay sobre él.
22. ¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
23. Porque
diezmáis las hortalizas, mas dejáis lo que es preciso hacer,
que es la fe y la misericordia.
24. Guías
ciegos: dejáis el mosquito y tragáis el camello.
25. ¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
26. Porque
limpiáis lo de fuera, mas no lo de dentro.
27. Porque
sois semejantes a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y por dentro
llenos de huesos y de suciedad.
28. Así
vosotros sois justos por fuera y por dentro sois hipócritas e inicuos.
29. Y un doctor
de la Ley le dijo: Maestro, nos afrentas.
30. Mas él
dijo: ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que cargáis a los
hombres con cargas insoportables y vosotros no las tocáis ni con
el dedo!
31. ¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque edificáis
los sepulcros de los profetas y los justos.
32. Y decís:
No hubiéramos acompañado a nuestros padres en la sangre de
los profetas.
33. Mas así
atestiguáis que sois hijos de quienes mataron a los profetas.
34. Llenad
la medida de vuestros padres. Serpientes, generación de víboras,
¿cómo huiréis al juicio de la gehenna?
35. Por eso
dijo Dios: Os enviará profetas, y sabios, y escribas, y los mataréis,
y crucificaréis, y azotaréis en vuestras sinagogas, y los
perseguiréis de ciudad en ciudad.
36. Para que
caiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado desde la
de Abel hasta la de Zacarías, hijo de Barachías, a quien
matasteis entre el templo y el altar.
37. Y os digo
en verdad que esto vendrá sobre esta generación.
Lamentación de Jesús sobre Jerusalén
CXLII 1.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas
a los enviados!
2. ¡Cuántas
veces quise juntar tus hijos como la gaIlma los pollos, bajo el ala, y
no quisiste!
3. Mas he
aquí que vuestra casa se os deja desierta.
4. Y no me
veréis hasta que digáis: Bendito sea el que viene en nombre
del Señor.
Los príncipes de los sacerdotes que creen en Jesús no se atreven a confesarlo
CXLIII 1.
Y muchos príncipes creyeron en él, mas no lo confesaban,
por no ser echados de la sinagoga.
2. Porque
amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
3. Y he aquí
que Jesús clamaba, diciendo: Quien cree en mí no cree en
mí, sino en el que me envió.
4. Yo soy
la luz del mundo, y quien cree en mí no estará en tinieblas.
5. Y a quien
oiga y no siga mis palabras yo no lo juzgo.
6. Porque
no he venido a juzgar, sino a salvar.
7. Mas quien
no acepte mi palabra será juzgado en el día postrero.
8. Porque
no hablo por mí mismo, sino porque mi Padre me ha mandado hablar.
9. Y quien
me conozca vida eterna tendrá. Porque yo hablo lo que me dijo mi
Padre.
10. Y Jesús
salió y se escondió. Porque, aunque había dado tantos
signos, no creían en él.
11. Para que
se cumpliera lo que profetizó Isaías: Señor, ¿creerán
que Dios es revelado?
Los discípulos muestran a Jesús las piedras del templo
CXLIV 1.
Y saliendo Jesús del templo, le dijeron los discípulos:
Maestro, mira qué piedras y qué edificaciones.
2. Y dijo
Jesús: ¿Veis todos estos edificios?
3. En verdad
os digo que vendrá día que no quedará de ellos piedra
que no sea derribada.
Jesús habla a sus discípulos en el Monte de los Olivos
CXLV 1.
Y sentándose en el monte de los Olivos, vinieron los discípulos
a decirle:
2. Señor,
¿qué signos habrá cuando venga tu reino?
3. Y él
dijo: Habrá día en que querréis ver al Hijo del hombre
y no lo veréis.
4. Mas cuidad
que no os engañen. Porque en mi nombre vendrán diciendo:
Yo soy el Cristo y engañarán a muchos.
5. Mas cuando
veáis sediciones y hablen de guerras, no os turbéis.
6. Porque esto vendrá
antes del fin.
7. Lucharán
naciones contra naciones, y reinos contra reinos, y habrá grandes
signos y espantos.
8. Entonces
os odiarán y os matarán.
9. Mas no
perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
10. Porque
en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
11. No pongáis
en vuestros corazones contestación a lo que os pregunten.
12. Porque
yo os daré voz y sabiduría, con las que no podrán
contender vuestros enemigos.
13. Y habrá
muchos escándalos, y odios, y traiciones.
14. Y surgirán
muchos falsos profetas y a muchos seducirán.
15. Y la mucha
malicia enfriará la caridad en muchos. Mas el que persevere, será
salvo.
16. Y será
predicado este Evangelio en todo el mundo, para testimonio de los gentiles;
y vendrá el fin.
17. Y cuando
viereis abominaciones y desolaciones, que profetizó Daniel, que
está en sitio santo, el que lea entienda.
18. Y veréis
a Jerusalén cercada de ejércitos.
19. Y los
que están en Judea huirán a los montes.
20. Y quienes
están en sus comarcas no vengan a ella.
21. Porque
estos son días de venganza, para que se cumpla cuanto está
escrito.
22. ¡Ay
de las que entonces críen o estén preñadas!
23. Porque
todos caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos,
y Jerusalén será hollada hasta que todos los tiempos se cumplan.
24. Orad para
que vuestra huida no sea en sábado.
25. Y será
una gran tribulación y habrá signos en el sol, y la luna,
y las estrellas.
26. Y los
hombres se angustiarán y habrá confusión de ruidos
del mar y de las olas.
27. Y si estos
días no fueren abreviados, nada quedaría salvo, mas que los
elegidos, que lo serán.
28. Y si alguno
os dijere entonces: He aquí el Cristo, no le creáis.
29. Porque
surgirán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales,
y aun engañarán a los elegidos.
30. Y si os
dijeren: Helo en el desierto, no lo creáis.
31. Entonces
serán los días de la gran tribulación.
32. Porque
el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz.
33. Y las
estrellas caerán del cielo y las virtudes del cielo perecerán.
Y habrá signos del Hijo del hombre y se lamentarán todas
las tribus de la tierra.
34. Y veréis
al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con gran majestad.
35. Y enviará
sus ángeles con gran voz de trompeta, para juntar a sus elegidos
desde los cuatro extremos.
36. Y cuando
esto empiece a ser, mirad.
37. Porque
está cerca vuestra redención.
Parábola de la higuera
CXLVI 1.
Aprended la parábola de la higuera, que, cuando sus ramas brotan,
está cerca el verano.
2. Así,
cuando viereis que esto llega, sabed que el fin está cercano.
3. De cierto
os digo que no pasará esta generación sin que ocurran estas
cosas.
4. Pasará
el cielo y la tierra, mas mis palabras no pasaran.
5. Cuidad
que vuestros corazones no estén cargados de crápula y embriaguez
y venga de pronto aquel día.
6. Velad y
orad siempre, para que seáis tenidos por dignos de evitar lo que
ha de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre.
7. Porque
nadie sabrá cuándo llega ese tiempo.
8. Porque
no lo saben ni el Hijo, ni los ángeles del cielo, mas sólo
el Padre.
Jesús continúa hablando en el Monte de los Olivos
CXLVII 1.
Como los días de Noé serán los del advenimiento del
Hijo del hombre.
2. Porque
como en los días del diluvio, comían y bebían y se
casaban, hasta que entró en el arca Noé.
3. Y no conocieron
nada hasta que el diluvio los arrastró.
4. Y así
será la venida del Hijo del hombre.
5. Como los
días de Lot serán, que comían y bebían, y comerciaban,
y plantaban, y edificaban, hasta que Lot salió de Sodoma.
6. Y entonces
llovió fuego del cielo.
7. Quienes
estén en Judea huyan a los montes; quienes estén en la calle
no entren en su casa; quienes estén en el campo no vuelvan por sus
vestiduras.
8. Acordaos
de la mujer de Lot.
9. Dos estarán
en el campo: uno será tomado y otro dejado.
10. Dos estarán
moliendo: uno será tomado y otro dejado.
11. Dos estarán
en un lecho: uno será tomado y otro dejado.
12. Y le dijeron,
contestando: ¿Dónde, Señor?
13. Y él
dijo: Donde estuviere el cuerpo se juntarán las águilas.
14. Un hombre
deja dos siervos al cuidado de su casa.
15. Velad,
para que cuando vuestro Señor venga, a cualquier hora, no os halle
durmiendo.
16. Porque
si el padre de familia supiese a qué hora viene el ladrón,
a esa hora velaría.
