1. Bienaventurado
seas, tú, Abgaro, que crees en mí, sin haberme conocido.
2. Porque
de mí está escrito: "Los que lo vean no creerán en
él, a fin de que los que no lo vean puedan creer, y ser bienaventurados."
3. Cuanto
al ruego que me haces de ir cerca de ti, es preciso que yo cumpla aquí
todas las cosas para las cuales he sido enviado, y que, después
de haberlas cumplido, vuelva a Aquel que me envió.
4. Y, cuando
haya vuelto a Él, te mandaré a uno de mis discípulos,
para que te cure de tu dolencia, y para que comunique a ti y a los tuyos
el camino de la bienaventuranza.
La carta de Jesús según la versión de Luis de Dios
1. Yo, Jesucristo,
Hijo de Dios vivo y eterno, a Abgaro, rey de la ciudad de Edesa. La paz
sea contigo.
2. Dichoso tú
y bienaventurado tu reino de Edesa, pues que, sin nunca verme, has creído
en mí.
3. Tú
serás siempre dichoso, así como tu pueblo.
4. Y la paz
y la caridad se multiplicarán en tu ciudad, y en ella brillará
una fe sincera en mí, y la ciencia estará en ella.
5. Yo, Jesucristo,
rey del cielo, he venido a la tierra a salvar a Adán y a Eva y a
su raza.
Sentencias que acompañó a Jesús a la carta, según el manuscrito árabe de la biblioteca de Leyden, en que se halla esta versión
1. Yo me someto
de mi propio grado a los dolores de la pasión y a la cruz.
2. Yo no soy
solamente un hombre, sinó un Dios pefecto y un hombre perfecto.
3. Y he sido
elevado hacia los serafines.
4. Y soy eterno,
y no hay más Dios que yo.
5. Y me he
convertido en el salvador de los hombres, por virtud de mi amor hacia ellos.
6. Y vivo
en toda hora, siempre y eternamente.
7. Y el Señor
escribió en esta carta de su puño y letra y la envió
diciendo:
8. He dispuesto
que seas curado de tus dolencias, y que tus pecados te sean remitidos.
9. Y, siempre
que lleves contigo esta carta, el poder de los ejércitos enemigos
no prevalecerá contra los tuyos.
10. Y tu ciudad
será siempre bendita, gracias a ti.
11. Y estas
son las siete sentencias y las otras palabras que Nuestro Señor
Jesucristo envió a Abgaro, rey de Edesa, tratando de su divinidad
y su humanidad, y de cómo es Dios perfecto y hombre perfecto. A
él sea por siempre toda alabanza.
Ver también el relato completo de Eusebio, Hist. Ecl. libro 1 cap. XIII