17. Estad
preparados, porque ignoráis la hora en que el Hijo del hombre ha
de venir.
18. Y dijo
Pedro: Señor, sólo a nosotros dices parábolas.
19. Mas Jesús
dijo: Cuando a vosotros hablo, a todos hablo.
20. ¿Quién
es el siervo prudente al que el Señor encomendó su familia?
21. Bienaventurado
el siervo que está en su deber cuando llega el señor.
22. Porque
sobre todos sus bienes le pondrá.
23. Mas el
mal siervo dirá en su corazón: Mi señor tarda.
24. Y pegará
a sus consiervos, y comerá y beberá con los ebrios, y el
señor vendrá cuando no lo espere.
25. Y el señor
lo hendirá, y lo pondrá con los hipócritas, y allí
será el llorar y el crujir de dientes.
Parábolas de las diez vírgenes
CXLVIII 1.
Y entonces será el reino de los cielos como diez vírgenes
que, tomando sus lámparas, fueron a recibir al esposo.
2. Y cinco
eran prudentes y cinco necias.
3. Y las necias
llevaron sus lámparas, mas no aceite.
4. Y las prudentes
llevaban aceite, con sus lámparas.
5. Y tardando
el esposo, se durmieron.
6. Y a la
medianoche oyeron decir: He aquí al esposo, salid a recibirlo.
7. Y las vírgenes
se levantaron y tomaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las
prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se
apagan.
8. Mas las
prudentes respondieron: Id a comprarlo, porque si no, nos faltará
a nosotras también.
9. Y mientras
lo iban a comprar, llegó el esposo.
10. Y las
que estaban preparadas, entraron con él a las nupcias y se cerró
la puerta.
11. Y vinieron
después las otras vírgenes y decían: Señor,
ábrenos.
12. Mas él
contestó: En verdad os digo que no os conozco.
13. Velad,
porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre
ha de venir.
Parábola de los tres siervos
CXLIX 1.
El reino de los cielos es como un hombre que partió de viaje.
2. Y llamando
a sus siervos, les entregó sus bienes.
3. Y dio a
cada uno, según su virtud: cinco talentos a uno, dos a otro, y uno
al tercero.
4. Y quien
recibió cinco talentos, comerció con ellos, e hizo otros
cinco.
5. E igualmente
el que recibió dos ganó otros dos.
6. Mas el
que sólo recibió uno escondió en la tierra el dinero
de su señor.
7. Y pasando
mucho tiempo, volvió el hombre e hizo cuentas con sus siervos.
8. Y el que
había recibido cinco talentos, trajo otros cinco, y dijo: Señor,
cinco talentos me entregastes y he ganado otros cinco más.
9. Y dijo
el señor: Bien obraste, siervo fiel; entra en el gozo de tu señor.
10. Y el que
había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me
entregaste y otros dos gané.
11. Y dijo
el señor: Bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu señor.
12. Y llegando
el que había recibido un talento, dijo: Señor, sabía
que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no
esparciste.
13. Y temí
y escondí tu talento en la tierra. Helo aquí.
14. Contestó
el señor: Mal siervo, pues que sabías que siego donde no
sembré y recojo donde no esparcí, te convenía dar
mi dinero en la banca.
15. Para que
ahora yo recibiese con usura lo mío.
16. Quitadle
el talento y dadlo al que tiene diez, porque al que tuviese le será
dado y aún más.
17. Mas al
que no tuviese, aun lo que tiene le será quitado.
18. Echad
al siervo inútil a las tinieblas de afuera.
19. Y allí
será el llorar y el rechinar de dientes.
Parábola de los siervos vigilantes
CL 1.
Sed semejantes a hombres que esperaban con las lámparas encendidas
que su señor viniese a las bodas para abrirle las puertas cuando
llamara.
2. Dichosos
los que velan cuando llegue el Señor.
3. Porque
si no viene en la segunda vigilia, vendrá en la tercera, y cuando
llegue, bienaventurados los siervos que lo aguarden.
Parábola de los diez siervos y las diez minas
CLI 1.
Y dijo: Un hombre noble partió a un país lejano para tomar
un reino y volver.
2. Y llamando
a diez siervos, les dio diez minas y les dijo: Comerciad mientras estoy
fuera.
3. Y sus ciudadanos
lo aborrecían y enviaron tras él una embajada, diciendo:
No queremos que éste reine sobre nosotros.
4. Y cuando
volvió, ya tomado el reino, llamó a los diez siervos, para
ver cómo habían negociado su dinero.
5. Y el primero
dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
6. Y él dijo:
Buen siervo, pues que en lo poco has sido fiel, te daré autoridad
sobre diez ciudades.
7. Y otro
dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas.
8. Y él
dijo: Tú tendrás potestad sobre cinco ciudades.
9. Y otro
dijo: Señor, toma tu mina, que la he tenido guardada en el pañuelo.
10. Porque
temí de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste
y siegas lo que no sembraste.
11. Y él
dijo: Mal siervo, con tu boca te juzgo.
12. Porque
si sabías que soy hombre severo, que tomo lo que no puse, y siego
lo que no sembré, debiste dar tu mina a los banqueros, para que
yo tuviera sus réditos.
13. Y dijo:
Quitadle su mina y dádsela al que tiene diez.
14. Y le dijeron:
Señor, tiene diez minas.
15. Pues os
digo que al que tuviese le será dado, y al que no, aun lo que tiene
se le quitará.
16. Y a los
que querían reinar sobre mí traedlos y ante mí degolladlos.
Jesús explica cómo juzgará el Hijo del hombre
CLII 1.
Y el Hijo del hombre vendrá en su gloria con los ángeles
y se sentará en el trono de su gloria.
2. Y serán
reunidas ante él todas las gentes.
3. Y él
las separará, como separa el pastor las ovejas de los cabritos.
4. Y pondrá
las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.
5. Y dirá
a los que están a su derecha:
6. Venid,
benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde
la fundación del mundo.
7. Porque
tuve hambre y me disteis de comer, y tuve sed y me disteis de beber.
8. Fui huésped
y me acogisteis; estuve desnudo y me disteis ropa.
9. Y estuve
en la cárcel y vinisteis a mi.
10. Mas los
justos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te alimentamos? O ¿cuándo sediento y te dimos de beber?
11. ¿Cuándo
te vimos huésped y te acogimos? ¿Cuándo desnudo y
te tapamos?
12. ¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel, y vinimos a ti?
13. Y les
dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a estos mis hermanos
mínimos, a mí me lo hicisteis.
14. Y a los
de la izquierda dirá: Quitad, malditos, e id al fuego eterno, que
está aparejado para el diablo y sus ángeles.
15. Porque
tuve hambre y no me disteis de comer, y sed y no me disteis de beber.
16. Huésped
fui y no me acogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel
y no me vinisteis a ver.
17. Y ellos
le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o preso, y no te servimos?
18. Y le responderá,
diciendo: Os digo en verdad que lo que a estos mínimos no hicisteis,
no me hicisteis a mí.
19. Y los
echará al eterno tormento, y a los justos, a la vida eterna.
Judas concierta con los príncipes de los judíos entregarle a Jesús
CLIII 1.
Y cuando acabó estas palabras, dijo Jesús a sus discípulos:
2. Sabéis
que dentro de dos días es la Pascua.
3. Y el Hijo
del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
4. Y los príncipes
de los sacerdotes y los ancianos se congregaron en el atrio del pontífice
Caifás.
5. Y consultaron
cómo prender a Jesús y matarlo.
6. Mas decían:
En día de fiesta no, porque no haya tumulto entre el pueblo.
7. Y entonces
uno de los discípulos, llamado Judas Iscariote, llegó a los
príncipes y magistrados.
8. Y les dijo:
¿Qué me daréis si os lo entrego?
9. Y ellos
le ofrecieron treinta dineros de plata.
10. Y desde
entonces buscaba ocasión para entregarlo.
Jesús lava los pies a sus discípulos
CLIV 1.
Antes de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora
de que pasase de este mundo al Padre, amó a sus discípulos
hasta el fin.
2. Y el diablo
había ya puesto en el corazón de Judas el designio de entregarlo.
3. Y acabada
la cena, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en
sus manos, y que había salido de Dios e iba a él,
4. Levantóse
de la mesa, y se quitó su vestidura, y se ciñó con
una toalla.
5. Y puso
agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos,
y a secarlos con la toalla.
6. Y llegó
a Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿tú
me lavas los pies?
7. Y dijo
Jesús: Tú no entiendes por qué lo hago, mas ya lo
entenderás.
8. Mas Pedro
dijo: No me lavarás los pies. Y dijo Jesús: Si no te lavo,
no participarás conmigo.
9. Y dijo
Simón Pedro: Señor, no ya los pies, mas las manos y la cabeza.
10. Y dijo
Jesús: Quien está limpio, sólo necesita lavar los
pies.
11. Y vosotros
estáis limpios, aunque no todos.
12. Porque
sabía quién lo había de entregar.
13. Y cuando
les lavó los pies, tomó su ropa y se sentó a la mesa
y les preguntó: ¿Sabéis lo que he hecho?
14. Vosotros
me llamáis Señor, y Maestro, y decís bien.
15. Pues si
yo he lavado vuestros pies, vosotros tambien debéis lavároslos
los unos a los otros.
16. Porque
os he dado ejemplo para que lo sigáis.
17. El siervo
no es más que su señor, ni el apóstol más que
quien lo envió.
18. Bienaventurados
seréis si hacéis estas cosas.
19. No hablo
de todos, porque sé los que he elegido, y se cumplirá la
Escritura:
20. El que
come pan conmigo levantó su talón contra mí.
21. Y os lo
digo antes que ocurra, para que creáis.
22. En verdad,
en verdad os digo: El que recibe a mi enviado me recibe, y el que me recibe
recibe al que me envio.
Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo entregará
CLV 1.
Y el primer día de Pascua llegaron los discípulos a Jesús.
2. Y dijeron:
¿Dónde quieres que te preparemos comida?
3. Y él
dijo: Cuando entréis en la ciudad, hallaréis un hombre que
lleva un jarro de agua.
4. Seguidle
hasta donde entre y decid al dueño de la casa: ¿Dónde
está el aposento en que ha de comer la Pascua el Maestro con sus
discípulos?
5. Y él
os mostrará un comedor preparado.
6. Y ellos
fueron, y hallaron lo que había dicho, y prepararon la Pascua.
7. Y a la
tarde vino y comió con los doce discípulos.
8. Y les dijo:
Mucho he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes de padecer.
9. Porque
no comeré más de ella hasta que se cumpla el reino de Dios.
10. Y diciendo
esto, fue turbado en su espíritu, y dijo:
11. En verdad
os digo que uno de vosotros me ha de entregar.
12. Y muy
entristecidos, dijeron: ¿Soy yo, Señor?
13. Mas él
contestó: El que mete conmigo la mano en el plato me ha de entregar.
14. Mas ¡ay
del que entregará al Hijo del hombre!
15. Porque
mejor le fuera no haber nacido.
16. Y los
discípulos se miraban, porque no sabían quién fuera.
17. Y uno
de los discípulos, a quien amaba Jesús, estaba recostado
en su seno.
18. Y Simón
Pedro le hizo señas, y él se recostó sobre el pecho
de Jesús, y dijo: Señor, ¿quién es?
19. Y dijo
Jesús: Aquel a quien yo diese el pan mojado.
20. Y mojando
el pan, lo dio a Judas Iscariote, y el diablo entró en él.
21. Y Jesús
dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
22. Mas no
entendieron por qué el dijo esto.
23. Porque
como Judas tenía la bolsa, creían que le encargaba hacer
compras para la fiesta, o dar limosnas.
24. Mas Judas
contestó: ¿Soy yo, Rabí? Y Jesús contestó:
Tú lo has dicho.
25. Y él,
como tomó el bocado, salió y era ya noche.
26. Y cuando
hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre,
y Dios glorificado en él.
27. Y si Dios
es glorificado en él, Dios lo glorificará en sí mismo.
Jesús da a sus discípulos el sacramento del cuerpo y de la sangre
CLVI 1.
Y Jesús tomó el pan y lo bendijo.
2. Y lo dio
a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed.
3. Porque
éste es mi cuerpo, que se os da.
4. Y tomando
el cáliz, dio gracias y lo ofreció a sus discípulos.
5. Y dijo:
Tomad y bebed. Porque ésta es mi sangre, que va a ser vertida en
la remisión de los pecados.
6. Y desde
ahora no beberé más del fruto de la vid, hasta el día
en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre.
7. Haced esto
en mi conmemoración.
8. Y he aquí,
Simón, que Satanás os pide para aventaros como trigo.
9. Mas yo
he rogado por ti, para que no te falta la fe.
10. Y cuando
hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
11. Hijos:
algún tiempo aún estaré con vosotros.
12. Me buscaréis,
mas como dije a los judíos, donde yo voy no podréis venir
ahora.
13. Un mandamiento
nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
14. En el amor que
os tendréis conocerán todos que sois mis discíptilos.
15. Y dijo Simón
Pedro: Señor, ¿dónde vas?
16. Mas Jesús
respondió: Donde yo voy no puedes seguirme ahora, mas ya me seguirás
después.
17. Porque
todos os escandalizaréis en mí esta noche.
18. Escrito
está: Perseguirán al pastor y serán dispersadas las
ovejas.
19. Mas cuando
haya resucitado, iré ante vosotros a Galilea.
20. Y dijo
Pedro: Si todos se escandalizan en ti, yo no me escandalizaré.
21. Porque
estoy preparado a ir por ti a la cárcel o a la muerte.
22. Y mi vida
doy por la tuya.
23. Y Jesús
le contestó: ¿Das tu vida por la mía?
24. En verdad
te digo que en esta noche, antes que el gallo cante, me negarás
tres veces.
25. Mas Pedro
decía: Si es preciso, moriré por ti y no te negaré.
26. Y los
demás discípulos decían igual.
Jesús sigue enseñando a sus discípulos
CLVII 1.
No se turbe vuestro corazón.
2. Creed en
Dios, mas creed también en mí.
3. Muchas
mansiones hay en casa de mi Padre.
4. Y voy a
preparar sitio para vosotros.
5. Y cuando
lo prepare, vendré otra vez y os tomaré.
6. Para que
estéis vosotros donde yo estoy.
7. Y de donde
yo voy, ya conocéis el camino.
8. Y dijo
Tomás: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo
hemos de saber el camino?
9. Y Jesús
dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
10. Y pues
que me conocéis, a mi Padre conocéis desde ahora.
11. Y dijo
Felipe: Señor, muéstranos al Padre, que nos basta.
12. Mas Jesús
le contestó: En el tiempo que estoy con vosotros, ¿aún
no me has conocido?
13. Porque
el que me ha visto ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices
que te lo enseñe?
14. ¿No
crees que soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que os
hablo no son de mi, mas del Padre.
15. Y el Padre,
que está en mí, hace las obras.
16. Creedme que soy
en el Padre y el Padre en mi. Y creedme por las obras que hago.
17. Porque
quien las creyere, él las hará, porque yo voy al Padre.
18. Y cuanto
al Padre pidáis en mi nombre, os lo concederá, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.
19. Mas, si
me amáis, cumplid mis mandamientos.
20. Y yo rogaré
al Padre y él os dará otro Paracleto, que está siempre
con vosotros.
21. Y el espíritu
de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni conoce, estará
con vosotros.
22. Y no os
dejaré huérfanos, sino que vendrá a vosotros.
23. Y cuando
el mundo no me vea más, aún vosotros me veréis, y
yo vivirá, y vosotros.
24. Y entonces
conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí, y
yo en vosotros.
25. Y el que
guarde mis mandamientos, será amado de mi Padre, y yo me manifestará
a él.
26. Dijo Judas
(no el Iscariote): Señor, ¿por qué a nosotros y no
al mundo te manifiestas?
27. Y dijo
Jesús: El que me ame, mi palabra guardará, y mi Padre le
amará, y vendremos a morar con él.
28. Mas el
que no me ama no guarda mis palabras.
29. Y la palabra
que os hablo no es mía, sino del que me envió.
30. Éste
os ha hablado estando con vosotros.
31. Mas el
Paracleto, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en nombre
mío, os enseñará todas las cosas.
32. Mi paz
os doy, y en ello os dejo, mas no os la doy como la da el mundo.
33. No se
turbe vuestro corazón: no temáis.
34. Os he
dicho: Voy y vengo a vosotros.
35. Y si me
amarais de cierto, os gozaríais.
36. Porque
yo voy al Padre y el Padre es mayor que yo.
37. Y os lo
digo antes que sea, para que cuando sea creáis.
38. Y ya no
os hablaré mucho más, porque llegan los príncipes
de este mundo.
39. Mas hago así
para que el mundo conozca que amo al Padre y cumplo el mandamiento de mi
Padre.
Jesús pide espadas a sus discípulos
CLVIII 1.
Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, ¿algo
os faltó? Y ellos dijeron: Señor, nada.
2. Y les dijo:
Pues ahora, el que tenga bolsa llévela, así como la alforja.
3. Y el que
no tenga espada venda el manto y cómprela.
4. Y ellos
dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y dijo Jesús:
Basta. Salid, vamos de aquí.
5. Y cuando
dijeron el himno, fue al monte de los Olivos, según acostumbraba.
6. Y sus discípulos
iban con él.
Jesús adoctrina por última vez a sus discípulos
CLIX 1.
Y les dijo: Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.
2. Y él
quitará todo pámpano que no lleve mi fruto.
3. Mas el
que sí lo lleve, lo limpiará, para que más fruto tenga.
4. Porque
vosotros ya sois limpios por la palabra que os he hablado.
5. Estad en
mí y yo estaré en vosotros.
6. Porque
el pámpano no puede tener fruto si no está en la vid.
7. Mas yo
soy la vid, y vosotros los pámpanos, y aquel que está en
mí lleva mucho fruto.
8. Porque
quien no estuviera en mí será quitado como pámpano
inútil y echado al fuego para que arda.
9. Y mi Padre
es glorificado en que lleváis mucho fruto.
10. Yo os
he amado como me ama mi Padre; permaneced en mi amor.
11. Y si guardáis
mis preceptos, estaréis en mi amor, como yo estoy en el de mi Padre,
porque he guardado sus preceptos.
12. Y esto
os hablo, para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo se cumpla.
13. Amaos
los unos a los otros, como yo os he amado.
14. No hay
mayor amor que el del que da su vida por sus amigos.
15. Y vosotros
sois mis amigos, si hacéis las cosas que os mando.
16. Y no os
llamaré siervos mas.
17. Porque
el siervo no sabe lo que hace su señor, mas vosotros sois mis amigos,
porque os he dicho cuanto of de mi Padre.
18. No me
elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros.
19. Para que
tengáis fruto y que cuanto pidáis del Padre os sea concedido.
20. Os mando
que os améis los unos a los otros.
21. Mas si
el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a mí.
22. Porque
si fuerais del mundo, os amaría, mas os odia porque no lo sois.
23. Mas acordaos
de que os dije: No es el siervo más grande que su señor.
24. Y si me
han perseguido, os perseguirán; mas si mi palabra guardan, guardarán
la vuestra.
25. Y lo harán
por mi nombre, porque no conocen al que me envía.
26. Y no tendrían
pecado si yo no hubiera venido, mas ahora lo tienen.
27. Y el que
me odia odia a mi Padre.
28. No tendrían
pecado si yo no hubiese hecho obras. Mas las he hecho, y me odian, y a
mi Padre.
29. Para que
se cumpla lo que está escrito en la Ley: Me aborrecieron sin causa.
30. Mas cuando
venga el Paracleto, el Espíritu de verdad que viene del Padre dará
testimonio de mí.
31. Y vosotros
también, porque estáis conmigo desde el principio.
32. Y os he
dicho estas cosas para que no os escandalicéis.
33. Porque
os arrojarán de las sinagogas y aun el que os mate pensará
hacer servicio de Dios.
34. Porque
no conocen al Padre ni a mí.
35. Y cuando
viniere la hora, acordaos de que os lo había dicho. Y no os lo dije
al principio, porque no estaba con vosotros.
36. Ahora
voy al que me envió. Y ninguno me dice: ¿Adónde vas?
37. Y porque
antes os he dicho estas cosas, vuestro corazón se ha henchido de
tristeza.
38. Mas es
necesario que vaya, porque, si yo no fuese, no podría venir el Paracleto.
39. Y cuando
venga, acusará al mundo de pecado y de justicia y de juicio.
40. De pecado,
porque no cree en mí, y de justicia, porque voy al Padre y no me
veréis más, y de juicio, porque el príncipe de este
mundo es juzgado.
41. Y más
cosas tengo que deciros; mas cuando el Espíritu de verdad viniese,
él os guiará a la verdad.
42. Porque
no hablará por sí mismo, sino por lo que oyere, y os anunciará
las cosas que han de venir.
43. Y me glorificará,
porque tomará de lo mío.
44. Porque
cuanto tiene el Padre es mío.
45. Un poco
y no me veréis; otro poco y me veréis. Porque voy al Padre.
46. Mas decíanse
los discípulos: No lo entendemos.
47. Y Jesús
vio que querían preguntarle y dijo: ¿Habláis entre
vosotros de lo que os dije?
48. En verdad
os digo que vosotros os lamentaréis y el mundo se regocijará.
Mas vuestra tristeza se convertirá en gozo.
49. Porque
la mujer se entristece cuando pare, porque llega su hora.
50. Mas luego
se regocija, porque ha nacido un hombre en el mundo.
51. Y ahora
estáis con tristeza, mas otra vez os veré y os gozaréis
en vuestro corazón. Y no me preguntaréis nada.
52. En verdad os
digo que cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará.
53. Nada hasta
ahora pedisteis. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
54. Os he
hablado en parábolas, mas llega la hora en que claramente os hablaré
del Padre.
55. Y aquel
día pediréis en mi nombre y yo rogará al Padre por
vosotros.
56. El Padre
os ama, porque me amasteis y creísteis que he salido de Dios.
57. Salí
del Padre y vine al mundo. Mas ahora dejo el mundo y voy al Padre.
58. Y dijeron
los discípulos: He aquí que ya hablas claramente y sin parábola.
59. Ahora
vemos que sabes todas las cosas, sin que nadie te pregunte, y en esto creemos
que has salido de Dios.
60. Mas dijo
Jesús: ¿Ahora creéis?
61. He aquí
que ha venido la hora en que seréis dispersos y me dejaréis
solo.
62. Empero
no estaré solo, porque el Padre está conmigo.
63. Y os he
hablado estas cosas para que tengáis paz en mí. Porque en
el mundo tendréis aflicción.
64. Mas confiad,
porque yo he venido al mundo.
65. Estas
cosas dijo Jesús y, alzando los ojos al cielo, dijo:
66. Padre,
ha llegado la hora.
67. Glorifica a tu
Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.
68. Como le
has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a los
que le diste.
69. Mas la
vida eterna es que te conozcan como al único Dios verdadero, y a
Jesucristo, al que has enviado.
70. Porque
te he glorificado en la tierra y he cumplido la misión que me encargaste.
71. Glorifícame,
Padre, con la gloria que tuve junto a ti antes de que fuese el mundo.
72. Y he dado
su nombre a los que me diste y guardaron tu palabra. Porque han conocido
que tuyas son las cosas que me diste.
73. Porque
recibieron las palabras que me diste y les he dado, y han conocido que
salí de ti, y han creído que me enviaste.
74. Yo ruego
por ellos, no por el mundo.
75. Sino por
lo que me diste, porque tuyos son.
76. Y tus
cosas son mis cosas, y mis cosas son tus cosas, y en ellas he sido glorificado.
77. Y no estoy
ya en el mundo, mas éstos sí, y a ti vengo.
78. Padre
santo, guarda por tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros somos uno.
79. Cuando
con ellos estuve en el mundo, yo los guardaba en tu nombre.
80. Y ninguno
se perdió, más que el hijo de perdición, para que
se cumpliera la Escritura.
81. Mas ahora
vengo a ti, y hablo en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí
mismos.
82. Yo les
he dado tu palabra y el mundo los odió, porque no son del mundo,
como yo no lo soy tampoco.
83. No los
quites del mundo, mas guárdalos del mal.
84. Santifícalos
en tu verdad, porque tu palabra es verdad.
85. Y como
tú me pusiste en el mundo, yo los he puesto en el mundo.
86. Y por
ellos me santifico, para que ellos en verdad sean santificados.
87. No ruego
sólo por éstos, sino por quienes por su palabra crean en
mi.
88. Para que
todos ellos sean unos, como tú en mí y yo en ti, ¡oh
Padre!
89. Y que
sean unos con nosotros, para que el mundo crea que me enviaste.
90. Porque
yo les di la gloria que me diste, para que sean una sola cosa, como nosotros
somos una sola cosa.
91. Y sea
yo en ellos y tú en mí y ellos sean consumados en uno.
92. Para que
el mundo conozca que me enviaste y que lo has amado, como a mí me
has amado.
93. Padre:
que donde yo esté estén ellos conmigo.
94. Para que
vean la gloria que me has dado, porque me amaste desde la creación
del mundo.
95. Porque
el mundo no te conoce, ¡oh Padre justo! Mas yo sí te he conocido
y éstos han conocido que tú me enviaste.
96. Y yo les
he manifestado tu nombre, para que el amor con que me amas sea en ellos
y yo con ellos.
Jesús en Gethsemaní
CLX 1.
Y Jesús vino al sitio que llaman Gethsemaní, tras
el arroyo Cedrón.
2. Y había
allí un huerto y entraron Jesús y sus discfpulos.
3. Y Judas
sabía también de aquel lugar.
4. Y llegando,
dijo Jesús: Orad, para no ser tentados.
5. Y llevando
a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a sentir gran tristeza
y angustia.
6. Y les dijo:
Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad
conmigo.
7. Y se apartó
de ellos como un tiro de piedra y se postró sobre el rostro y oró.
8. Y dijo:
Padre, para quien todo es posible. Aparta, si es posible, este cáliz
de mí. Mas no porque yo lo quiera, sino si lo quieres tú.
9. Y acabando
de orar, fue a sus discípulos y los halló durmiendo.
10. Y les
dijo: ¿Os dormisteis? ¿No pudisteis velar conmigo una hora?
Velad y orad para no entrar en tentación.
11. Porque
el espíritu está pronto, pero doliente la carne.
12. Y otra
vez se apartó y oró con las mismas palabras.
13. Y un ángel
del cielo se le apareció y lo confortaba.
14. Y estando
en la agonía, oraba mucho, diciendo: Padre: si este cáliz
no puede serme apartado, hágase tu voluntad.
15. Y su sudor
era como grandes gotas de sangre, que caían en tierra.
16. Y acabada
su oración, vino a sus discípulos y los halló durmiendo,
por la tristeza.
17. Y sus
ojos estaban cargados y no sabían qué responderle.
18. Y, apartándose,
oró por tercera vez.
19. Y llegóse
a sus discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad.
20. Porque
llega la hora en que el Hijo del hombre será entregado a manos pecadoras.
21. Vamos,
levantaos, porque ya llega el que me traiciona.
Judas entrega a Jesús
CLXI 1.
Y hablando aún, llegó Judas, uno de los doce, con mucha gente
armada de espadas y palos, que traían antorchas y linternas, y venían
de parte de los escribas, y ancianos, y sacerdotes.
2. Y el que
lo había entregado, había dicho: Aquel a quien yo bese, ése
es. Llevadlo.
3. Y llegándose
a Jesús, dijo: Salud, Rabí. Y lo besó.
4. Y Jesús
dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
5. Y Jesús
preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús
Nazareno.
6. Y dijo:
Yo soy.
7. Y al decirles:
Yo soy, retrocedieron y cayeron por tierra.
8. Y otra
vez preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron:
A Jesús Nazareno.
9. Y dijo
Jesús: Ya os digo que yo soy. Dejad ir a éstos.
10. Para que
se cumpliese la Escritura: De los que me diste, ninguno perdí.
11. Y entonces
pusieron mano en él y lo prendieron.
12. Y los
que estaban con él dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
13. Y Simón
Pedro, que tenía espada, hirió a un siervo del pontífice,
y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
14. Y dijo
Jesús a Pedro: ¿No he de beber el cáliz que me da
mi Padre? Vuelve esa espada a su vaina.
15. Porque
todo el que emplea espada a espada perecerá.
16. ¿Piensas
que no puedo rogar a mi Padre para que me envíe más de doce
legiones de ángeles? Mas ¿cómo se cumplirían
las Escrituras? Conviene que esto suceda.
17. Y dijo
Jesús a las gentes: ¿Por qué salisteis a prenderme
con espadas y palos, como a un ladrón?
18. ¿Por
qué enseñando cada día en el templo no me prendisteis?
Mas ésta es vuestra hora y la de los poderes de las tinieblas.
19. Para que
se cumplan las Escrituras. Y sus discípulos, entonces, huyeron.
20. Y entonces
la cohorte, y los tribunos, y los ministriles de los judíos, prendieron
a Jesús, y lo ataron.
21. Y lo llevaron
ante Anás, suegro de Caifás, que era pontífice aquel
año.
22. Y Caifás
era quien aconsejó que un hombre debía morir por todo el
pueblo.
Un mancebo sigue a Jesús
CLXII 1.
Y un adolescente, que iba sólo cubierto de una sábana, seguía
a Jesús.
2. Mas quisieron
prenderlo y, dejando la sábana, huyó.
3. Y Simón
Pedro y otros discípulos seguían de lejos a Jesús
hasta el atrio del sumo sacerdote.
4. Y uno de
los discípulos era conocido del pontífice y entró
con Jesús en el patio.
5. Y Pedro
quedó a la puerta. Mas saliendo el que era conocido del pontífice
le habló a la portera y entró Pedro al atrio.
6. Y al verlo
un sirviente sentado al fuego, dijo: ¿No eres tú discípulo
de ese hombre?
7. Y él
contestó: Mujer, no sé qué dices, porque no lo conozco.
8. Y Pedro
estaba allí calentándose, para ver en qué paraba toda
aquello.
Los príncipes de los sacerdotes interrogan a Jesús
CLXIII 1.
Y el pontífice interrogó a Jesús sobre los discípulos
y su doctrina.
2. Y Jesús
contestó: Claramente he hablado al mundo.
3. Porque
siempre enseñé en el templo y en la sinagoga y nada hice
a escondidas.
4. ¿Por
qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído.
5. Y uno de
los criados dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así
contestas al pontífice?
6. Y Jesús
contestó: Si he hablado mal, muéstrame en qué. Y si
bien, ¿por qué me hieres?
7. Y Anás
lo envió atado a Caifás, pontífice.
8. Y Pedro
se calentaba en el atrio y le dijeron: ¿No estabas tú con
el Nazareno?
9. Y diciéndole
otros: Sí, porque hasta en su habla manifiesta que es galileo. Pedro
lo negó con juramento.
10. Y otro
de los siervos, que era cuñado de aquel a quien Pedro había
cortado una oreja, dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
11. Y Pedro
lo juró, con muchas increpaciones y juramentos.
12. Y decía:
No lo conozco. Y en esto el gallo cantó.
13. Y acordándose
Pedro de que el Señor le había dicho: Antes que cante el
gallo tres veces me negarás, salió afuera y lloró
amargamente.
Se presentan testigos falsos contra Jesús
CLXIV 1.
Y los príncipes de los sacerdotes, y ancianos, y escribas celebraron
consejo.
2. Y queriendo
culpar de muerte a Jesús, trajeron muchos falsos testigos, pero
sus testimonios no concordaban.
3. Y al final
vinieron dos testigos falsos y dijeron: Nosotros hemos oído decir
a Jesús que él derribaría el templo y lo reedificaría
en tres días.
4. Y alzándose
en medio el pontífice, dijo: ¿Nada respondes a este testigo?
Pero Jesús callaba.
Los príncipes de los sacerdotes exigen a Jesús que les declare si es el Cristo
CLXV 1.
Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro, por Dios vivo, que nos digas si
eres el Cristo, el Hijo de Dios bendito.
2. Y Jesús
le contestó: Tú lo has dicho.
3. Porque
si yo os lo dijera, no lo creeríais.
4. Y os digo
en verdad que veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra dal
Padre y viniendo en las nubes del cielo.
5. Y el príncipe
de los sacerdotes rasgó sus vestiduras y dijo: Ha blasfemado. ¿Qué
testigos necesitamos?
6. Y entonces lo
escupieron en la cara, y muchos lo golpeaban, teniéndole el rostro
tapado, y le decían: Cristo, profetiza quién te hirió.
Y otros lo injuriaban.
Jesús es llevado a Pilatos
CLXVI 1.
Y lo llevaron al Pretorio, al prefecto Poncio Pilatos. Mas ellos no entraron
en el Pretorio, por no ser contaminados antes de comer la Pascua.
2. Y Judas,
viendo que lo condenaban, se arrepintió, y devolvió a los
príncipes los treinta dineros, diciendo: He pecado entregando sangre
inocente.
3. Y ellos
contestaron: ¿Y qué a nosotros?
4. Mas él,
tirando las monedas en el suelo, fue y se ahorcó.
5. Y ellos,
tomando la plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de
las ofrendas, porque es precio de sangre.
6. Y tenido consejo,
compraron con ello el campo del alfarero, para dedicarlo a sepultura de
forasteros.
7. A fin de
que se cumpliese el dicho de Jeremías: Y tomaron las treinta piezas
de plata, precio del que fue apreciado por los hijos de Israel, y las dieron
para el campo del alfarero, según me ordenó el Señor.
Jesús va de Pilatos a Herodes
CLXVII 1.
Y Pilatos preguntó: ¿Qué acusación traéis
contra este hombre?
2. Mas ellos
contestaron: Si no fuera malhechor, no te lo traeríamos.
3. Porque
anda subvirtiendo a las gentes, y dice que no ha de darse tributo al César,
y que es rey y Cristo.
4. Y dijo
Pilatos: Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley.
5. Y ellos
repusieron: No nos es lícito matar a nadie. Y esto era por haber
él significado de qué muerte moriría.
6. Y habiéndolo
llevado al Pretorio, preguntóle Pilatos: ¿Eres el rey de
los judíos? Y Jesús contestó: ¿Lo dices por
ti o te lo han dicho?
7. Pilatos
contestó: ¿Soy yo judío? Los pontífices te
han traído a mí. ¿Qué has hecho?
8. Y Jesús
contestó: Mi reino no es de este mundo.
9. Porque
de serlo, mis vasallos pelearían por mí. Mas mi reino no
es de este mundo.
10. Y le dijo
Pílatos: ¿Luego eres rey? Y Jesús contesté:
Tú lo has dicho.
11. Porque
para esto he nacido y he venido a dar testimonio de la verdad. Porque el
que es de la verdad oye mi voz.
13. Y
saliendo a los judíos, les dijo: Ningún crimen hallo en él.
14. Mas ellos
decían: Revuelve al pueblo, enseñando por todas partes, desde
Galilea hasta aquí.
15. Y oyendo
Pilatos lo de Galilea,
preguntó si era galileo y, viendo que era
de la jurisdicción de Herodes, lo envió a Herodes.
16. El cual
estaba en Jerusalén por aquellos días.
17. Y Herodes
se holgó en gran manera de ver a Jesús, porque había
oído hablar mucho de él.
18. Y le dirigió
muchas palabras, mas él no contestó nada.
19. Y los
escribas y los príncipes de los sacerdotes lo acusaban mucho.
20. Y Herodes,
con su séquito, lo menospreció y lo hizo revestir de una
túnica blanca, y lo envió a Pilatos.
21. Y Herodes
y Pilatos, que estaban enojados, aquel día se hicieron amigos.
22. Y, llamando
Pilatos a los magistrados, y a los príncipes de los sacerdotes,
y al pueblo, dijo: Me habéis traído a éste por hombre
que revuelve al pueblo.
23. Mas le
he hecho algunas preguntas y no hallo en él ninguna de las culpas
de que lo acusáis.
24. Ni tampoco
Herodes, porque nada ha hecho que merezca la muerte. Por lo cual lo soltaré,
después de castigarlo.
25. Mas el
gentío exclamaba: ¡Crucifícalo! ¡Cruficícalo!
26. Y dijo
Pilatos: Crucificadlo vosotros, porque yo no hallo culpa en él.
27. Y dijéronle
los judíos: Ley tenemos y, según ella, debe morir quien se
haga Hijo de Dios.
28. Y Pilatos
temió más, y entró en el Pretorio, y dijo a Jesús:
¿De dónde eres? Mas Jesús no contestó nada.
29. Y dijo
Pilatos: ¿No sabes que puedo librarte y que te puedo crucificar?
30. Mas dijo
Jesús: Ninguna autoridad tendrías si no te fuere dada de
lo alto. Quien me entrega a ti tiene más pecado que tú.
31. Y Pilatos
quería soltarlo, mas los judíos clamaban diciendo: Si lo
sueltas, no eres amigo del César.
32. Porque
quien se hace rey, al César contradice.
33. Y oyendo
esto Pilatos, sacó fuera a Jesús, y se sentó en el
tribunal, en el sitio que llaman Lithóstrotos, y en hebreo
Gabbatha.
34. Y era
la víspera de la Pascua y la hora sexta.
35. Y dijo
a los judíos: He aquí a vuestro rey.
36. Mas ellos
clamaban: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
37. Y dijo
Pilatos: ¿He de crucificar a vuestro rey? Mas ellos contestaron:
No tenemos más rey que el César.
38. Y los
sacerdotes lo acusaban, mas Jesús nada respondía.
39. Y le dijo
Pilatos: ¿No oyes cuánto te acusan? Mas él no contestó
nada y Pilatos se admiró más aún.
40. Y en cada fiesta
habría de soltar un acusado y, habiendo un famoso malhechor llamado
Barrabás, dijo Pilatos:
41. A uno
os he de soltar por la Pascua: ¿Queréis que perdone a Barrabás
o al que se dice el Cristo?
42. Porque
él sabía que por envidia lo habían entregado.
Pilatos se lava las manos
CLXVIII 1.
Y estando en el tribunal, le envió recado su mujer, diciéndole:
No condenes a ese justo, porque en sueños he sufrido mucho por él.
2. Y los príncipes
de los sacerdotes persuadieron al pueblo de que pidiese el perdón
de Barrabás.
3. Y preguntando
Pilatos: ¿A cuál de los dos os suelto?, dijeron: A Barrabás.
Y Barrabás era ladrón.
4. Y estaba
en la cárcel por una sedición y un homicidio.
5. Y preguntó
Pilatos: ¿Qué hago de Jesús, que se dice el Cristo?
Y ellos contestaron: ¡Crucifícalo!
6. Pilatos
opuso: Nada de malo hallo en él. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícalo!
7. Y, viendo
Pilatos que crecía el tumulto, y que nada conseguía, tomó
agua, y se lavó las manos ante el pueblo.
8. Y dijo:
Inocente soy de la sangre de este justo: Vedlo vosotros.
9. Mas el
pueblo contestó: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos.
Pilatos perdona a Barrabás y entrega a Jesús para ser crucificado
CLXIX 1.
Y entonces Pilatos soltó a Barrabás, y mandó azotar
a Jesus, y lo entregó para ser crucificado.
2. Y los soldados
lo llevaron al Pretorio, y juntóse la cohorte, y lo vistieron de
púrpura y, coronándolo de espinas, lo escarnecían.
3. Y le decían,
burlándose: Salve, rey de los judíos.
4. Y lo herían
con una caña y lo escupían.
5. Y le quitaron
la clámide, y le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo.
6. Y hallando a un
cirineo llamado Simón, que era padre de Rufo y de Alejandro, le
cargaron con la cruz.
7. Y muchos
lo seguían y las mujeres se lamentaban y lloraban.
8. Y volviéndose
Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
sino por vosotras mismas y vuestros hijos.
9. Porque
llegarán días en que dirán: Dichosas las estériles,
y los vientres que no concibieron, y los pechos que no lactaron.
10. Y entonces
dirán a los montes y a los collados: Caed sobre vosotros y cubridnos.
11. Porque
si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán
con el seco?
Jesús es crucificado entre dos ladrones
CLXX 1.
Y lo llevaron al sitio llamado Gólgota, que significa lugar de la
calavera.
2. Y le dieron
a beber vino mezclado con mirra, mas no lo tomó.
3. Y decía
Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
4. Y, no bien
lo crucificaron, los soldados se repartieron sus ropas y echaron a suertes
sobre su túnica.
5. Para que
se cumpliese la Escritura: Repartiéronse mis vestidos y sobre mi
ropa echaron suertes.
6. Y Pilatos
hizo poner un cartel sobre su cabeza, que decía: Este es Jesús
Nazareno, rey de los judíos.
7. Y muchos
judíos vinieron de la ciudad, y leyendo el letrero, que estaba en
hebreo, y en griego, y en latín, dijeron a Pilatos: No pongas que
es rey de los judíos. Mas Pilatos contestó: Lo escrito escrito
está.
8. Y lo crucificaron
entre dos ladrones.
9. Y los que
estaban allí blasfemaban de él, diciendo: Pues que ibas a
reedificar el templo en tres días, sálvate a ti mismo y desciende
de la cruz.
10. Y los
príncipes de los sacerdotes decían: Salva a todos y no puede
salvarse a sí mismo.
11. Si eres
rey de Israel, desciende de la cruz y creeremos en ti.
12. Y uno
de los ladrones blasfemaba, diciendo: Si eres el Cristo, sálvate
y sálvanos.
13. Mas el
otro le increpó, diciendo: ¿Ni aun en el suplicio temes a
Dios?
14. Porque
nosotros con justicia sufrimos. Mas éste no hizo nada.
15. Y dijo
a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando estés
en tu reino.
16. Y Jesús
dijo: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso.
17. Y junto
a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena.
18. Y viendo
Jesús a su madre y a un discípulo a quien amaba, dijo: Mujer,
he ahí a tu hijo. Y le dijo a él: He ahí a tu madre.
19. Y el discípulo
la recibió consigo.
20. Y a la
hora de sexta hiciéronse tinieblas sobre toda la tierra, hasta la
hora de nona.
21. Y cerca
de la hora nona, Jesús dio una gran voz, diciendo: Eli, Eli,
¿lama sabacthani?
22. Que quiere
decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué
me has abandonado?
23. Y los
que lo escucharon, decían: A Elías llama.
24. Y viendo
Jesús que ya todo se consumaba, y que se cumplia la Escritura, dijo:
Tengo sed.
25. Y mojaron
una esponja en vinagre, y se la dieron a beber.
26. Y cuando
probó el vinagre, dijo Jesús: Todo se ha consumado.
27. Y le decían:
Veamos si viene Elías a libertarte.
28. Mas Jesús,
dando una gran voz, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
29. E inclinando
la cabeza, rindió el alma.
30. Y he aquí
que el velo del templo se rasgó de arriba abajo.
31. Y la tierra
tembló, y las piedras se hendieron, y se abrieron los sepulcros,
y muchos resucitaron, y vinieron a la ciudad, y se aparecieron a muchos.
32. Y el centurión
y los que allí estaban temieron y glorificaron a Dios, diciendo:
En verdad que este hombre era el Hijo de Dios.
33. Y los
que estaban allí, viendo aquello, se golpeaban el pecho.
34. Y había
allí mujeres mirando de lejos, y estaban María Magdalena,
y María, madre de Jacobo, y Salomé, madre de los hijos de
Zebedeo, que habían venido con él de Galilea.
35. Y siendo
víspera de Pascua, porque los cuerpos no quedasen en la cruz el
sábado, pidieron ios judíos a Pilatos que les quebrasen las
piernas y los quitasen.
36. Y viniendo
los soldados, quebraron las piernas a los que habían sido crucificados
con Jesús, mas no a él, porque ya estaba muerto.
37. Mas un
soldado le hirió el costado con una lanza, y salió sangre
y agua.
38. Y el que
lo vio da testimonio verdadero, para que todos creáis.
39. Porque
esto fue para que se cumpliese la Escritura: No quebrantaréis sus
huesos.
40. Y otra
Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
José y Nicodemo sepultan a Jesús
CLXXI 1.
Y un hombre noble llamado José de Arimatea, ciudad de Judea, y que
era justo y esperaba el reino de Dios en secreto, por temor a los judíos,
y no dio su voto en el consejo, vino a Pilatos y le pidió el cuerpo
de Jesús.
2. Y Pilatos
se admiró de que hubiese ya muerto y, enterado el centurión,
le dio el cuerpo.
3. Y José
y Nicodemo, que fue el que vino a Jesús en la noche, tomaron el
cuerpo, y le pusieron cien libras de mirra y áloe y lo enterraron
en un lienzo con aromas, según uso de los judíos.
4. Y allí
donde había sido crucificado había un huerto con un sepulcro
nuevo y lo pusieron allí, y José colocó una piedra
en la puerta.
5. Y María
Magdalena y la otra María miraban dónde era puesto.
6. Y compraron
drogas perfumadas para venir a ungirlo en pasando el sábado.
Los judíos sellan el sepulcro
CLXXII 1.
Y al otro día llegaron a Pilatos los fariseos y los príncipes
de los sacerdotes.
2. Y le dijeron:
Como ha dicho que resucitará al tercer día, pon guardias
en el sepulcro, para que no roben el cuerpo los discípulos.
3. Porque
dirían que resucitó y habría un más grave error
en el pueblo.
4. Y dijo
Pilatos: Ponedle una guardia.
5. Y ellos
sellaron la piedra, con la guardia.
Resurrección de Jesús
CLXXIII 1.
Y al otro día del sábado, llegaron María Magdalena,
y la otra María, y Salomé, siendo aún de noche, al
sepulcro, con perfumes.
2. Y según
salía el sol, iban diciendo: ¿Quién nos quitará
la piedra del sepulcro?
3. Y he aquí
que sobrevino un gran terremoto y llegaron ángeles del cielo y removieron
la lápida.
4. Y llegando
vieron movida la lápida y al ángel del Señor sentado
sobre ella.
5. Y su aspecto
era como un relámpago y blanco su vestido como la nieve.
6. Y de temor,
los guardias quedaron como muertos.
7. Y dijo
el ángel a las mujeres: No temáis.
8. Porque
Jesús ha resucitado de entre los muertos. Ved el lugar en que fue
puesto el Señor.
9. Y he aquí
que dos varones con fulgentes vestiduras se aparecieron.
10. Y ellas,
temiendo, bajaban el rostro a tierra. Y ellos dijeron: ¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?
11. Porque
ha resucitado, según os habló en Galilea.
12. Es menester
que el Hijo del hombre sea entregado en manos pecadoras, y crucificado,
y que resucite al día tercero.
13. Id a decir
a los discípulos que ha resucitado y que va ante ellos a Galilea.
14. Y saliendo
del sepulcro con temor y gran gozo, lo fueron a decir a los discípulos.
15. Y llegando
a Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, dijeron:
Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde está.
16. Y los
dos corrieron al sepulcro, mas el otro corría más y llegó
primero.
17. Y llegando,
vio echado los lienzos, mas no entró.
18. Y llegó
Simón Pedro, y entré, y vio los lienzos echados, y el sudario
aparte.
19. Y entrando
el otro discípulo, vio y creyó.
20. Porque
aún no sabían las Escrituras, que había de resucitar
de entre los muertos.
21. Y volvieron
a los demás, mas María Magdalena, de quien expulsó
él siete demonios, estaba junto al monumento llorando.
22. Y en esto
vio dos ángeles, vestidos de blanco, uno a los pies y otro a la
cabecera de donde había estado Jesús.
23. Y le dijeron:
Mujer, ¿por qué lloras?
24. Y contestó:
Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo
han puesto.
25. Y volviéndose,
vio a Jesús, mas no sabía quién era.
26. Y creyendo
que era el hortelano, dijo: Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto, para que yo lo recoja.
27. Mas dijo
Jesús: ¡María! Y ella, volviéndose, dijo: ¡Rabboni!,
que significa: Maestro.
28. Y dijo
Jesús: No mo toques, porque aún no he ascendido a mi Padre.
29. Mas ve
a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y
a vuestro Dios.
Los guardias del sepulcro anuncian a los sacerdotes la resurrección del Cristo
CLXXIV 1.
Y los guardias del sepulcro vinieron a la ciudad y anunciaron a los sacerdotes
lo que había ocurrido.
2. Y congregándose,
ofrecieron dinero a los soldados, diciéndoles: Decid que mientras
dormíais, por la noche, lo robaron los discípulos, y os aseguraremos
del prefecto.
3. Y aceptaron
los soldados, y divulgándolo así, y aun hoy es corriente
entre los judíos.
Jesús aparece a las mujeres y las saluda
CLXXV 1.
Y he aquí que Jesús apareció a las mujeres y las saludó.
2. Y ellas
se le llegaron y adoraron sus pies.
3. Y él
dijo: No temáis, mas anunciad a mis hermanos que voy a Galilea,
para que me vean.
4. Y ellas
lo anunciaron a los once, y a los demás, pero no las creían.
5. Porque
les parecían palabras de delirio.
Jesús aparece a dos discípulos en el camino de Emmaús
CLXXVI 1.
Y he aquí que dos discípulos iban a un lugar llamado Emmaús,
que está a sesenta estadios de Jerusalén.
2. Y mientras
caminaban hablando de lo que ocurriera, Jesús se aproximó,
e iba con ellos.
3. Mas sus
ojos estaban oscurecidos, para que no lo conociesen.
4. Y les dijo:
¿De qué habláis, andando, y por qué estáis
tristes?
5. Y respondiendo
uno que se llamaba Cleofás, dijo: ¿Eres tú forastero
en Jerusalén, que no sabes las cosas que han sucedido?
6. Y él
preguntó: ¿De qué? Y dijeron:
7. De Jesús
Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra ante
Dios y el pueblo.
8. A quien
entregaron los príncipes a pena de muerte, y lo crucificaron.
9. Mas nosotros
esperábamos que él redimiese a Israel.
10. Y unas
mujeres nos han espantado, porque fueron al sepulcro y vieron que no estaba
su cuerpo.
11. Y dicen
que vieron ángeles que dijeron que él vive.
12. Y los
que fueron al sepulcro hallaron lo que las mujeres decían, mas no
lo vieron.
13. Dijo Jesús:
¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en lo que han
dicho los profetas!
14. ¿No
era necesario que esto padeciera el Cristo y que entrase en su gloria?
15. Y desde
Moisés y los profetas, les declaró cuanto decían de
él las Escrituras.
16. Y llegando adonde iban, él
hizo como que seguía; mas ellos lo hicieron quedar.
17. Diciéndole:
Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
18. Y estando
sentados a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió,
y les dio.
19. Y entonces
se abrieron sus ojos y lo reconocieron; mas él desapareció
de su vista.
20. Y ellos
se decían: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros
cuando por el camino nos explicaba las Escrituras?
21. Y volviendo
a Jerusalén, hallaron reunidos a los once y a los que estaban con
ellos.
22. Que decían:
El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
23. Y ellos
contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo conocieron
al partir el pan.
Nueva aparición de Jesús a sus discípulos
CLXXVII 1.
Mas ellos no lo creían. Y he aquí que el primer día
de la semana, estando los discípulos congregados, con las puertas
cerradas, por miedo a los judíos, Jesús vino entre ellos,
y dijo: Paz a vosotros. Yo soy, no temals.
2. Mas ellos
se conturbaban, pensando que era espíritu.
3. Y les dijo:
¿Qué pensamientos suben a vuestros corazones?
4. Ved mis
pies y mis manos, y palpadlos.
5. Porque
el espíritu no tiene huesos ni carne, como yo.
6. Y les tendía
las manos y los pies.
7. Y como
no lo creían aún, por lo asombrados que estaban, les dijo:
¿Tenéis algo que comer?
8. Y le dieron
miel y un trozo de pescado asado, y lo comió ante ellos, y les dio
las sobras.
9. Y les dijo:
Esto es lo que os hablé: Que era aún preciso que se cumpliese
de mí cuanto está escrito en la Ley, y los profetas, y en
los salmos.
10. Y entonces
les abrió el sentido, para que comprendiesen las Escrituras.
11. Porque
está escrito que el Cristo padezca y al tercer dia resucite de entre
los muertos.
12. Y que
se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los
pecados a todos los pueblos, empezando en Jerusalén.
13. Y vosotros
sois testigos de estas cosas.
14. Y enviaré
sobre vosotros la promesa de mi Padre.
15. Y los
discípulos gozáronse viendo al Señor.
16. Y él
dijo: Paz a vosotros.
17. Porque
como me envió mi Padre, así yo os envío.
18. E insufló
y dijo: Recibid el Espíritu Santo.
19. A quienes
remitáis los pecados les serán remitidos.
20. Mas a
quienes se los retengáis les serán retenidos.
Jesús aparece a Tomás
CLXXVIII 1.
Y Tomás, llamado el Dídimo, no estaba cuando se apareció
Jesús.
2. Y le dijeron
los discípulos: Vimos al Señor.
3. Y él
dijo: Si en su mano no viese la señal de los clavos, y pusiese mi
dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré.
4. Y ocho
días después, estaban los discípulos con Tomás.
5. Y estando
las puertas cerradas, apareció Jesús en medio, y dijo: Paz
a vosotros.
6. Y dijo
a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y pon tu mano en
mi costado.
7. Y no seas
incrédulo, sino fiel.
8. Y Tomás
contestó diciendo: ¡Señor mío y Dios mío!
9. Le contestó
Jesús: Porque me viste creíste.
10. Bienaventurados
los que no vieron y creyeron.
11. Y Jesús
hizo otras muchas señales que no están escritas en este libro.
12. Mas éstas
fueron escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo
de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Jesús aparece en el mar de Tiberíades
CLXXIX 1.
Otra vez se manifestó Jesús en el lago de Tiberíades.
2. Y estaban
juntos Simón Pedro y Tomás el Dídimo, y Nataniel,
de Canaam de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos.
3. Porque
dijo Simón: Voy a pescar. Y dijeron: Vamos contigo.
4. Y entrando
en una barca, no pescaron nada aqueIla noche.
5. Y a la
otra mañana, Jesús estaba en la costa, mas no lo conocieron.
6. Y les preguntó:
Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Mas ellos dijeron: No.
7. Y les dijo:
Echad la red a la derecha y pescaréis.
8. Y echándola,
no la podían sacar, por los muchos peces.
9. Y el discípulo
a quien amaba Jesús dijo a Pedro: Es el Señor.
10. Y Pedro,
que estaba desnudo, creyendo que era el Señor, se ciñó
la ropa y se echó al mar.
11. Y los
demás vinieron con el barco, porque estaban a doscientos codos de
tierra, y traían la red.
12. Y llegando
a tierra, vieron ascuas. puestas y un pez encima y pan.
13. Y les
dijo Jesús: Traed los peces que recogisteis.
14. Y Simón
Pedro trajo la red a tierra, mas había ciento cincuenta y tres peces
grandes, y la red se rompió.
15. Y dijo
Jesús: Venid a comer.
16. Y ninguno
se atrevía a preguntarle, porque sabían que era el Señor.
17. Y Jesús
les dio del pan y del pez.
18. Y ésta
fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos,
después que resucitó de entre los muertos.
Jesús pregunta a Pedro si lo ama
CLXXX 1.
Y cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro:
2. Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
3. Y él
contestó: Señor, ya sabes que te amo. Y dijo Jesús:
Apacienta mis corderos.
4. Y díjole
segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y él
contestó: Sí, Señor. Ya sabes que te amo. Y le dijo
Jesús: Apacienta mis ovejas.
5. Y preguntándole
por vez tercera: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?,
se entristeció Pedro, y dijo: Señor, tú sabes que
te amo.
6. Porque
tú lo sabes todo. Y dijo Jesús: Apacienta mis ovejas.
7. En verdad
te digo que cuando eras joven te ceñías e ibas a todas partes.
8. Mas cuando
seas viejo, extenderás la mano y te ceñirá otro, y
te llevará adonde no quieras.
9. Y dijo
esto para significar con qué muerte había de dar gloria a
Dios. Y le dijo: Sígueme.
10. Y Pedro,
volviéndose, vio al discípulo que amaba Jesús, que
en la casa se había recostado sobre su pecho para preguntarle quién
lo había de entregar.
11. Y dijo
Pedro: ¿Y éste, Señor?
12. Y dijo
Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué
te importa? Sígueme tú.
13. Y entonces
originóse dicho entre los hermanos de que aquél no moriría,
mas Jesús no había dicho: No morirá, sino: Si yo quiero
que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?
14. Y este
discípulo es quien escribió y atestigua estas cosas, y sabemos
que su testimonio es verdadero.
15. Y aún
hizo otras muchas cosas Jesús, que, de escribirlas, no cabrían
en el mundo los libros que las contaran.
Jesús habla por última vez a sus discípulos y sube al cielo
CLXXXI 1.
Y los once discípulos fueron a Galilea al monte que Jesús
les había ordenado.
2. Y viéndolo,
lo adoraron, mas algunos dudaban.
3. Y él
censuró su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían
creído a quienes lo vieron resucitado.
4. Y les dijo:
Toda potestad sobre el cielo y la tierra me ha sido otorgada.
5. Id por
todo el orbe y predicad el Evangelio a todas las criaturas.
6. Enseñad
a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
7. Para que
guarden cuanto os he mandado.
8. Y estaré
con vosotros hasta la consumación de los siglos.
9. Quien se
bautice y crea se salvará. Mas aquel que no crea se condenara.
10. Y estas
señales darán los que en mí crean:
11. Hablarán
nuevas lenguas y echarán, demonios.
12. Quitarán
serpientes y no serán dañados si beben veneno.
13. Y curarán
a los enfermos poniendo sobre ellos sus manos.
14. Asentaos
en la ciudad hasta que os sea dado poder de lo alto.
15. Y llevándolos
a Bethania, extendió las manos y los bendijo.
16. Y bendiciéndolos,
subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
17. Y ellos
lo adoraron y fueron con gran gozo a Jerusalén. Y estaban siempre
en el templo, orando y bendiciendo a Dios.
18. Y con
la ayuda de Dios predicaron por todas partes, confirmando sus palabras
con los signos que hacían.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
[No] = No aparece en la edición inglesa Ante-Nicene Fathers, en: http://www.ccel.org/fathers2/ANF-10/anf10-07.htm